"No
soy la causa de los males del mundo. ¿Por qué
habría de experimentar culpa?" Esta pregunta
no es baladí. Se la puede hacer cualquiera y,
de hecho, es posible que esté en el fondo de
cierto sentimiento de sobre-demanda de los habitantes
del "Primer Mundo". ¿De qué
es uno "culpable", si ha nacido ya en un mundo
con injusticia, si se ha encontrado con esta injusticia,
si no la ha causado y lo único que hace es intentar
vivir como cualquier otro ser humano? ¿Se le
puede pedir a alguien de Europa que sienta "vergüenza"
(lo cual delata la culpa) por las muertes de inmigrantes
en el Mediterráneo, por la de jóvenes
o viejos guerrilleros en un remoto infierno?
Tal
vez haya una "culpa trágica" muy distinta
de la "culpa cultural ascética" (se
me ocurre llamarla así, ignoro si tiene un nombre
específico en el psicoanálisis).
El
peligro para el psiquismo que encierra esta segunda
ya lo analizó Freud en El malestar de la
cultura. El argumento freudiano se refiere a una
cultura, la nuestra, orientada a un excesivo ordenamiento
de la vida mediante el trabajo y sus reglamentaciones,
de donde se deriva una represión también
excesiva del deseo. Si nuestra cultura (se podría
añadir) no anhela sólo su propia supervivencia,
sino, más allá, el dominio de toda la
tierra, ¿no tendrá que organizar la actividad
de la población como si se tratase de la de un
enorme ejército? ¿Y no tendrá que
organizar esa vida en torno al trabajo? Se trabaja,
uno lo sabe oscuramente, para algo más que para
sobrevivir y para generar una existencia digna. Se trabaja
creando un gigantesco exceso de rendimiento. ¿Y
para qué va a ser realizado tal esfuerzo, sino
para utilizar su resultado en el gobierno de todo lo
que se plante delante?
Se
puede uno imaginar que nuestros ancestros más
lejanos, expuestos a una naturaleza hostil que los amenazaba
continuamente con un poder titánico, desarrollaran,
como reacción, un impulso a someterla, a la naturaleza
toda, mediante una organización compleja y cada
vez más espartana. Ese impulso al dominio de
la naturaleza entera, surgido del sentimiento de indefensión
en un animal sin fieros colmillos y garras y sin la
guía certera del instinto, ya debilitado y suplantado
por una inteligencia en ciernes, se mantiene ulteriormente
como producción de un colosal desarrollo técnico
y utilitario. Pero el "progreso técnico-estratégico",
experimentado inconscientemente como "armazón"
de conquista del mundo en cuanto tal, exige un denuedo
conjunto formidable, expresado en el trabajo, que agota
las horas y los días, que ordena la vida en torno
a ese fin supremo y le pone coto en sus derrames ociosos.
El capitalismo es, por debajo de su estructura económica,
por debajo de toda ideología neoliberal, ya se
ve, un arma necesaria de un enemigo más poderoso:
el nihilismo y la voluntad de dominio del mundo.
En
cualquier caso, este impulso generó poco a poco
un ascetismo colectivo in crescendo que M. Weber tuvo
la lucidez de auscultar. La cultura del placer -también
enorme-, en nuestras sociedades avanzadas, no sería,
entonces, más que la contrapartida mínima
para restarle visibilidad al ensañamiento del
trabajo: una "empresa de placer", por tanto,
dirigida a abotargar más que a satisfacer el
deseo.
Un
desarrollo tan exacerbado y sutil del régimen
ascético quizás esté entorpeciendo
la labor vital de Eros -pensaba Freud- y levantando
de su sueño al temible Thanatos, la protesta
terrible del deseo reprimido y encerrado con cien llaves
en las mazmorras del inconsciente. Y ya se sabe, a Thanatos,
que es la hostilidad de la cultura hacia la cultura
misma, el espíritu "que todo lo niega",
el paradójico rastreo, seguimiento y promoción
de la auto-destrucción (¡qué perplejidades
en el ser humano!), cuyo agitado afán hoy presentimos
sin atrevernos apenas a formularlo, pues iría
contra toda lógica "racional", esa
afrenta, sí, contra nuestras propias condiciones
culturales de existencia, despierta a su vez la crueldad
de los mecanismos represivos, la malicia del Super-yo,
dando lugar a un círculo de auto-flagelación
en el atormentado psiquismo: cuanto más alto
protesta Thanatos destruyendo los vínculos de
hermandad que aseguran la cultura, de forma más
terrible se presta ese tribunal superyoico al castigo.
Ese
castigo de los seres humanos occidentales a sí
mismos se desliza en los entresijos del día,
en andanadas del sueño nocturno, en el auto-desprecio
que acompaña -lo sabemos- a todo nuestro orgullo.
Todos sentimos, en efecto (rarísimo sería
quien dijera que no) esa presión silentemente
excesiva que exige someterse a la producción
continua y que castiga con tan inflexible dureza. Sí.
Y no digamos en el más próximo ahora:
los seres humanos de Occidente pagamos un alto precio
por nuestra bonanza, el precio de la sujeción
continua. No extrañaría que en esta oscura
raíz de la culpa residiese el secreto último
del malestar clandestino que se extiende y que, con
seguridad, tendrá fatídicamente que crecer
en lo sucesivo (¿hasta dónde, pues no
sabemos cuánto puede un cuerpo?)
De
esa culpa se nutren las innumerables instancias de normalización
de nuestras sociedades avanzadas, tan numerosas y variopintas
que se necesitaría un tratado entero para reseñarlas.
Esa culpa es la que explica que se acepte voluntariamente
el dominio. Y hay una masa de viles sometidos que, sin
saberlo, se erigen en jueces y defensores de mil formas
de ese ordenamiento disciplinario en nombre del "progreso"
y hasta enarbolando moralina que convence a los ingenuos.
"¡Culpable!" es su dictamen diario,
pertinaz, el de esos muchos (como diría Nietzsche)
que contribuyen a la domesticación del ser humano.
Sin saberlo, inconscientemente, pues atribuirles conciencia
sería concederles una inteligencia de la que
carecen. Son los resentidos cancerberos de la organización
del vacío y de la concomitante racionalización
de la existencia. Producen náuseas.
A ese
tribunal, a esa culpa cultural ascética, ni agua.
No hay mejor terapia que llevarla al desierto en el
alma y matarla de sed. Ni agua tendríamos que
darle, pues se encamina a nuestra inculpación
creciente y al sometimiento creciente que contrarresta
a esta inculpación, hasta que ya no se pueda
más y... en fin, nos tiente ese suicidio colectivo
cuyo nombre aterra con tan solo pronunciarlo y que por
eso ahuyentamos mediante panfletarios discursos de confianza
en la humanidad de la humanidad.
Pero
la "culpa trágica" es otra cosa. Hablaba
de ella Jaspers. "Culpa" significa, en ese
otro sentido no freudiano, trágico, "ser
deudor". Se es deudor en la vida, no por "estar
en falta", sino por todo lo contrario, a resultas
de sentirse agradecido por sus dones. El agradecido
por los dones que la vida le ha dado, según este
espíritu trágico, no puede -precisamente
por ese agradecimiento- evitar sentirse "más
allá de sí", en deuda con la humanidad
que sufre y que, como él, sin embargo, merece
con igual justificación tales dones. Partiendo
de esa noble comprensión de la "culpa",
bien alejada de la freudiana, hay que insistir, porque
no castiga sino que espolea, se expresaba del siguiente
modo Jaspers (que es a lo que iba, querido lector):
«En el mundo abunda, sin duda, la muerte inocente.
El mal oculto destruye sin ser visto, hace cosas que
nadie oye. Ninguna autoridad del mundo llega siquiera
a tener noticias de él (de cómo un hombre
es torturado solitariamente hasta morir en la mazmorra
del castillo). Los hombres mueren como mártires
sin serlo cuando su martirio no es percibido ni será
conocido nunca por nadie. La tortura y destrucción
del débil acontecen diariamente sobre la faz
de la tierra. (...) ¿Dónde está
la culpa de la destrucción inocente? ¿Dónde
el poder que condena al inocente a la miseria? Allí
donde los hombres han despejado esta pregunta ha surgido
la idea de culpabilidad compartida. Todos los hombres
son solidarios. (...) [Y se experimenta que] yo soy
culpable del mal que ocurre en el mundo si no he hecho
todo lo posible, incluyendo el sacrificio de mi vida,
para evitarlo; soy culpable porque vivo y puedo seguir
viviendo mientras esto sucede. De ese modo abarca a
todos la culpa compartida de todo cuanto ocurre»
(K. Jaspers, "Über das Tragische", en Von der Wahrheit) |