Origen de los fluidos mineralizantes >>> Composición de
gases en inclusiones fluidas |
Los
fluidos mineralizantes pueden clasificarse según su diferente origen: fluidos
magmáticos aguas
meteóricas de circulación profunda (o “evolucionadas”) salmueras
de origen sedimentario aguas
meteóricas superficiales fluidos
magmáticos (procedentes de riolitas o de basaltos centrooceánicos) Cada
uno de estos tipos de fluidos contiene gases que ocupan regiones características
en un diagrama triangular N2-He-Ar (Giggenbach, 1986; Giggenbach
y Matsuo, 1991; Giggenbach y Glover, 1992; Norman y Musgrave, 1994),
lo mismo que sus mezclas (Figura 30). No obstante,
dado que en algunos casos hay solapamientos entre diversos casos (por
ejemplo, las aguas meteóricas de circulación profunda -también llamadas
de cuenca, “evolucionadas”, con contaminación cortical o “corticales”-
y los fluidos de origen riolítico y basáltico ocupan típicamente la
misma región dentro del diagrama N2-He-Ar (Figura 30), en ocasiones se hace necesario
utilizar otro tipo de discriminación. Por este motivo, también se utiliza
el diagrama N2-CH4-Ar, en el que la zona cercana
al ápice de CH4 está ocupada únicamente por las aguas meteóricas
de circulación profunda. Las
concentraciones relativas de N2-Ar-He en muestras de gases de
volcanes activos asociados a hot spots,
dorsales y bordes convergentes de placa definen dos tendencias diferenciadas
de mezcla entre aguas basálticas y andesíticas con aguas meteóricas
(Giggenbach, 1992a). Las aguas andesíticas se caracterizan por valores de N2/He
entre 1700 y 5000, y las basálticas por valores entre 10 y 220 (Simmons,
1995). Los valores de He/Ar de los gases de origen basáltico y andesítico son
cercanos al valor “mantélico”, ≈ 3. Las aguas meteóricas saturadas en aire, con
relaciones N2/Ar entre 36 y 50, reflejando la influencia
atmosférica (N2/Ar = 84) en la composición de los gases, suelen
constituir el extremo tanto de las aguas basálticas como las andesíticas. Los
fluidos de recarga de un sistema hidrotermal activo pueden tener contenidos
variables de aire, y los procesos de ebullición pueden alterar de alguna
forma la relación N2/Ar. Como ninguno de los tres gases
considerados (N2, He, Ar) es reactivo dentro de los fluidos
geotérmicos, sus concentraciones relativas pueden servir para complementar
las relaciones isotópicas de He como trazadores potenciales de la
intervención de fluidos profundos de origen magmático (Giggenbach, 1986 y 1992a;
Hedenquist et al., 1992; Norman y Musgrave, 1994; Simmons, 1995). Los valores
obtenidos de gases de volcanes félsicos (Giggenbach, 1992b), en inclusiones
de vidrio magmático (Norman et al., 1997a) e inclusiones fluidas procedentes
de depósitos metalíferos en pórfidos (Norman y Musgrave, 1994), indican que
los volátiles de origen magmático se caracterizan por relaciones N2/Ar
significativamente mayores que la del aire. En
los depósitos epitermales (Benton, 1991; Norman y Musgrave, 1994; Simmons
1995; Albinson et al., 2001; Camprubí et al., 2003c), las composiciones de
los gases contenidos en inclusiones fluidas se encuentran mayoritariamente
dentro del campo delimitado por los miembros extremos de las aguas meteóricas
y las magmáticas (andesíticas) en el diagrama N2-He-Ar. Esto
sugiere una importante contribución de fluidos magmáticos, aunque bajo
la influencia no menos importante de aguas meteóricas. También se ha demostrado la utilidad
de la cuantificación de los gases contenidos en inclusiones fluidas naturales
como indicadora de los posibles mecanismos de precipitación mineral
(ebullición y/o mezcla de fluidos), así como el origen común de algunos
componentes químicos en sistemas epitermales (Norman et al.,
1991, 1997a,b; Albinson et al., 2001; Camprubí et al. 2003c).
Además, la correlación positiva entre las relaciones N2/Ar y
valores de isótopos estables con firma magmática, indica un origen magmático
para el N2 (Hedenquist y Aoki, 1991). |
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Bibliografía fuente: Camprubí &
Albinson (2006) |