Todos
hemos tenido esa experiencia, en horas bajas, de no poder pertenecer a nada, de estar como condenados a mirar la vida desde fuera.
La psicopatología existencial está plagada de estudios
de casos de ese tipo. Se trata de pacientes que muestran una incapacidad
para comprender el sentido de una situación de
manera interna, hundiéndose en ella. Una paciente de Minkowski
dejó una carta antes de suicidarse. Decía allí
que no soportaba más, que sabía que hay en el diccionario
un término que significa "sentido" y que eso
es lo que experimenta un ser humano cuando habita un
mundo concreto, internándose en él, pero que a ella
le resultaba imposible, que tenía que sustituir esa comprensión
práctica (hermenéutica) por razonamientos que tocaban
la cosa sólo exteriormente. "Así no se puede
vivir".
La mitología
actual, muchas veces promovida por un cierto transhumanismo, presupone
la primacía de esta perspectiva, la perspectiva externa
o de tercera persona. Se extiende en la literatura sobre
el tema, en el cine y en el sentido común. Se trata de
la idea de que la Inteligencia Artificial podrá crear humanoides
que piensan, aman, tienen miedo a la muerte, etc. Eso es completamente
falso. Ese supuesto está basado en una mentira o en una
reflexión excesivamente parca y superficial. La discusión
sobre esta problemática se detuvo a final del siglo XX
y ya no prosiguió, instalándose esta necedad como
exclusiva línea. Es falsa porque una máquina, por
compleja que sea, sigue reglas (reglas que usan, transmiten, administran...)
información. Y ese comportamiento de seguimiento de reglas
sólo puede reproducir comportamientos humanos basados en
la observación de "tercera persona", es decir,
"desde fuera".
Máquinas así existirán
algún día, pero no serán lo que se está
vendiendo en círculos intelectuales y en la literatura
o el cine de ficción. Pensar, tener expectativas, habitar,
querer, detestar, anhelar.... todo eso implica la capacidad para
experimentar situaciones desde dentro. Esos
robots que han capturado la imaginación ni siquiera podrán
suicidarse (lo harían si pudieran comprender, al menos,
como la paciente de Minkowski, lo que les falta). ¿Por qué
es importante esto? Vean por dónde va la cosa. En filosofía
de la mente y en Inteligencia Artificial, se trabaja con el falso
supuesto de que la perspectiva de tercera persona, que
es objetivadora, cosificadora, matematizante, expresa el comportamiento
humano. En psicología cognitiva, que se extiende también
como el aceite, un supuesto análogo indica que el psiquismo
no radica en procesos internos de comprensión sino en procesos de adaptación funcional al medio (externos,
por tanto).
Tanto en la filosofía
política habitual como en la política práctica
lo que importa de los problemas es si se ajustan o no a procedimientos
formales de decisión, de enjuiciamiento, de penalización
o de permisividad, no los problemas considerados desde su trama
interna. En educación importan poco los contenidos, cada
vez menos, imponiéndose como clave de la calidad o excelencia
el modo en que los contenidos son informados, reglamentados, subsumidos
en reglas operativas .... En todos estos casos, y todos los semejantes a estos, se está empleando con exclusividad la perspectiva de tercera persona.
Avanzamos hacia
una sociedad basada en la falsa y tácita conjetura según
la cual el acceso al mundo se realiza desde la perspectiva de
un espectador, nunca desde la de un ser que habita internamente en un mundo. Muchas enfermedades psicológicas
actuales son producto de este "paradigma externalista".
No habitamos. O corremos el riesgo de no habitar. Estamos tendencialmente frente al mundo, no en el mundo. De este principio muy
general, subyacente a una multitud de ámbitos epstemológicos,
políticos, sociales, educativos, etc. de nuestras sociedades
avanzadas, se deduce ya un hombre-máquina.
El hombre-máquina no es el que construiremos, sino el nombre de un lugar abstracto, el que nosotros mismos ocuparemos si no nos percatamos
de esta sutil lógica.
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