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El
pasado 2010,
la sociedad española sufrió un politizado debate con motivo de la orden
del
Ministerio de Defensa de que las tropas que acudían a las procesiones
del
Corpus Christi no rindiesen honores militares a la custodia con la
hostia
consagrada, ni que las bandas militares interpretasen el himno nacional
en su
honor. Estas medidas, en consonancia con el carácter laico del actual
sistema
constitucional (Art. 16, 3: "Ninguna confesión tendrá carácter
estatal"), fueron ásperamente rechazadas por un sector social, que
invocaba la tradición como argumento para no modificar los
actos de
liturgia callejera. En Toledo, sede del cardenal primado de las Españas
y de la
más solemne de las procesiones eucarísticas, tuvo lugar una gran
ofensiva de
las fuerzas sostenedoras de la hegemonía nacional-católica.
En escala menor, por tratarse de una capital de provincia, un año antes sucedió una polémica parecida, cuando los inmovilistas malagueños se indignaron ante el anuncio de reducir la asistencia de la Legión para desfilar el Jueves Santo junto a su protector, el legionario Cristo de Mena, mientras cantan su himno: El novio de la muerte. Los partidarios de la gallarda marcialidad esgrimieron el derecho que aporta la costumbre para exigir que "no se desvalorizase un ritual religioso enraizado en la sociedad malagueña", y con el apoyo de los medios de comunicación locales consiguieron su propósito. Y ambos rituales del poder, reflejan 'lugares de lo político' según Abélès (1).
En muchas procesiones en España intervienen militares armados, pero son estas dos las que reflejan mayor vinculación emocional entre rito religioso y ejército. En ambos casos, hubo una confrontación ideológica respecto a una forma de expresión cultural, analizable desde la antropología política con herramientas etnohistóricas, considerando los principios teóricos que ya expusimos en esta revista en 2009, al tratar los 'ciclos de rituales públicos' como sistemas en evolución de transmisión de significados, forma institucionalizada de ejercicio del poder que se legitima a través de la acción simbólica, donde sus elementos significativos no quedan al margen de la realidad social, y manifiestan una ideología que utiliza la tradición como garantía (2). Se trata de usos sociales de símbolos comunicativos que se han ritualizado, desligados ya de su inicial motivación. El ejército fue enviado al ritual del Corpus para expulsar de él a los diablillos, y la Legión fue la mejor concreción militar del sistema de valores franquista. Cuando la sociedad española se ha transformado, su presencia mantiene simbólicamente el viejo orden. Incluso
en la
Iglesia católica se adoptan nuevas posturas, como refleja la decisión
del I Sínodo
Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (1999) que a las ceremonias
religiosas
no asistiesen militares con armas. Esto desencadenó ataques contra el
clero
progresista, argumentando que los artilleros del cuartel del Cristo de
la Laguna
le escoltaban armados desde 1921, cumpliendo una promesa a cambio de
regresar
sanos de las guerras de Marruecos. Al aplicar en 2007 el obispo de
Tenerife
esta medida en la isla, sectores descontentos exigieron su dimisión:
Lo
que se dirime
es separar un respeto a todos los símbolos religiosos (para no ofender
creyentes) de los honores rendidos a representaciones católicas con
grado
militar, en vigor desde la época del intolerante absolutismo. Para
abordar la
problemática, recorreremos históricamente la evolución de ciertos
rituales
religiosos, la asistencia de tropa a las procesiones y lo que las
ordenanzas
militares han ido estableciendo. En un segundo bloque, veremos el
singular
proceso de identificación de una agrupación de Semana Santa con una
institución
armada heredera de los "gloriosos tercios imperiales".
1. El polémico Corpus de Toledo en 2010 Catorce
días
antes de la festividad, el BOE publicaba un nuevo reglamento militar,
que
eliminaba la rendición de honores, tocar el himno nacional y lanzar
salvas al
Santísimo. Tras protestar, las autoridades locales lograron que una
escuadra de
gastadores escoltasen con sus fusiles HK a la custodia de Arfe, que a
lo largo
de la carrera hubiese cadetes con uniforme de gala y sable, y que la
banda
municipal sustituyese a la de la Academia de Infantería en interpretar
el himno
nacional al salir y entrar a la catedral. Pero no consiguieron que se
permitiera procesionar a la bandera nacional, ni que desenvainaran su
sable
quienes no fueran oficiales, lo cual provocó malestar en círculos
militares: 20minutos.es,
4-6-2010:
Meses
después,
militares disconformes con el nuevo reglamento lo incumplieron en la
cercana
Segovia (sede de la Academia de Artillería), en la fiesta de la Virgen
de la
Fuencisla, patrona de la ciudad. El 17-9-2010 la imagen fue trasladada
desde su
santuario hasta la catedral. Al llegar al altar mayor, la banda de la
Academia
de Infantería toledana interpretó el himno nacional, mientras los
cadetes rendían
los antiguos honores, en elconfidencialdigital.com 30-9-2010,
con
vídeo
realizado por Segovialdia:
1.1. Los diablos callejeros Actualmente, es fácil encontrar personajes diabólicos en fiestas del ciclo anual en el estado español. Donde más abundan es en Cataluña, formando agrupaciones o collas de diables (3), y también proliferan en celebraciones invernales a san Antón en Baleares. En muchos sitios se alían con el bando moro para enfrentarse a los cristianos; y aparecen en representaciones semilitúrgicas, especialmente del día del Corpus, como antagonistas de los ángeles. Estos poliédricos personajes atemorizantes simbolizan al enemigo malévolo, o al Mal en general, desde remotos tiempos. Sin entrar en las diversas mitologías y religiones de la antigüedad, busquemos su huella en la que fuera más importante de las fiestas hispánicas.
La fiesta del Corpus Christi Las transformaciones socio-culturales sucedidas en España en las últimas cuatro décadas, han repercutido sobre los rituales profanos de las festividades religiosas, que a menudo se mantenían invariables desde hace siglos. Uno de los ejemplos más notables es el del Corpus Christi o Día del Señor, la fiesta por antonomasia del catolicismo hispánico, que ejercía como exponente de los poderes divinos (simbolizado en la sagrada forma de aspecto solar) y terrestres (tanto eclesiásticos como civiles), así como de la cohesión de la comunidad o cuerpo social. El que se destacaba como Jueves de Oro, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia cesó de ser fiesta nacional en los noventa, siendo trasladada su celebración al domingo posterior, salvo en Granada, Sevilla, Toledo y diversos pueblos (4). Una gran fiesta de Corpus urbana consta de efímeros altares y adornos callejeros, tanto de carácter vegetal (juncias, helechos, flores) como tejidos; y la solemne procesión llevando un florido carro triunfal sobre el que va lujosa custodia con la sagrada hostia, acompañada por danzantes, representaciones de animales, monstruos (como la tarasca o dragón cabalgado por una bella mujer (5)), gigantes (que suelen representar a un rey y una reina moros), cabezudos fustigadores y otros personajes burlescos tipo diablillos; y la comitiva de miembros de las cofradías y hermandades (residuo de los antiguos gremios y corporaciones); las autoridades religiosas, civiles y militares; los niños y niñas que hacen su primera comunión; fieles creyentes y una compañía de soldados. En ocasiones se añaden cortejos cívico-históricos y legendarios. Sin entrar en la instauración de la festividad del Cuerpo de Cristo el Jueves Santo (1264) ni en su configuración definitiva con una procesión pública anunciando el verano (1316), en Barcelona se documenta la procesión del Corpus en 1319, con la asistencia de gremios, cofradía, ciudad y 'representaciones' así del Antiguo como del Nuevo Testamento, destacando la angelomaquia o batalla celeste entre ángeles y demonios, que precedía la creación del mundo (6). Estas representaciones semiteatrales a cargo municipal salían también para festejar eventos. Entre las danzas eran frecuentes, y siguen saliendo, danzantes con espadas (recuerdo de los ejercicios bélicos en mimo de griegos o cretenses, según Juan de la Cueva (7)).
Los diablícalos del Corpus Para rastrear la conflictiva presencia festiva de los demonios o diablícalos, podemos comenzar en la ciudad de Zaragoza, donde a mediados del siglo XV era costumbre que sus autoridades municipales pregonasen las disposiciones adoptadas respecto a la fiesta del Corpus, y en el pregón correspondiente a 1459 se comunica la prohibición de "circular por las calles con máscaras o hábito de diablo, si no se participa del entremés del Infierno" (Serrano 1981: 203). Por tierras castellanas, en la toledana Madridejos sabemos que en el siglo XVI era "costumbre todos los días de Corpus Christi hazer en medio de la plaça un infierno, donde muchos mancebos hijos de labradores ricos, vestidos como diablos, meten a todos los amigos que allí hallan, y les dan muy bien de almorzar" (8). En Sevilla, por entonces salían las mojarrillas, especie de arlequines enmascarados que "representaban los pecados veniales", corriendo a los lados del carro de la tarasca (o dragón) y golpeando con vejigas infladas a las masas de niños (Very 1962: 73). Así, ya se tienen los dos grandes ejes rituales de la fiesta primaveral por excelencia, el día del Corpus, que confluirían en los diablícalos: por una parte, los entremeses o juegos que representaban plásticamente episodios bíblicos, míticos o simbólicos; y por otra, mascaradas callejeras informales, donde los mismos personajes se entregaban a diversiones al margen de la celebración litúrgica.
Ya se mencionan las diabladas en una descripción de los festejos con los que la imagen de la Virgen de Gracia fue trasladada en 1635 al nuevo convento erigido por los trinitarios en Granada. Según un fraile de la orden, para mayor solemnidad del acto, el cabildo municipal: "Concedió generoso y liberal todo cuanto la fiesta del Corpus tiene de excelente y especial; y junta toda la Nobleza, se formó la Procesión, a que daba principio la danza, que llaman de los diablillos, que con sus horrorosas figuras, golpes y estruendo, espantando la gente, hacían calle para dar paso a la tarasca [que] ponía terror, y causaba más miedo a el verla, escoltada de ocho horribles gigantes" (9). Aquí ya se tiene una danza de diablillos enmascarados, conectada narrativamente con la tarasca-dragón, que aunque estuviese adscrita a la festividad del día del Corpus, podía intervenir públicamente fuera de su ritual. Pero en pocos años tales personajes grotescos se convirtieron en enemigo público, como demuestran varios documentos procesales del archivo de la Real Chancillería de Granada que dí a conocer en 1990 (10).
La Justicia contra los diablillos Un dignatario judicial granadino, a mediados de 1717, decide intervenir en contra de "los abusos introducidos en esta ciudad en la víspera del Corpus y su octava", cuando: "Concurriendo a un tiempo toda la gente común (...) hablan con demasiada indecorosa libertad. También se practica salir disfrazados así de gala como de ridículo unos que llaman Diablillos (y entreaparte mojarrillas) y con el disimulo de no ser conocidos ejecutan otras demostraciones de igual, o mayor, reparo, y necesarias de remedio, pues entrando licenciosamente en las casas (...) vengar enemistades y odios (...) He dispuesto no salgan Diablillos, sino es el día Víspera por la tarde, y la mañana de la Procesión, sin extraviarse de ella (...) que la plaza se ilumine, pero no entre en ella ningún hombre con montera ni rebozo, ni mujer tapada, que suelen ser hombres con este disfraz, [haya] nueve rondas en la plaza y bocacalles, y que con cada una salga un Ministro Eclesiástico para el reconocimiento y prisión de clérigos, que son los que más inquietan". Tales medidas de orden fueron confirmadas por la corte a los pocos meses (11). Las licencias a las que se entregaban estos personajes disfrazados son muy similares a las que, en diferentes períodos históricos, se acusaba de cometer a los enmascarados carnavalescos, apreciándose otra similitud entre ambos grupos festivos: a menudo son hombres con indumentarias femeninas. La vigilancia impuesta por las autoridades granadinas no debió resultar muy eficaz, ya que la actuación descontrolada de los diablillos se extendió a otras localidades, como atestigua otro documento procesal. En 1755, el corregidor de Alcalá la Real (Jaén) informa al Rey que en su villa ha desterrado "la diabólica costumbre de los diablillos", pero que en la víspera del Corpus "de noche salen mujeres y hombres con el motivo de ver el adorno de la Plaza con disfraces ajenos de sus calidades, mintiendo tal vez su sexo (...) siendo al mismo tiempo incentivo de citas que paran en obscenidades y ofensas a Dios". Ante su petición de mayor rigor legal, el Consejo Real escribe al presidente de la Chancillería de Granada, porque "según las noticias que tengo se experimentan también, y aún mayores (excesos) en esa ciudad con igual motivo". Se contesta a la corte: "Es cierto que cuando yo vine a esta ciudad hallé toleradas muchas especies que me disonaron, y entre ellas extrañé mucho el modo conque equivocaban la devoción, el celo y el culto debido al Sacramento en el día y octava de su Celebridad, con la libertad, el escándalo y la desenvoltura, lo cual se tenía por irremediable, y se condescendía y toleraba por la aprehensión de que podían resultar inquietudes". A pesar de ello, la Real Chancillería había intervenido el año anterior para combatir tales actos: "Desterráronse del todo las tapadas y embozados en que consistía la celebridad del paseo de aquella noche y del que resultaban tantos males; y casi del todo se quitaron las danzas de enmascarados que comúnmente llaman Diablícalos (12), los cuales promovían los alborotos del Pueblo, y con la libertad establecida de entrar con aquel disfraz en cualquier casa, daban motivo a muchos escándalos y desazones, y será lo mismo que en Alcalá la Real acostumbran como en otros pueblos de este reino. En quitar del todo esta especie de danza hallamos el Señor Arzobispo y yo una gran contradicción en la ciudad y sus comisarios, pareciéndoles que faltaba sin esto una gran parte de su lucimiento, y nos hemos contentado en reducir a reglas esta extravagancia", obligándoles a identificarse, no incluir mujeres, estar siempre juntos y acompañados por dos ministros de corte "y al que se le halláse solo disfrazado se le impondrían cuatro años de Presidio". A la vista de estas decisiones, el Consejo de S. M. Fernando VI (del que hacía poco se había cesado al reformista marqués de la Ensenada) aprobó tal política de control, ordenando a las autoridades que se publicase el bando según el cual "ningún hombre pueda salir aquella noche con disfraz ni embozo" y para su cumplimiento "imponiendo en las plazas o calles más públicas soldados y Ministros" (Legajo 321-4402-57). Con sus Reales ordenanzas (1768), Carlos III regula para todo el imperio la protección armada al Corpus. Es presumible que el 'estado de sitio' decretado contra los diablícalos granadinos conseguiría corregir los 'abusos', aunque el ataque decisivo tardaría una década, al aprobarse en 1777 la ley que prohibía entrar en las iglesias a "las danzas de mujeres, hombres y diablillos que acompañan la procesión del Corpus". Y para garantizar su cumplimiento, se encargó a la tropa militar que los expulsase, como reflejan sucesivos acuerdos municipales de Granada entre 1778 y 1783. Así, el ejército borbónico español conseguiría una de sus mayores proezas al erradicar a los desordenados diablillos del ritual festivo del Corpus. Y al mismo tiempo se incluyó al ejército como nuevo elemento ritual, cometido que sigue ocupando.
A pesar de todo ello, los diablillos consiguieron mantenerse vivos en las procesiones del Corpus de Granada, transformados en los cabezudos que se enfrentan a vejigazos contra los niños (que en varios años les respondían arrojándoles huevos) e integrados en un conjunto de elementos rituales residuales con los también prohibidos dragón o tarasca y gigantes.
También
perduran
residuos de estos personajes simbólicos en fiestas del Corpus, en
España y América.
Así, bajo la denominación de diablos salen en Berga
(Barcelona), donde
un grupo de ellos, enmascarados, lanzan petardos y cohetes en todas
direcciones; y en un par de pueblos de Badajoz (Helechosa y Fuenlabrada
de los
Montes), donde recolectan donativos y sufren el lanzamiento de brevas
por parte
de la chiquillería. En tierras americanas, hay una docena de
localidades
venezolanas, donde cada jueves del Corpus Christi danzan por las calles
cientos
de diablos, al son de redoblante, maracas y cencerros, siguiendo una
tradición
que se remonta al menos a 1621. Los más famosos son los 200 diablos de
la
Cofradía del Santísimo Sacramento de los Diablos Danzantes de San
Francisco de
Yare (Miranda), que inician su actuación a la puerta de la iglesia
solicitando
al párroco su permiso y bendición para un ritual que repiten desde
mediados del
siglo XVIII. En el cementerio del pueblo oran por los diablos danzantes
fallecidos, y en la solemne procesión danzan con sus vestidos rojos y
llamativas máscaras, acercándose al Santísimo Sacramento para luego
retroceder
y temblar ante el poder de la Divina Majestad. Estas diabladas
constituyen una de las fiestas rituales más arraigadas, y "valoradas
como
expresión del patrimonio oral venezolano que por su riqueza,
significación y
tradición, refleja fielmente la identidad y diversidad cultural de
nuestro país" González y otros, "Diablos danzantes de Corpus Christi":
Por otro lado, los diablillos se han refugiado en otras festividades. Así tenemos una estrafalaria y ruidosa comparsa conocida como endiablada, que en Almonacid del Marquesado (Cuenca) el 3 de febrero honra a su patrono san Blas bailando en el templo con un extraño ritual. Que se conecta con mascaradas de fin de año del norte de la península Ibérica y centro de Europa, así como con las diabladas o danzas de diablos de pueblos mineros del altiplano de Perú y Bolivia.
Con tales referencias, se puede elaborar el siguiente cuadro comparativo histórico-etnográfico:
1.2. Las ordenanzas militares Para recorrer ahora la dinámica integradora de los cuerpos militares a la liturgia en tierras hispanas, se podría partir de las órdenes militares. En el siglo XI se fundó la orden de la Caballería de Santiago, entre cuyas constituciones destaca: "Y por más ejercicio y honra de las dos festividades del glorioso apóstol Santiago, nuestro patrón, ordenamos que estos dos días en cada un año hagan los caballeros de la orden fiestas y ejercicios militares" (Constituciones de la religión de Santiago, cap. I-III-10) En las fiestas del apóstol, se unirían pues culto y adiestramiento bélico. Pero aquí no se trata del ejército, sino de monjes-soldados. Desde muy antiguo, los guerreros acatan órdenes según jerarquías de mando. Para evitar dudas sobre competencias y para regular obligaciones disciplinarias, remuneración, castigos a desertores y simbología colectiva, se elaboraron reglamentos. Uno de ellos se refería al modo de transmitir órdenes golpeando tambores, el más antiguo instrumento musical del ejército permanente hispano (creado por los Reyes Católicos) uniéndoseles los pífanos o 'pitos' de los mercenarios suizos. Consta un código de toques en los tercios del Gran Capitán. Y, según el historiador de la música militar española Fernández Latorre, "entre ellos debe figurar ya alguno para la rendición de honores" (2000: 56) (13). Según el nivel de mando, a las autoridades se las debía honrar con diversas posiciones de los soldados armados y toques musicales.
Las soldadescas de los Austrias Felipe II organizó la milicia en su reino. Así, fue pregonado en Toledo (30-10-1565) que: "En cada ciudad hubiese cierto número de soldados aparejados para cuando les llamasen. Les otorgaba privilegios y exenciones [podían] llevar armas, cualesquier ropas y vestidos [obligados a que] en ciertos tiempos hiciesen su alarde y reseña y se ejercitasen en tirar sus arcabuces y usar de las otras armas para las que eran diputados" y la ciudad les diese "armas, munición y una bandera" (14). Luego reglamentó las milicias concejiles (1571), obligando a los leales súbditos a organizarse y poseer arcabuz, espada, rodela, alabarda o cualquier otra arma enastada.
Al final de su reinado, Felipe II intentó imponer a los concejos municipales que costeasen de sus arcas milicias permanentes o profesionales, encargadas de patrullar las costas y rechazar los desembarcos, pero la bancarrota económica lo impidió. Sin amilanarse, presionó a la nobleza para que formase "cofradías o compañías de gente de armas, que se ejercitaran y aficionasen a los plebeyos". Esta directriz regia puede relacionarse con la proliferación desde fines del siglo XVI de las soldadescas o ejercicios bélicos festivos, donde los paisanos se entrenaban con su armamento y caballos. Esta modalidad de diversión ruidosa y aprendizaje militar alcanzó tal extensión, que llegó a constituirse en elemento festivo de primer orden (Brisset 2009: cap. 39). En 1621, por la "Exaltación al trono de Felipe IV", se celebraron fiestas en Sevilla, con cuatro compañías "la de Ginoveses, la más lucida" con arcabuces, alférez tremolando estandarte y vítores al rey, con disparos, campanas, artillería del puerto, música. Y se arrojaron monedas (15). Cuando el Borbón Felipe V desembarca en España en 1701, le recibe en Fuenterrabía "un escuadrón compuesto de 800 mujeres, figurando amazonas, en traje enteramente militar", asombrando a su corte francesa (16). En 1758 a una cofradía le fue negado permiso para la función de soldadesca o disparo de arcabuces, acusados de "gastar toda la pólvora de su devoción en salvas y comidas (...) vino y aguardiente" (17). Al año siguiente fue coronado Carlos III, quién promulgaría unas reales cédulas suprimiendo las soldadescas, y el uso de cualquier prenda que pudiera confundirse con otra militar. Lo que no ha impedido la permanencia ritual festiva de este tipo de grupos armados, pervivencia de las fuerzas de autodefensa comunitarias.
Será tras la implantación de la dinastía borbónica que se reglamente con minuciosidad el protocolo militar a seguir. Así, una ordenanza de 1728 establece los diversos toques a ejecutar por los tambores, con su ampliación en 1761 a los pífanos (18).
Las ordenanzas borbónicas y franquistas El centralista y organizador monarca Carlos III, ordenó una recopilación de las diversas ordenanzas militares aplicadas en España, que ejecutó en 1764 Joseph A. Portugués. A partir de ella, promulgó en 1768 unas muy amplias Ordenanzas para fijar las normas de las actividades de sus ejércitos. Su tratado tercero se dedica a los honores militares, desde los debidos a miembros de la familia real y capitanes generales hasta los de autoridades no militares, pasando por las honras fúnebres, revistas de tropas y bendición de banderas.
El Título I, "Honores militares", en su Artículo 1 comienza con los debidos "Al Santísimo Sacramento" cuando lo lleven por la calle, al que presentarán armas y el tambor tocar la marcha, y al pasar por delante de la tropa "se le rendirán poniendo la rodilla derecha en tierra, quitándose el sombrero o gorra, y cubriendo con él la llave [del arma]", debiendo luego acompañarlo dos soldados "con sus armas afianzadas". Cuando se trate del día del Corpus, "se ejecutará lo mismo", marchando una compañía de soldados armados pero sin gorra "a los costados del palio". El Art. 6 estipula que para "toda procesión de imagen de Santísimo Cristo, la Virgen u otro Santo, las Tropas por donde pasare descansarán sobre las armas desde su principio hasta el fin; el Tambor tendrá la caja al hombro, y su fusil terciado el Oficial, haciendo cortesía cuando pase la imagen". El Art. 9 trata sobre el día de Jueves Santo, cuando las tropas "pondrán las armas a la funerala, se arrollarán las banderas y se pondrán sordinas" a los instrumentos musicales "hasta el repique de campanas en el Sábado Santo". Pasaron siglos y la paulatina pérdida del imperio, hasta que en 1901, en plena industrialización, la monarquía borbónica decide actualizarse, elaborando nuevas Ordenanzas del Ejército, armonizadas con la legislación vigente. En su tratado tercero, "Honores militares", el Tit. I, Cap. 3 se refiere a los "Honores tributados al Santísimo Sacramento, a las imágenes sagradas y durante la Misa", que no se diferencian de los del siglo XVIII, salvo que se incluye la ceremonia litúrgica de la misa. Concluida la Guerra Civil, tras anular a los republicanos (muertos, presos o exiliados) y afianzado en el poder, el caudillo de los triunfantes militares rebeldes puede dedicarse a menesteres protocolarios y modifica las ordenanzas de la corona, manteniendo la vinculación con su aliada religión oficial, tal como correspondía a su concepto de estado nacional-católico y vertical. Así el 24-7-1943 Franco firma el Reglamento de actos y honores militares, cuyo Título I trata sobre los "Honores a tributar por las tropas formadas y guardias", siendo el mayor, con "arma rendida e himno nacional", "al Santísimo Sacramento". El siguiente nivel de honra, "arma presentada e himno nacional", se dedicará a: las banderas y estandartes; el jefe del estado y su esposa y los príncipes (de sangre, casas reales reinantes; de la iglesia, cardenales; de la milicia, capitanes generales de los ejércitos de tierra, mar y aire)". En lo que respecta al Tit. II, "Guardias de honor" son las que se constituyen "a la inmediación del Jefe del Estado, su esposa, Jefes de Estado extranjeros o capitán general de los Ejércitos", integradas por una compañía con bandera y música. Según el Art. 25, también "dichas guardias tributarán honores al Santísimo, imágenes sagradas, banderas y estandartes". En el Título Tercero, "Honores Especiales", se distinguen los que deben tributarse al Smo. Sacramento y durante la misa (con himno nacional incluido), así como a las imágenes sagradas, a las que "se rendirán los honores específicos que les fueran concedidos" (Art. 42). A los capitanes general es se les asignan los mismos honores que a los Ministros Militares. Respecto los "Honores en las fiestas nacionales y religiosas", contarán con "engalanado general de los edificios públicos" y tres salvas de 21 cañonazos en las plazas fuertes y buques de guerra: "18 de julio (aniversario del Movimiento Nacional): 25 de julio (día de Santiago, patrón de España); 1º de octubre (fiesta del Caudillo); 12 de octubre (fiesta de la Raza) y el 8 de diciembre (día de la Purísima e Inmaculada Concepción de María)" (Art. 159).
Tras la alianza con Estados Unidos, el Plan de ajuste económico, la emigración masiva a Europa industrial y el turismo, la España de Franco se encuentra conque "la constante evolución de la Administración o los nuevos conceptos que informan la orgánica de los ejércitos han modificado o suprimido sustancialmente" diversas reglas; también las honras fúnebres "pueden originar en el interior de las poblaciones perturbaciones en la circulación de vehículos, dado su aumento experimentado"; lo que unido al interés de aclarar los usos del himno nacional en los actos castrenses y resolver disputas sobre los derechos de las esposas de altos cargos, "aconsejan dar una nueva redacción a dicho Reglamento". Y el 25-4-1963 se deroga el anterior por otro, que especifica que los honores se rendirán "hasta el toque de oración" o "puesta del sol"; la única esposa de autoridad que puede recibir honores es la del Jefe del Estado; y regula los procedimientos para revista de tropas y toque del himno nacional. En cuanto a "los honores a tributar por las tropas de los tres Ejércitos", al santísimo sacramento corresponde "arma rendida e himno nacional (completo)"; a las banderas o estandartes, Jefe del Estado, su esposa y Jefes de Estado extranjeros "arma presentada e himno nacional (también completo)". A medida que desciende el nivel de mando, se reducen los honores, desde sólo la primera parte del himno a que se toque la Marcha de Infantes, mientras que el arma pasa al hombro y termina descansada (en el suelo). El Tít. III, "Honores especiales", sigue dedicando al santísimo sacramento, misa e imágenes sagradas, los mismos ceremoniales. Luego se regulan "la bendición y entrega de banderas", y se estipulan las voces y cañonazos debidos a cada autoridad presente o difunta.
Las ordenanzas de 1984 y 2010 Tras la muerte del dictador y aprobación en 1978 de una Constitución que instituía un estado aconfesional, el primer gobierno del PSOE constata que "la evolución de la Administración y de las Fuerzas Armadas ha suprimido o modificado sustancialmente" la escala de autoridades; y "por otra parte, la Constitución de 1978 ha determinado la implantación de una nueva estructura de poderes e Instituciones que se considera obligado contemplar (...) además de la conveniencia de conseguir una mayor adaptación de los honores militares a los tiempos actuales, acomodando su escala y restringiendo el ámbito de su aplicación, aconsejan dar una nueva redacción" al vigente Reglamento de Actos y Honores Militares. Así, el 11-4-1984, por real decreto se deroga éste, "así como todos los Decretos por los que se conceden honores militares a imágenes sagradas". El Título preliminar dice: "Articulo
1. Las Fuerzas Armadas, representando a la Nación y en nombre de los
poderes
del Estado, serán las encargadas de rendir los honores de Ordenanza en
los
actos o ceremonias oficiales. A continuación se establece una escala que cronometra el tiempo en el que se tocarán los himnos y el número de cañonazos y voces, de acuerdo con la dignidad de la autoridad, equiparando al máximo nivel la bandera de España y el Rey. Al referirse a los "honores especiales" a rendir al santísimo sacramento, le corresponderá "arma presentada e himno nacional (primera parte)", "y ante la presencia de imágenes sagradas se adoptará la posición de firmes" (Art. 60). En plena crisis financiera y laboral, el 20-5-2010 el Consejo de Ministros estima que "en representación de la Nación y en nombre de los poderes del Estado, las Fuerzas Armadas rinden honores militares como homenaje y manifestación de respeto a la Bandera de España, al Rey y a determinadas personalidades, autoridades y mandos militares", teniendo en cuenta que: "El primer reflejo normativo sobre esta materia para adaptarse a la Constitución Española de 1978 se concretó en el Reglamento de Honores Militares [R. D. 11-4-1984]. La experiencia adquirida en su aplicación, en el contexto del programa de puesta al día de las Reales Ordenanzas, hacen necesario proceder a su actualización. Se mantienen sin grandes cambios las personalidades y autoridades a las que les corresponden honores y la gradación de éstos, si bien se reducen las ocasiones en que se reciben y, en general, se asocian a la celebración de actos." Entre las novedades se encuentran la mención expresa a quienes, "como consortes, tengan la dignidad de Princesa o Príncipe de Asturias, así como un adecuado tratamiento a los Presidentes de las Comunidades Autónomas y Ciudades de Ceuta y Melilla, como representantes ordinarios del Estado en su territorio". Luego, en su desarrollo, el "Título I. Honores militares" especifica sus niveles: Capítulo
I: A la
bandera de España. Como se aprecia, han desaparecido los honores militares a signos religiosos y la interpretación del himno nacional por bandas militares en actos litúrgicos. A ello se une que, cuando se autoricen escoltas a celebraciones de carácter religioso con tradicional participación castrense, por el derecho a la libertad religiosa la participación en los actos tendrá carácter voluntario.
Finalmente, uno de los más simbólicos nexos entre el culto católico y la estructura militar lo constituyen las imágenes sagradas a las que se concede el rango de "capitán general de los Ejércitos", a fin de tributarle los honores militares acordes. Imitando la concesión real de dicho honor a la Virgen del Pilar (1908), Franco desde 1939 fue recompensando de igual modo la ayuda celestial recibida de una amplia nómina de Vírgenes, Cristos y santos.
Los concordatos con la Santa Sede Tras el estatal Concordato de España con el Vaticano en 1753, los vientos de la revolución francesa diseminaron la posibilidad de deshacer la alianza entre trono y altar, y los asustados monarcas buscaron refuerzos. Así, en 1851 la reina Isabel II firma uno nuevo, que reafirma a la iglesia católica como la única de la nación española. En su estela, para salir del aislamiento internacional, Franco firma otro cuyos artículos iniciales especifican: "Art.
I: La
Religión Católica, Apostólica, Romana sigue siendo la única de la
Nación española
y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en
conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico. En
1978, al
garantizar la Constitución la libertad de culto y la separación
Iglesia-Estado,
se revisa el Concordato vigente, reconociendo la libertad civil en
materia
religiosa, y derogando los anteriores artículos, en Acuerdos del
3-1-1979:
2. El polémico Jueves Santo de Málaga en 2009 La alarma la dio el diario local Sur, al adelantar que "de prosperar la intención del Ministerio de Defensa, el próximo Jueves Santo Málaga recibiría a la mitad de legionarios y se quedaría sin el desembarco en el Puerto" (7-2-2009). Al día siguiente, se indignan las fuerzas vivas, comenzando con el alcalde, quien asegura "que esa propuesta se debe a una falta de conocimiento de [la] importancia y tradición de la presencia de las Legión en la Semana Santa", Según el Ministerio, la decisión -que habría adoptado la cúpula militar regional- tenía un trasfondo económico. Su propósito era dar "una imagen de austeridad de las Fuerzas Armadas acorde con los tiempos". Para el presidente de la Agrupación de Cofradías, "Defensa tendrá que retroceder. No pueden terminar con una tradición ancestral (...) El Jueves Santo en Málaga no se entendería igual sin el desembarco de la legión" y el presidente de los hosteleros malagueños alertó de la repercusión económica: "La decisión es un atentado social y turístico que demuestra un desconocimiento absoluto de lo que significan estas tropas para la ciudad". (Sur, 8-2-2009). Un día después, el mismo periódico recoge cierto malestar en la Legión, donde no habría "sentado nada bien la decisión". Por turno rotatorio y sorteo interno, cada año le corresponde venir a una compañía de uno de los cuatro tercios, además de escuadras de gastadores y la banda de música. Este año tocaba a Melilla: "Un oficial, consultado por este periódico, indicó que esta decisión no 'está tomada al azar', sino que forma parte de una estrategia para ir 'cargándose La Legión poco a poco'". Mientras, se hacían gestiones políticas por parte del PP y el PSOE locales para que Defensa dejase sin efecto la propuesta (Sur, 9-2-2009). Las gestiones fructificaron, y no se alteró el ceremonial. Que siguió igual en 2010, según informa El Mundo. Primero, sobre la guardia armada que, desde el Domingo de Ramos hasta el Miércoles Santo, cinco miembros de la Legión efectuaron al Cristo de la Buena Muerte en el interior de su iglesia, relevados cada cinco minutos (29-3-2010). La segunda, sobre el desembarco en el Puerto a paso ligero, como cada Jueves Santo de mañana, cumpliendo su compromiso de procesionar al Cristo (1-4-2010). En cuanto a la procesión del Jueves Santo, Sur informaba que la Legión y Mena "volvieron a dar muestras de arrastrar pasiones por las calles de Málaga" (2-4-2010). Así
pues, se
repitieron los actos de años anteriores, mostrados en vídeo, en
"Desembarco y
Traslado":
La visión interna o emic por parte de los organizadores, la Congregación de Mena, se aprecia en su órgano oficial, el Boletín (19).
Una colorista descripción la ofrece V. Bataller, coronel jefe del Tercio 3º de la Legión: "A lo lejos, ya se escuchan los tambores y cornetas de la banda de guerra (...) mirada al infinito, camisa abierta y cantando soy un novio de la muerte (...) movimientos simultáneos y sincronizados de los fusiles que, desde la posición de firmes y desde la de rodilla en tierra, se intercambian, giran, se voltean, bailan … Aplausos. ¡Viva la Legión!. Mientras, el Cristo de Mena marcha silencioso, escoltado por la Legión Española" (2004: 28). "La Congregación de Mena y la Legión son indisociables. Es impensable la presencia de la una sin la otra". Hay que ver esta procesión "con la inocente mirada de un niño" (Escalera 2004: 71). En cada acuertelamiento legionario, se honra a sus muertos con un altar con la imagen del Cristo de la Buena Muerte. Igual que antaño los soldados de nuestros Tercios, son "Defensores del catolicismo como parte de la misión providencial encargada a la Monarquía Española", siendo 'El Cristo de la Legión' "una de las tradiciones legionarias más antiguas" (Navarro 2004: 82). Para el cronista de la Congregación, Elías de Mateo, es una de las vistosas singularidades de la Semana Santa malagueña, aunque: "Tiene sus detractores, minoritarios desde luego y reclutados sobre todo entre el clero autoproclamado 'progresista', grupos cristianos de base y algunos, muy pocos, cofrades que hacen gala de un cierto 'purismo' (...) Asimismo, identifican esta presencia militar como la herencia indeseable de la época de Franco, rechazándola finalmente en el contexto actual de una sociedad democrática con un ejército profesional y un estado aconfesional [lo que no compartimos, ya que] resulta algo consustancial con nuestra ciudad" (2004: 42). Estudiemos ahora el proceso de integración legionaria en el ritual del Jueves Santo.
2.1. Los rituales del Jueves Santo Actualmente, la noche del Jueves Santo es la cumbre de la Semana Santa, aunque anteriormente lo era el Domingo o Pascua de Resurrección. Una de las más antiguas referencias a los actos de Semana Santa en España se encuentra en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, promulgadas en 1263, que prohíbe los "juegos burlescos" dentro de las iglesias, recomendando que en su lugar se efectúen representaciones "que estimulen a obrar bien, mueven a devoción y recuerdan la memoria de lo pasado", entre las que se pone como ejemplo "la resurrección de Jesucristo" (Partida I, Tit. VI, ley 34). En 1394, el rey de Aragón Juan I autorizó a disciplinarse en la procesión nocturna del Jueves Santo. En Castilla durante el siglo XV las celebraciones de Semana Santa se reducían a oficios litúrgicos, sin constar que se hicieran procesiones. Los seguidores de san Francisco intervinieron por entonces en la aparición de las cofradías de Semana Santa ibéricas, en concreto las de sangre o de la Vera Cruz, que se penitenciaban públicamente. La de Murcia fue fundada en 1411 y la de Sevilla en 1448 (Brisset 2009: 432). Fueron tales el incremento y excesos de los disciplinantes, que las autoridades religiosas contrarreformistas decidieron intervenir, como se aprecia en el sínodo de Guadix-Baza, reunido en 1554: "De poco acá se han instituido ciertas cofradías bajo del título de la Santa Cruz que llaman de disciplinantes [que] tienen por obligación salir vestidos de lienzo la noche del Jueves Santo y sacarse de las espaldas mucha sangre a golpes con disciplinas, lo cual parece superstición (...) nos consta disciplinarse muchachos y esclavos y hombres alquilados para ello (...) por la debilidad resultante quebrantan el ayuno y comen carne esos días [mandamos que] ninguna persona de las susodichas y especialmente ninguna mujer se disciplinen en las dichas procesiones" (Brisset 2009: 433) (20). Al llegar la Ilustración, Carlos III también prohibió en 1777 las procesiones de disciplinantes. Por entonces, era común otro ritual del Jueves Santo, cuando grupos de hombres armados pasaban la noche velando el cadáver de Cristo colocado en los efímeros 'monumentos', que representaban su sepulcro (Brisset 2009: 432).
La Semana Santa en la ciudad de Málaga Las procesiones de Semana Santa en Málaga se remontan a su conquista por los Reyes Católicos (1487), quienes ya usaban capirotes romos "para el Viernes de la Cruz". Según Elías de Mateo, los primeros documentos de asistencia de tipo militar a procesiones pasionistas malagueñas son de 1640, cuando se funda la Hermandad de las Lanzas y Picas (de breve vida), que proporcionaba escolta de carácter militar al paso del Santo Entierro "con sus lanzas negras y banderolas de tafetán negro", al mando de capitán, alférez y sargento, no necesariamente militares. La Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad se vincula con la marina de guerra desde 1756, cuando "tras una horrorosa tormenta salvaron milagrosamente sus vidas los tripulantes de una fragata de la Armada Española", al orientarse por la luz de la torre de su iglesia y conseguir arribar al puerto de Málaga, agradeciendo el favor a dicha Virgen. A lo largo de este siglo se vinculan otras cofradías con las unidades militares acuarteladas en Málaga: así desde 1770 en las procesiones de la Hermandad de Viñeros participan soldados. Pero será la Cofradía de la Soledad la pionera en integrar vistosas unidades militares dentro de su procesión, en 1851, al contar con una escolta de soldados, fuerzas de caballería y banda de música, lo que se va repitiendo, y desde 1860 extendiendo a las restantes cofradías pasionistas, hasta el punto que "las fuerzas de escolta eran prácticamente imprescindibles en las procesiones" Este modelo de participación militar para mayor vistosidad y orden, contaba con las tropas "de los numerosos cuarteles con los que contaba la ciudad, así como los barcos de guerra surtos habitualmente en el puerto". Interrumpido por la Revolución de 1868, se prolongará hasta los primeros años del siglo XX (Boletín 2004: 42-66). En 1881, en el popular barrio del Perchel se funda una nueva cofradía. Buscando una imagen para procesionar, "abandonada, llena de polvo, olvidada" en una iglesia encuentran una escultura de Cristo en la cruz "yerto, sangrante, exangüe", talla barroca encargada en 1663 por el provincial de los dominicos para presidir la gran sala de su convento "que el inmortal imaginero granadino Juan de Mena labrara en un momento de inspiración", y al año siguiente la sacan a la calle (La Saeta, 1928). A finales del siglo XIX, las protestas obreras conmocionaban una sociedad malagueña donde languidecían las cofradías, que en el caso de ésta, que daba culto al llamado Cristo de las Cinco Llagas e "integrada por elementos populares y de mala vida", se limitó a funcionar como mutualidad de entierros. Respecto a la Semana Santa en su conjunto, a pesar de la escolta militar a las procesiones, en 1901 sólo salió una (de Mateo 1997: 18-49; 2004: 42-66). Destacados "miembros de la aristocracia y la alta burguesía local", en 1915 deciden implicarse en revitalizar el culto, y fusionan dos antiguas hermandades de los dominicos: la de la Virgen de la Soledad (una de las más significadas, desde su fundación a mediados del siglo XVI) y la más humilde del Cristo de las Llagas, en la nueva Congregación de Mena, encargada de volver a procesionar al Cristo yacente renombrado como de la Buena Muerte "con elementos lujosos y espectaculares" y voluntad decidida "de proyección exterior". Un nuevo impulso cofradiero lleva en 1918 a la aparición de una Guardia de la Roma Imperial de aspecto teatral, aceptando el rey Alfonso XIII ser nombrado Hermano Mayor Honorario de la Congregación de Mena, cuya procesión se erige en una de las más brillantes de la ciudad, con la inclusión de la Guardia Civil a caballo, banda de música y piquete de honor del regimiento Borbón. Al siguiente año se engalana con armaduras de la época de los Reyes Católicos y capirotes con hilos de oro (El Regional, 1-4-1920). También los congregantes rendían guardia en su capilla al Cristo "sobre lujoso catafalco rodeado por flores", durante tres días desde el Domingo de Ramos. Los poderes económicos de la ciudad se plantearon atraer forasteros a las procesiones, y para potenciarlas, apoyan la creación de la Agrupación de Cofradías en 1921, cuando el desastre de Annual hace tambalear el régimen monárquico. Málaga y su activo puerto eran lugar de embarque de soldados y materiales con destino a las guarniciones de Marruecos. La ciudad, que ejercía de retaguardia, también atendía a los heridos en las campañas. Pero la guerra de Marruecos, con la incesante sangría de los soldados de reemplazo, provoca el rechazo popular a la presencia en el Norte de África. Para superarlo, en 1911 se crean las Fuerzas Regulares de Ceuta y Melilla, unidades de choque de infantería profesionales y bien entrenadas, especialmente formadas por nativos. Como se verá luego, en 1920 se funda el Tercio de Extranjeros o Legión. Según la tradición oral en la Congregación de Mena, a los pocos meses algunos congregantes entablaron amistad con jóvenes oficiales del Tercio recién constituido, de paso obligado hacia Melilla, quienes se fueron haciendo devotos del crucificado tallado por Mena. Y en la Semana Santa de 1921, de manera informal, un oficial acompañó su procesión, lo que parece repetirían otros oficiales en los siguientes años. Durante la Dictadura del general Primo de Rivera (iniciada en 1923), con el entusiasta apoyo de las autoridades alcanzarán su 'edad de oro' la Semana Santa malagueña y, en especial, la Congregación de Mena, cuyo hermano mayor en 1924 es el opulento comerciante Félix Sáenz, quien fuera senador del reino y gran apoyo del dictador. 1925 va a ser fecha clave. El constructor Antonio Baena, quien había sido Mayordomo de Mena antes de convertirse en presidente de la Agrupación, viaja a la corte para gestionar la asistencia de algún miembro de la familia real a las celebraciones religiosas en una ciudad que aspiraba a desbancar a San Sebastián y Niza como destino turístico. Quien llegó en barco fue Primo de Rivera, para reunirse con el general Sanjurjo, jefe del ejército de África, y el teniente coronel Franco, jefe de la Legión, para decidir un plan de contraataque. Los miembros de la cúpula bélica, en unión del obispo Manuel González (hoy día beatificado), presidieron el cortejo procesional del Cristo de Mena, al que acompañaba la banda de cornetas de la Legión, en la que es su primera intervención oficial en una Semana Santa malagueña en la que salieron 21 procesiones, incluyendo otra cofradía interesada en relacionarse con los húsares de caballería.
2.2. El espíritu legionario Recorramos ahora la historia de una Legión estrechamente ligada al dictador Franco (21). Éste, siendo teniente con 19 años, en 1912 pide destino en Melilla, para combatir en la 3ª campaña de Marruecos, incorporándose a las recién creadas Fuerzas Regulares de Indígenas, marroquíes al servicio de la metrópoli. Al mando del ejército de África estaban el general Primo de Rivera y los comandantes Queipo de Llano y Millán-Astray. Éste último, en 1919 visita acuartelamientos de la legión francesa en Argelia, ya que "soñaba con crear en el norte de África, según la inspiración francesa, pero con características hispanas, una división aguerrida de soldados profesionales", nuevos tercios de Flandes que aspiraba a que fuesen "caballeros legionarios" (Cierva 1972: I, 151). Meses después, convence a Franco de participar como su lugarteniente.
El 4-9-1920 por Real Decreto se forma el Tercio de Extranjeros, compuesto por tres banderas tipo batallón, pero más autónomas y móviles, y comienza el reclutamiento. Franco se encargó de organizar e instruir, incluso diseñando el atuendo legionario. En abril 1921 tienen su bautismo de fuego y su primer muerto, sin llegar a intervenir en la derrota de Annual meses después. Se frenan los combates, y en 1923 Milán Astray es sustituido como Jefe del Tercio por Franco, quien retoma su credo legionario: "el espíritu del legionario es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad". Poco después, se rebelan en Málaga los soldados del servicio militar que enviaban a Melilla, por lo que se suspenden tales embarques. A las tres semanas, el pronunciamiento del general Primo de Rivera instaura un gobierno militar. En julio 1924, éste inspecciona Ceuta y Melilla, y con Franco revista las tres banderas del Tercio, decidiendo acantonar las tropas en plazas fuertes. En la ya mencionada reunión de los jefes militares africanos en Málaga durante la Semana Santa de 1925, se aprueba el plan propuesto por Franco al rey para atacar el centro de la rebelión rifeña, desembarcando en las playas de Alhucemas, y dominar el eje Ceuta-Melilla. Tras reunir numerosos navíos y tropas, el 8 de septiembre tiene lugar el desembarco, con el general Sanjurjo como jefe y Franco en vanguardia con la Legión, con gran éxito. En recompensa, Franco asciende a general, y esta operación le servirá de ensayo para su cruce del estrecho con el ejército de África en 1936 para destruir la República.
1928 Volviendo a Málaga, el general Sanjurjo acepta en 1927 ser Mayordomo Honorario de la Congregación de Mena, agradecido a su Cristo "por las veces que ha velado por mí" (Boletín 2004: 49). El fervor por este Cristo era compartido por legionarios heridos y evacuados al hospital de sangre de Málaga, agradeciéndole la curación. Al año siguiente, el general africanista y alto comisario en Marruecos llegó en hidroavión al puerto, presidiendo la procesión de Mena. Este año se conmemoró el tercer centenario del nacimiento del escultor Pedro de Mena, y su congregación otorgó otro título de hermano mayor honorario al entonces jefe del Tercio, y a todos los hombres a su mando el de "hermanos predilectos". También, al puerto arribó en su primera singladura el buque-escuela "Juan Sebastián Elcano", con el rey Alfonso XIII de pasajero, quien fue agasajado por la congregación.
En 1929, año del crack bursátil, en la deprimida Málaga por un lado crecían el descontento popular y los ideales revolucionarios, y por otro, la Congregación de Mena se identificaba con la causa monárquica, al constituir una Junta de Gobierno honoraria con el rey como hermano mayor, la reina Camarera Mayor, el infante don Jaime mayordomo mayor, y como mayordomos y camareras una amplia lista de duques, marqueses y condes (La Saeta, 1929). A causa del temporal, la Legión que había sido invitada a participar, no pudo acudir desde Ceuta. Meses después, el dictador cedió el poder presionado por republicanos. La Semana Santa de 1930 fue presidida por el infante real, y destacó la participación de la Legión. Según la prensa, se trataba de "una compañía de legionarios con escuadra de gastadores, banda de cornetas y tambores, al mando de un capitán y cuatro oficiales [llamando] la atención su hermoso carnero-mascota por los adornos que lucía". En la procesión escoltaron el trono del Cristo de la Buena Muerte, y "al terminar las marchas los legionarios accionaban con las cornetas en alto, siendo causa de murmullos de admiración y profundos aplausos", aportando "una solemnidad y brillantez inusitadas" (La Unión Mercantil, 18-4-1930). La bandera que portaban sería la bordada por la misma reina, entregada personalmente a los legionarios en Ceuta a fines de 1927, dando fin a la guerra de Marruecos. (Cierva 1972: 287). Millán-Astray les felicitó por telegrama, al haber "demostrado su inmarcesible gallardía en la Paz como en la Guerra" (Boletín 2004: 70).
Para corresponder a las atenciones recibidas, la Legión invitó a los congregantes a sus cuarteles africanos, y partieron dos expediciones. La primera visitó Ceuta, donde la agasajó el jefe de Legión, coronel Liniers, quien al brindar en una cena de gala "en exaltadas y sublimes palabras dijo la razón por la que el Cristo de la Buena Muerte había de ser y será siempre el Patrón de la Legión". En gratitud, el hermano mayor "invitó a la Legión a venir a Málaga todos los Jueves Santos. Como nota simpática, los congregantes de Mena regalaron un collar de lujo al carnero Bartolo" (La Unión Mercantil, 18-4-1930). La segunda fue a Melilla, donde nombraron Hermano honorario a todo legionario. Entonces, "los legionarios filiaron al Cristo de Mena -¡qué genial idea!- como ingresado en el Tercio. 'Jesús de Nazaret' escribieron en las casillas del impreso de alistamiento, 'hijo de José y de María, de 33 años (...) causa alta en el Tercio en el día de hoy" (Fernández de Latorre 2000: 448). A la vuelta, se dio de alta "como hermanos efectivos, individualmente, a todos los jefes y oficiales que actualmente [y en lo sucesivo] presten servicio en la Legión". Así, "en un ambiente de exaltación patriótica, militar y cofrade se pusieron las bases de unas relaciones humanas" que siguen vivas, basadas "en unos postulados ideológicos-religiosos comunes" (de Mateo 2004: 57-59).
Los tiempos republicanos 1931 es otro año crucial en esta historia. En plena crisis económica y auge del republicanismo, hay gran oposición pública a que el ayuntamiento siga subvencionando con dadivosidad los desfiles procesionales. Coinciden una feroz campaña de elecciones municipales (que se planteaba como plebiscito entre monarquía y república) con la Semana Santa, en la que volvieron a salir 21 procesiones en Málaga. Según la crónica contemporánea de Eme Ge en La Unión Ilustrada: "Existe una cofradía que tiene por sobre todas sus cualidades altas, la emoción que le presta el fervor de las tropas legionarias, formadas por espíritus recios que, enamorados de la Muerte, apasionados de ella, han buscado su símbolo perfecto en este Cristo que talló Pedro de Mena y que es la encarnación más viva de la muerte serena y redentora. De la Buena Muerte. Los legionarios: todos los años, en la mañana del Miércoles Santo, Málaga se engalana para recibir a sus huéspedes [y el Jueves Santo por la noche] la calle hierve del entusiasmo religioso y pagano al mismo tiempo, y contempla el desfile de su Cristo único, escoltado por los bravos de la Legión. Viriles, como aquellos legendarios guerreros de las tropas de Castilla". Esta vez la escolta sumó 72 oficiales, 302 legionarios, 66 músicos y el carnero Bartolo. Como gran novedad, los legionarios sustituyeron a los congregantes para mantener guardia continua (relevándose de hora en hora en número de cuatro) ante el catafalco de la imagen del Cristo en su capilla. Y el trono de la Virgen de la Soledad fue escoltado por la Guardia Civil en traje de gala (La Unión Mercantil, 2 y 3-4-1931). Las
elecciones
en Málaga ciudad tuvieron el siguiente resultado: la alianza
republicano-socialista alcanzó 32 concejales, mientras que la coalición
monárquica
consiguió 14, lo que demuestra las preferencias de la población;
elecciones
municipales 12-3-1931:
Decretada la separación de la iglesia y el estado, en los años republicanos no salieron militares en las procesiones (a veces sustituídos por escuadras de falangistas), y la congregación se limitó a cultos internos. En cuanto a la Legión, en la década de los treinta forjó su sangrienta imagen.
2.3. Historia ocultada de la Legión "La
Legión
ha tratado siempre de promover un particular 'culto al combate' y una
manera
diferente de ver la muerte (recordemos las palabras que su fundador,
Millán-Astray;
profirió en más de una ocasión: "¡Viva la muerte!" ), probablemente
este tipo de credo fue elaborado para favorecer los actos heroicos, tan
valorados en estos tipos de cuerpos. Desgraciadamente también cuenta
con su
lado oscuro: durante la represión de los movimientos nacionalistas del
Rif y en
la colonia de Guinea Ecuatorial, unidades de la Legión actuaron con una
extrema
dureza innecesaria contra los insurgentes, por lo que fueron acusadas
de
cometer secuestros y asesinatos de rehenes civiles, torturas y otras
acciones
represivas dirigidas a aterrorizar al 'enemigo', como cortar cabezas.
Posteriormente, fueron acusados de repetir el mismo patrón represivo
tanto en
la Revolución de Asturias como durante la Guerra Civil española",
Centro
de Estudios Históricos:
La Legión en octubre de 1934 En el artículo "Un libro recoge las actuaciones del Tercio de Extranjeros en la revolución asturiana" (La voz de Asturias 25-4-2005), P. Menéndez expone cómo el foco revolucionario asturiano de 1934 provocó cambios en el ejército y, particularmente, en sus tropas coloniales: "La Legión escribirá, con su proceder en la tragedia asturiana, el inicio de su particular leyenda negra para la mitad de los españoles". José Luis Rodríguez, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, dedica un notable espacio en su libro A mí la Legión (Barcelona, Planeta, 2005) a seguir los pasos de las tropas legionarias en el octubre asturiano. Hasta entonces, el Tercio de Extranjeros "tiene una imagen, de forma general, muy positiva", explica Rodríguez. Una percepción motivada por tratarse de "un ejército profesional, que va a evitar que mueran los de siempre, los hijos de las familias pobres". Esto se llevará a la práctica en la guerra de Marruecos. La batalla, en 1921, de Annual, en la que mueren 7.000 soldados, dará categoría de héroes a los legionarios que refuerzan Melilla y evitan la caída de la plaza, acción que magnificará, señala Rodríguez, la prensa monárquica. Trece años más tarde, los acontecimientos de Asturias legarán una imagen muy distinta de la Legión, basada en su brutalidad y crueldad extremas. Ideada como ejército colonial y, por tanto, para actuar fuera del territorio español, "las tropas legionarias estaban acostumbradas a la guerra de Marruecos, donde la toma de prisioneros no era una práctica habitual, y sí lo eran el saqueo y el pillaje". Su presencia en Asturias, por orden de un joven general Franco que durante la crisis será el asesor del ministro de la guerra, será su primera actuación en territorio metropolitano". Acuden dos banderas legionarias [2.000 hombres "combatientes muy experimentados"] que tienen pocas bajas [13 muertos y 46 heridos]. Respecto a la crueldad con que se empleaban las tropas coloniales, el autor no duda en admitir "su comportamiento brutal", para con civiles en Oviedo y en su entrada por el Nalón y el Caudal. El temor que inspiraba la Legión quedará de manifiesto en el acuerdo de rendición de los dirigentes mineros, en el que solicitaban que el Tercio, una vez sofocada la revuelta, no entrase en las cuencas. Un acuerdo que "si lo hubo, no se cumplió, según vi en los diarios de operaciones de la Legión", afirma el autor. Si bien la Guardia Civil y la venganza de algunos prisioneros de los revolucionarios protagonizaron la represión, no se quedó al margen la Legión. La brutalidad del Tercio, que prolongó su estancia en Asturias hasta marzo de 1936, permanecerá desde entonces en la imagen colectiva y como enseña de la disciplina en el propio cuerpo".
Lo
anterior es
confirmado por otros autores: "hay muchas declaraciones sobre la
violencia
incontrolada de estos hombres [tropas coloniales], desatados en
acciones de
saqueo y limpieza absoluta. A estas acciones violentas incluso se opuso
el Ejército" (22), Octubre 1934 en Asturias:
La masacre de Badajoz La
identificación
de la Legión con el alzamiento y el franquismo va a ser total en esta
contienda, desde el mismo 17 de julio, cuando la guarnición de Melilla
es la
primera en sublevarse contra la República, declarando el estado de
guerra en
Marruecos. A los dos días, Franco vuela allí para tomar el mando de los
rebeldes, y el 6 agosto cruzan el estrecho de Gibraltar por mar y aire,
en lo
que sería el primer puente aéreo militar de la historia. El teniente
coronel
Yagüe, al frente de una columna del ejército marroquí avanza por
Extremadura:
ocupan Mérida el 11 de agosto, y tres días más tarde Badajoz. En el
coso de su
plaza de toros Yagüe ordenó el encierro de los prisioneros, la mayoría
civiles.
Sigue viva la polémica sobre lo que realmente sucedió allí, aunque
fuentes
fiables narran atrocidades, incluyendo ametrallamientos masivos. Tras
la muerte
de Franco, se pudo publicar una investigación sobre esta macabro
episodio
silenciado, "Las matanzas de Badajoz", Tiempo de Historia,
julio 1979:
En 2005 amplía los datos Raúl Calvo Trenado, en un artículo difundido en diversos foros en internet sobre la historia de la Guerra Civil. Las primeras noticias de la matanza de civiles en Badajoz la dieron los periodistas franceses Dany y Berthel y el portugués Mario Neves, quien relata sus impresiones en el Diario de Lisboa: "Acabo
de
ser testigo de auténticas escenas de desolación y horror de las que no
me
olvidaré mientras viva. Cerca de los establos todavía pueden verse
muchos
cuerpos yaciendo como resultado de la implacable justicia militar. En
las
avenidas, una no muy larga mirada como la que he echado esta mañana,
muestra
una larga hilera de cadáveres insepultos tirados allí, los legionarios
extranjeros y las tropas moras que están encargados de las ejecuciones
quieren
que los cuerpos resten en las calles para que sirvan de ejemplo,
consiguiendo
el efecto deseado". El periodista norteamericano Jay Allen publicó la crónica "Masacre en Badajoz" en The Chicago Tribune (25-8-1936) y si bien utilizó información del bando franquista y además era partidario de éste, narró lo que vio, siendo acusado de "calumniador" por los rebeldes: "Esta es la historia más dolorosa que por mi azar me tocó realizar (...) Hubo fuego, hay cuerpos quemados. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que los legionarios extranjeros del general Franco y los moros treparon sobre los cuerpos (...) miles fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad (...) desde entonces de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día (...) Los moros y legionarios están saqueando".
Para Gerrard Winstanley: "1) Esta matanza respondía a una estrategia terrorista muy calculada de avance y ocupación del territorio. Legionarios y marroquíes avanzaron desde Sevilla a Madrid por un territorio que les era hostil en lo político, y en columnas de unos pocos miles (e incluso de sólo centenares) de hombres. Así se lograban tres objetivos: a) liquidación física de la oposición en la retaguardia; b) castigos masivos y ejemplares (la represión era tanto más dura cuanto más hubiera resistido una localidad a legionarios y marroquíes); c) sembrar el miedo en las siguientes poblaciones a conquistar, con la intención de eliminar toda posible resistencia o de provocar huidas en masa. Era, por cierto, la misma estrategia terrorista que se había aplicado en el Rif (donde, como en el avance de Sevilla a Madrid, se hicieron los primeros ensayos de bombardeos terroristas por la aviación militar española). 2) La matanza de Badajoz no ha sido negada ni por los franquistas ni por los neofranquistas. Lo que han hecho ha sido relativizarla. Francisco
Espinosa, en La columna de la muerte: el avance del ejército
franquista de
Sevilla a Badajoz (Barcelona, Crítica, 2003), habla de 6.610
ejecutados por
legionarios y marroquíes en su avance entre Sevilla y Badajoz, de los
que
documenta 1.389 en el mismo Badajoz. Espinosa basa estas cifras en
nombres y
apellidos, obtenidos a partir de los archivos municipales, y advierte
que son a
la baja y que podrían más que doblarse, empezando porque estos archivos
están
incompletos, mientras que los soldados del Ejército de África muertos
al tomar
Badajoz fueron menos de 50 La mayoría de los legionarios eran
españoles, más de
un 90%, al contrario de lo que ocurría en la Legión Extranjera
Francesa", citado por Winstanley, 27-8- 2006: En
plena Guerra
Civil, la Hermandad de la Buena Muerte (o de los Estudiantes) de
Sevilla, en
cabildo general del 12-3-1937 declara que su advocación, el Cristo de
la Buena
Muerte, es proclamado patrón de la Legión, y su jefe el general
Millán-Astray
nombrado hermano mayor honorario, y en la Semana Santa de dicho año
escoltan el
paso una escuadra de legionarios (J. A. Calderón, ex rector de la
Universidad
de Sevilla, ABC 2-12-1991:
En la Málaga del franquismo Málaga y su provincia fueron ocupadas por las tropas nacionales e italianas: "En febrero de 1937, entre 60.000 y 100.000 personas salieron de Málaga hacia Almería por la carretera de la costa. Huían de las tropas franquistas. En el intento murieron al menos 5.000 republicanos. Caían de hambre. Caían disparados por dos barcos, el Cervera y el Canarias, que costeaban junto a ellos. Caían asediados por la aviación alemana y ametrallados desde los montes. Eran en su mayoría mujeres y niños. Ayer, 180 supervivientes de la matanza se reunieron en Málaga (...) y nos lo contaron" (El País, 24-5-2004). Al año siguiente, en Semana Santa, el Sur de la Málaga nacional publica un artículo de Ricardo Fernández sobre "La Legión y el Cristo de la Buena Muerte" donde se rememora: "Pasa la Legión, majestuosa, sublime, encarnación de la virilidad nimbada por el sacrificio (...) Altivos, gallardos, precedidos del Banderín del Cristo de Lepanto cruzan la ciudad escoltando a su Patrón (...) Toques de clarines que suenan a combate, en un ambiente de paz ficticia. Hercúleos gastadores. Les sigue 'Bartolo', el carnero mascota con sus cuernos y pezuñas lustradas de purpurina (...) ¡Hermandad de Mena! Legión mil veces victoriosa que en el ayer de África y en el hoy de nuestra cruzada evidencias que no en balde eras la de Millán-Astray, Franco (...) Legión de héroes anónimos que años más tarde cruzabais el estrecho para salvar una Patria y una Civilización" (Sur, 17-4-1938). Este año salieron dos procesiones, una el Viernes y otra el Domingo de Resurrección, y al llegar a la catedral sonó el himno nacional: "En este momento, comienza La Nueva Era Procesional de la Inmortal Semana Santa malagueña" (Sur, 17-4-1938). A lo largo de la guerra civil, la Legión participo en un total de 3042 acciones bélicas.
En 1939 se fundó la Cofradía del Santísimo Cristo de los Caballeros Mutilados (a cuya imagen titular le faltaba una pierna), y su hermano mayor, el general Millán-Astray (tuerto y manco) acudió a la procesión junto con un centenar de mutilados de guerra andaluces. 1942: Una nueva escultura reinterpreta al Cristo de Mena, a cargo del escultor malagueño Palma Burgos, y sale por las calles de Málaga, manteniendo el nombre "de la Buena Muerte". 1943: La Compañía de Honores de la Legión vuelve a escoltarla, siendo trasladada a partir de ahora en buques de la Armada en vez de los anteriores cargueros.
1948: Se inicia el ritual de que el estandarte del Cristo sea custodiado cada año en un acuertelamiento diferente, produciéndose el relevo el Domingo de Resurrección. 1949: Hojas de propaganda invitan a los malagueños a acudir al puerto para recibir "a la gloriosa Legión". 1952: El director de la música del II Tercio (Ceuta) adapta El novio de la muerte como marcha procesional. 1960: Se instaura la costumbre de que cada Tercio posea en su cuartel una réplica de la imagen del Cristo Buena Muerte. 1973: El trono del Cristo es llevado por cofrades, y no hombres pagados. Se colabora con la película de Rafael Gil sobre la Legión donde reluce su vinculación con el Cristo de Mena. 1974: Polémica, porque pese a las protestas de los hombres de trono, el del Cristo fue portado a hombros por los legionarios y "se institucionaliza la contribución económica de la Legión" (Boletín 2004: 17).
En la Málaga posfranquista 1977: Durante la procesión los legionarios fueron increpados por grupos de antifranquistas, resultando "algunos incidentes por falta de seguridad" (Boletín 2004: 17). 1978: "Estuvo a punto de no autorizarse la participación de la Legión", por el riego de altercados, aunque luego se mantuvo (Boletín 2004: 17). 1980: Se recupera la reliquia de una pierna del Cristo de la talla original de Mena. -El Tercio IV de La Legión se establece en Ronda, y la subinspección se traslada a Málaga, con lo que aumenta su presencia en las actividades de la congregación. 1983: Un piquete de infantería de marina asiste a la procesión de la Virgen de la Soledad, y la banda de música toca la salve marinera. 2000: El 12 de marzo, el arzobispo castrense monseñor Estepa, a petición de la Legión Española, reconoce oficialmente como su protector al Cristo de la Buena Muerte representado en la imagen venerada en Málaga. 2003: A iniciativa de la Congregación de Mena, se conmemoró el 75 aniversario de la primera singladura del "Juan Sebastián Elcano" con otra escala del navío, que esta vez traía a bordo al nieto de Alfonso XIII y monarca vigente, uniformado como capitán general de la Armada.
Por
otro lado,
en 1987 se reformará la Legión. En un pleno del Senado, el senador
Antonio
Romero (IU) pidió su disolución, por "estar ligada al pasado
colonial" y producir sus miembros "un impacto negativo en la población
civil de las ciudades en las que está establecida [refiriéndose] al
gran número
de delitos en los que se han visto envueltos los legionarios". Narcís
Serra, ministro de Defensa, respondió que "coincidía en parte con sus
preocupaciones", pero que no sería disuelta, sino que "sufrirá un
proceso de modernización", ABC 26-11-1987:
¡Soy el novio de la muerte! Para relevantes miembros de la Congregación de Mena: "Hemos creado una familia legionaria y cofrade unida y fructífera" (A. Mendiola, hermano mayor), floreciendo "una historia de amor, entre la Legión y el Cristo de la Buena Muerte" (Pedro L. Gómez, en su pregón del 2003), hasta el punto que: "La belleza plástica escenificada en las calles malagueñas cada Jueves Santo, el Cristo con sus legionarios y la Soledad de Mena con la armada, hacen posible que el canto hecho plegaria, con el Novio de la Muerte [y] la Salve Marinera (...) sean una seña de identidad de nuestra Semana Mayor" (F. J. Souvirón, director del Boletín 2004: 5). Veamos ahora la gestación del canto que más ha colaborado para tal identificación.
Inicialmente
fue
un "cuplé" para el teatro, popularizado por la bailarina, tiple cómica
de zarzuela y luego tonadillera Mercedes Fernández, conocida
artísticamente por Lola Montes. En julio de 1921 estaba en
Madrid a punto de
salir de gira
por Málaga, cuando se encontró por la calle a uno de sus letristas,
Fidel
Prado, quien le entregó el cuplé que acababa de componer, con música de
Juan
Costa, inspirado por la primera muerte en combate de un legionario,
quien se
dice llevaba en el bolsillo unos versos que redactó al enterarse del
fallecimiento de su novia. La cantante la incluyó en su espectáculo de varietés.
En el teatro malagueño la escuchó la duquesa de la Victoria, directora
de los
hospitales de la Cruz Roja en Marruecos. Y, tal como recordaría Lola en
el ABC del 6-10-1976: "aprovechando que yo me encontraba en Melilla durante el verano de 1921, en pleno asedio de la ciudad", por iniciativa de la duquesa la contrató una compañía teatral: "como fin de fiesta. Y en mi programa figuraba esta canción, cuyo tema era exaltar la valentía y heroicidad de la Legión. (...) Mi actuación fue un éxito indescriptible. Cuando aparecí en el escenario vestida de enfermera, el público, compuesto por relevantes figuras de la vida civil, jefes, oficiales y tropa, me dedicó una entusiasta ovación [y] esta canción-himno me la hicieron repetir tres veces". El jefe del Tercio, Millán-Astray, reconoció la fuerza emocional del cuplé, convirtiéndolo en canto legionario que se interpretaría al ritmo de marcha. "Al Credo de Millán-Astray le faltaba algo, necesitaba el paso a lo trascendente, el salto litúrgico hacia lo divino" (Cayetano Utrera, Boletín 2004: 69). En
1952, el
director músico de la banda del Tercio, Ángel García, lo adaptó al
lento paso
procesional en la Semana Santa de Ceuta. Días después, se cantó en
Málaga,
teniendo tan buena acogida que se repitió sin parar, siendo ahora "Una
muestra de la continuación de las tradiciones religiosas de los
ejércitos de
España, que renovada en nuestro acto anual de culto público, permite a
la Legión
entroncar con el legado de sus antecesores: los míticos soldados de
nuestros
Tercios. También hay una catequesis pública (...) ¡Es una marcha
militar que
nos acerca a Dios!" (J. M. Navarro, Boletín 2004: 80). Para
divulgar la letra de esta canción, un entusiasta la incluyó en un video
publicitario del Ministerio de Defensa, "El novio de la muerte": http://www.youtube.com/watch?v=5zaVLWih8vg Finalmente, la participación de los legionarios en procesiones de Semana Santa se ha extendido a otros pueblos de la provincia, como Ronda, Antequera y Alhaurín el Grande. En este último, se vinculan a la cofradía "de arriba" o "de los verdes", con niños vistiendo el uniforme legionario dentro de la iglesia. En cuanto a su papel social, para el antropólogo malagueño Antonio Mandly, "al nivel local se oponen dos aspectos de la Legión: la defensora de los ricos y la de los pobres (que permitía a los asociales o lumpen elevar con orgullo su estatus social al de 'caballeros legionarios'); la depositaria del régimen franquista y la populista, con numerosos jóvenes vecinos de los barrios populares -la Trinidad, el Perchel- desesperadamente alistados en el reclamo que les ofertaba nada menos que enderezar sus vidas. Su rol público sirve para una especie de administración de lo popular o empoderamiento emocional, a cargo de sectores conservadores" (entrevista del 21-1-2011).
3. Constataciones Respecto a las polémicas del inicio, los partidarios de las ordenanzas absolutistas de Carlos III aducen como argumento "la tradición", cuando se trata de elementos que se han ido integrando por motivos políticos que no tienen que ver con la esencia religiosa de tales celebraciones. Tras investigar el tema, podemos constatar que: 1) La tropa militar interviene en los festejos del Corpus para impedir que gente disfrazada de diablillos se libre a la expansión erótica y la crítica social. Así, la diablada que durante siglos acompañaba la procesión del Corpus, a mediados del siglo XVIII será reprimida y luego prohibida. Desaparecido el enemigo a combatir, la presencia de la tropa perdió su sentido inicial. 2) La monarquía borbónica se identificó con el estado, la religión y el ejército; regulando honores de carácter militar a tributar tanto a autoridades como símbolos religiosos. 3) Ciertos aspectos sensoriales de los rituales semilitúrgicos primaverales y callejeros (como su vibrante música, coreografía militar, ondeantes banderas, lujuriosos aromas) desencadenan emociones instintivas y se convierten en espectáculo que atrae forasteros. 4) Consecuencia de lo anterior, adquieren reclamo turístico. Ambas celebraciones fueron declaradas Fiesta de Interés Turístico Internacional, la malagueña en 1965 y la toledana en 1980. En el reciente FITUR 2011, Málaga presentó un paquete turístico llamado viernes de cuaresma "para que el visitante sienta la Semana de Pasión y viva en directo algunas de las tradiciones de estos desfiles desde el seno de las hermandades" (Sur 22-1-2011). 5) Se aprecia una complacencia en la jerarquía eclesiástica (23) hacia el mantenimiento de una simbología y unos valores bélicos que no parecen reflejar el "día del amor fraterno" (Jueves Santo) ni la sacramentalidad del "día del Cuerpo de Cristo" (Corpus). En el caso de los legionarios, depositarios de la ideología y la política represiva del caudillo Franco, ofician su peculiar culto a la muerte. Y si Jesús de Nazaret lo hubiese deseado, se habría alistado en la legión romana. Respecto a su actitud ante las armas, cuando Pedro apóstol hirió a uno sus prendedores para evitarle la pasión, le ordenó: "Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán" (Evangelio de Mateo 26,52).
Notas 1. "La antropología, partiendo
de una visión
comparativa que la llevaba a construir taxonomías de 'los sistemas
políticos',
se ha ido orientando hacia formas de análisis que estudian las
prácticas y las
gramáticas del poder poniendo de manifiesto sus expresiones y sus
puestas en
escena. Este enfoque siempre ha hecho hincapié en la estrecha
imbricación entre
el poder, el ritual y los símbolos. Los antropólogos, lejos de pensar
que hay
un corte neto y casi preestablecido entre lo que es político y lo que
no lo es,
pretenden entender mejor cómo se entretejen las relaciones de poder,
sus
ramificaciones y las prácticas a las que dan lugar. La investigación
trae a la
luz los lugares de lo político que no corresponden
necesariamente a
nuestra percepción empírica, que tiende por su parte a limitarse a las
instancias formales de poder y a las instituciones" (Abélès 1997: 1).
2.
Siguiendo especialmente a
Leach, Turner, Grimes,
Geertz, Foucault, Bourdieu, García y Velasco, en "Investigar las
fiestas", Gazeta de Antropología núm. 25 (2009): 3.
Se reúnen en los veranos en
encuentros o trobades
de diables: 4. A recorrer su historia dedico el cap.14 de mi libro La rebeldía festiva (2009). Es curioso que en 2011 la Comunidad de Madrid declarase festivo el Jueves de Corpus, mientras el arzobispado mantenía la fiesta litúrgica en el domingo siguiente. 5. En 1574, el Ayuntamiento de Utrera pagó un San Miguel matando la Tarasca-dragón (Rodrigo Caro 1947: 45). 6. En la consueta catedralicia de 1360 se menciona que esta fiesta había sido instituida allí por Berenguer de Palaciolo, muerto en 1314. Según J. Sol y Padrós, en nota a Leandro Fernández Moratín, Orígenes del teatro español (1828), Madrid, BAE II, 1944: 152. 7. Constan en 1459 (Valencia) y 1498 (Sevilla), según Very 1962: 89. 8. De Santa Cruz, Melchor: Floresta de apoteghmas, Bruselas, 1598, citado por Noel Salomon en "Sur les representations theatrales dans les 'pueblos' des provinces de Madrid et Toléde (1589-1640)", Bulletin Hispanique, LXII (1960): 410. 9. Fray Juan de la Natividad: Coronada historia ... imagen de la Virgen de Gracia en convento Trinitarios, Granada, 1697, Lib. 2, cap. 9. 10. En mi ponencia a las I Jornadas de Etnología Andaluza, celebradas en Sevilla en febrero de 1990 y publicadas en el Anuario Etnológico de Andalucía 1991: 179-181. 11. Legajo 322-4445-98, titulado Representación sobre los perjuicios que ocurren de los abusos introducidos en la fiesta del Corpus. 12. El personaje del diablícalo es mencionado en el Diccionario de Francisco del Rosal (1601), cuando define a los çagarrones: "Son figuras ridículas de enmascarados que acostumbran ir detrás de las fiestas, procesiones o mascaradas para detener y espantar la canalla enfadosa de muchachos que en semejantes fiestas inquietan y enfadan, y assí, para más horror de éstos, las visten en hábitos y figura de diablo, por lo cual, en Zamora los çagarrones son llamados diablícalos". 13.
En la capilla mozárabe de la
catedral de Toledo hay
un lienzo de Juan de Borgoña (1514) que muestra al cardenal Cisneros
desembarcando en la Orán conquistada mientras un grupo de músicos le
rinde
honores: 14. Relaciones históricas toledanas, mss coetáneo de Sebastian de Horozco, publicado en 1905. 15. Carta mss núm. 18400 Biblioteca Nacional de Madrid. 16. Según relación coetánea recopilada por J. Alenda y Mira 1903: I, 506. 17. Expediente a la Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza de Huéscar (Granada). Archivo de la Real Chancillería de Granada: Cabina 321, Legajo 4395, Pieza 25. 18. Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan, Nuevamente en la Ynfantería española, compuesto por don Manuel Espinoza, 1761. Mss en la BNM (Fernández Latorre 2000: 205). 19. Boletín informativo de la Pontificia y Real Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad, núm. 39 (extraordinario del 75 aniversario), 2004. 20. Atacando una procesión de disciplinantes ensabanados culmina don Quijote su primera salida (I, 52). 21. Los siguientes datos sobre la juventud militar de Francisco Franco están extraídos de su biografía autorizada a cargo de Ricardo de La Cierva (1972: tomo I). 22. Roser Calaf, Revolución del 34 en Asturias, Oviedo, Fundación Barreiro, 1984, cita entre otros a Bernardo Díaz Nosty, La comuna asturiana, Madrid, Zero, 1974. 23. Ejemplo del máximo nivel es la invitación al trono del Cristo de Mena al vía crucis que celebrará Benedicto XVI en su visita a Madrid en agosto de 2011 (Sur 21-1-2011). Inicialmente, la propuesta fue que "caballeros legionarios de España y de Francia, junto a soldados de Estados Unidos y de la OTAN, desfilarán por la Castellana portando el Cristo de Mena" (La Razón, 1-6-2010), y no sabemos si querían que los legionarios cantasen su himno.
Bibliografía
Abélès,
Marc Alenda
y Mira,
Jenaro Brisset,
Demetrio E. Carlos
III Cierva,
Ricardo
de la Diario
Sur Fernández
de
Latorre Moreno, Ricardo Gómez,
Pedro L.
(y Fernando González) (coords.) Leach,
Edmund Medina,
Carlos
J. Rohan-Csermak,
Geza de Serrano,
Eliseo Very,
Francis G. |
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