Origen de los fluidos mineralizantes >>> Concentraciones de cloro

 

 

Las concentraciones de cloro en aguas geotérmicas de sistemas asociados a magmatismo de arco de islas, aislados de recargas de agua marina y en ausencia de evaporitas o salmueras connatas, son típicamente de unas 500-2500ppm para sistemas relacionados con riolitas, y de 6000 a 12000 ppm para sistemas relacionados con andesitas (Hedenquist y Henley, 1985a). Estas concentraciones pueden variar debido a los mismos procesos que afectan a la composición de los isótopos estables, ya descritos.

 

Debido a que la recarga meteórica en sistemas convectivos profundos empieza a partir de agua prácticamente pura, las concentraciones de cloruros medidas en aguas geotérmicas son debidas necesariamente a procesos diferentes de la ebullición. Es posible calcular la concentración de cloro en el fluido pre-ebullición, para el rango de temperaturas determinado dentro del cual se produce la ebullición (Henley et al., 1984; Simmons, 1995). Según estudios experimentales, hasta varios centenares de ppm de cloro en solución pueden ser derivados de la lixiviación de rocas de la corteza por parte de agua pura.

 

De forma alternativa, las contribuciones magmáticas también pueden ser decisivas, aunque la transferencia de cloro magmático a las celdas convectivas no está todavía bien tipificado y se contempla como un proceso más complejo de lo que sería una simple mezcla (ver Fournier, 1987). De todas formas, en los casos en que la concentración de cloro es mayor de la que puede obtenerse por lixiviación del encajante, puede inferirse una fuente magmática (Simmons, 1995). Dado que los fluidos ricos en cloro y elementos alcalinos y los ricos en agua pueden exsolverse simultáneamente, como resultado de la evolución magmática y la desgasificación (Kilinc y Burnham, 1972; Shinohara et al., 1989; Webster, 1997), pueden evolucionar a través de la corteza conjuntamente hasta mezclarse con otros fluidos y formar mayores volúmenes de fluido susceptibles de provocar deposición mineral.

 

Por tanto, en cuanto al origen “primario” de este cloro, cabe decir que tanto puede provenir del manto como derivar del reciclaje del cloro en solución contenido en la porosidad de los sedimentos pelágicos de la corteza oceánica subducida (Hedenquist y Lowenstern, 1994).

 

Por último, señalar que con los estudios sobre relaciones Br/Cl (Giggenbach, 1995) e isótopos de cloro (Hedenquist et al., 1990) realizados a lo largo del campo geotérmico de la zona volcánica de Taupo en Nueva Zelanda, también se pudo comprobar la presencia de cloro de origen magmático.

 

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Bibliografía fuente:

Camprubí & Albinson (2006)

 

 

 

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