Traducido del alemán por Miguel Azpitarte Sánchez
versión en PDF |
"ReDCE núm. 22. Julio-Diciembre de 2014"
|
|
Peter Häberle, durante su lección de despedida de la Universidad de Bayreuth, en el año 2002, calificó la “ciencia jurídica como una forma de vida”. Fue la confesión de un artista, cuyo vigor en el tratamiento de la ciencia jurídica no viene solo “de la capacidad, sino del deber”, parafraseando los términos usados por Arnold Schönberg para designar su propia labor.
La vida y la obra de Häberle componen una unidad, siguiendo así su autocomprensión de la “ciencia jurídica como forma de vida”. En sus actos encontramos siempre y de modo directo al ser humano Peter Häberle, una personalidad chispeante, un carácter apasionado, un maestro que acompaña y padece con el discípulo, un alma frágil. Como muchos artistas, ha puesto toda su sensibilidad espiritual y humana en la vocación, sin echar un telón que separase lo profesional de lo privado. Conmueve y fascina la intensidad científica y humana de Häberle, por más que a algunos les irrite su inopinada exigencia para que el otro también se abra a descubrir en cada profesor, en cada maestro, a un artista. El precio a pagar es la cercanía entre la felicidad y el desengaño, coste que Häberle, al igual que muchos artistas, ha saldado ocasionalmente en una trágica soledad. No está de más, por tanto, que nuestro homenajeado haya logrado ser famoso por su obra, hasta el punto de haber recibido siete doctorados honoris causa. La cifra redonda de su cumpleaños debería servirle de ocasión para disfrutar y celebrar como artista el éxito de su “ciencia jurídica” y la fortuna de su “forma de vida”.
Es indudable y bien conocido por todos el arte de Häberle con los juegos de palabras, sean verbales o escritos. Ya en 1983 exploró “la Ley Fundamental de los literatos” y con ella “el Estado constitucional en el reflejo (¿deformante?) de la literatura”. Pero valoremos ahora a Häberle desde otro espejo, el de la música. Cuando en el “Jahrbuch des öffentlichen Rechts” de 2012, publicó “Musik und Recht –auf dem Forum der Verfassugslehre als Kulturwissenschaft”, entonces pudimos escuchar su vocación musical. Todavía más: en la forma de vida de Häberle, la música cumple una función integral. La conexión entre lo profesional y lo privado se palpa en los conciertos que Häberle ha dado a los miembros de su cátedra, amigos y colegas. Bajo el lema “prima la música, poi le parole”, Häberle ha dejado sonar la música, generando una sensibilidad que favorece el clima adecuado de la conversación científica. Que para él la música consiste en una apertura emocional, pero también en una experiencia transcendental, lo ha manifestado también en palabras, por ejemplo, cuando habla del Bach eterno, del divino Mozart o del celestial Schubert.
La canción para su ochenta aniversario debería estar dedicada no solo a su condición de pianista, sino también a su condición de maestro melódico, que arropa y acompaña. Merece la pena analizar el “trabajo vital” de Häberle a través de las categorías musicales. Empecemos simplemente con el tono. Häberle pertenece a ese grupo de autores que reconocemos inmediatamente en su estilo. Su uso de la lengua posee un sonido inconfundible. Sin duda, por el inevitable color de su acento suabo (con el que le gusta coquetear). Tono que en su escritura adquiere un sonido motivador inigualable. Hace resonar ideas subrayando los paréntesis. El mundo espiritual de Häberle moviliza y sus sonidos los explota juguetonamente, hasta el punto de poder ser descritos como música celestial. En definitiva, “la doctrina constitucional como ciencia de la cultura” es un programa conceptual bien sonoro, al que no le haría justicia un tratamiento puramente analítico.
Esto también vale para su uso del derecho comparado: del mismo modo que los compositores se han dejado inspirar por la música de otros países y han aplicado creativamente sus melodías en su propia música –en ocasiones también respondiendo al estímulo exótico (el concierto italiano de Bach, la marcha turca de Mozart, las polonesas de Schubert, los cuartetos americanos de Dvorak, las sinfonías italianas y escocesas de Mendelssohn), también introduce Häberle el derecho comparado de manera melódica, conceptualizando y reflexionando, desde la cultura y en tanto que cultura, sobre Constituciones de todo el mundo, hasta lograr desarrollar “estudios introductorios para una doctrina constitucional universal” (2013). Esto ocurre con un sorprendente virtuosismo, que incluye sin timidez Constituciones exóticas, y se mueve más allá del mero suelo positivo o de los detalles, y no carece de fin, pues tiene siempre en mente el conjunto del derecho y la doctrina constitucional. Häberle también domina el arte de la improvisación, por ejemplo, en las discusiones con sus tonos joviales que relativizan los argumentos propios y ajenos. Adora el intercambio de los medios tonos –identificables en su “teorías mixtas”. Desde un punto de vista musical y en conexión con Debussy- podemos calificarlo como un impresionista, que despierta asociaciones y juega con imágenes que buscan el estímulo del esbozo.
La gravedad no excluye la diversión. En el trabajo de Häberle se descubren ornamentos –habituales en la escritura musical del diecinueve-, buscados intencionadamente, que se subrayan con añadidos entre paréntesis y que muestran con toda claridad un espíritu musical. Domina tanto el “scherzo” como el “preludio”. Sin duda, uno de los signos distintivos en Häberle son “los subrayados mediante el entrecomillado“. Nos recuerdan la diferencia entre Schubert y Dvorak a la hora de colocar los acentos. Las notas al pie[1] de Häberle son algo más que una referencia numérica, más bien se trata de una llamada de atención que se deja leer en ocasiones como la anotación de una voz de acompañamiento, para la que no quedase sitio en la orquestación de la partitura principal.
En la mera lectura del índice, ya sabemos de manera inequívoca que se trata de una composición, de un escrito de Häberle. Juega con los índices del mismo modo que los compositores de la escuela clásica de Viena jugaron con la forma sonata. En su condición de clásico, Häberle se muestra en la pluralidad e individualidad de sus índices, hasta el punto de haber desarrollado una forma propia de lenguaje. De sobra conocemos sus excursos e incursos. En efecto, un elemento fundamental de su cultura de seminarios a lo largo de las décadas ha consistido en destacar que las preguntas y su estructura deben partir de índices claros. Todos sus seminarios se basan en un índice de la discusión definido por él y fijado en la pizarra.
Sabemos que Häberle mantiene una relación tensa con la obra de Richard Wagner (guardemos silencio sobre la persona), aunque debe sostenerse que ambos maestros de Bayreuth comparten signos distintivos en su obra –y aunque Häberle no se abstiene de acudir a las actuaciones del festival de Bayreuth, no le gusta hablar de ello y siempre mantiene una cierta distancia). Es un lugar común afirmar que entre los compositores de ópera prefiere a Verdi, por su conocimiento del ser humano, su italianidad y su humanidad; y por supuesto a Mozart, cuyo Don Giovanni (¡!) es para él la esencia de la ópera. Y aunque la ópera no es el género central de la música häberliana, sin embargo, él mismo acepta que su conexión entre profesión y persona, ofrece inevitablemente una cierta capacidad para la escena y la ceremonia (pensemos en los doctorados honoris causa en el sur de Europa y América).
Volvamos a Schönberg. En su comentario de referencia sobre Brahms, calificó a éste como el más avanzado y, al mismo tiempo, el más lírico de los compositores. Esto conllevaba el prejuicio de olvidar a Beethoven entre los progresistas y a Brahms (frente a Wagner) entre los conservadores. Pero un análisis estructural se entiende mejor. Brahms es músico de cámara, y así permaneció en su espíritu, pese a que escribió sinfonías, obras orquestales que le dieron la fama. Corporeiza así la antítesis de Beethoven, que era un autor de sinfonías, por más que también escribiera música de cámara. En definitiva, Brahms compuso sinfonías de música de cámara, y Beethoven música de cámara sinfónica.
Siguiendo estas categorías, Häberle comenzó como autor de sinfonías; por decirlo de algún modo, fue el Beethoven de la doctrina alemana. Su tesis doctoral tiene su equivalente musical en la Heroica: un trabajo que marca una época, cuya fuerza expresiva (sin introducción preparatoria) domina el conjunto, con un detalle en los motivos, que funda la esencia a través de temas opuestos, manteniendo en la tercera edición todo su vértigo. En cambio, la conferencia en la asociación alemana de profesores de derecho del estado tiene la forma de una sonata (recordándonos a la “Hammerklavier”), pero el contenido de una sinfonía.
Paulatinamente Häberle pasó a ser el Brahms de la teoría constitucional. Al mismo tiempo se hizo conservador y progresista. Sobre todo, su construcción teórica fue cada vez más propia de la música de cámara. Como profesor alcanzó la forma más elevada en sus legendarios seminarios. Y desde el punto de vista de la escritura se ha convertido en el maestro de la forma breve. No solo ha reunido cíclicamente sus ensayos en volúmenes, sino que sus propias monografías se han ido estilizando. Häberle siempre ha trabajado “por partes” hasta alcanzar un volumen amplio, recordándonos el camino de Schubert hacia la gran sinfonía. En Häberle podemos seguir ese camino y medir sus distintas etapas. Su propia obra vital –haciendo gala del lema surgido de uno de sus artículos- es una “teoría constitucional como proceso abierto” primero nacional, luego europeo y finalmente universal.
Con ocasión del ochenta cumpleaños de Peter Häberle, debemos felicitarle de corazón por su condición humana y artística, y celebrar con él su obra vital.
Resumen: Celebración del 80º aniversario del Prof. Peter Häberle en un homenaje que valora las conexiones de sus aportaciones doctrinales con el arte y la música y ensalza la profunda influencia científica y humana entre sus discípulos.
Palabras clave: Peter Häberle, Universidad, Constitución, Arte, Música.
Abstract: Celebration of the 80th anniversary of Prof. Peter Häberle in a tribute that focuses the connections of their doctrinal contributions with the art and music and celebrates their profound scientific and human influence among his disciples.
Key words: Peter Häberle, University, Constitution, Art, Music.
Recibido: 15 de mayo de 2014
Aceptado: 1 de junio de 2014
________________________________________
[1] Su estilo de notas es también inconfundible. Un buen ejemplo lo vemos en la página 58 de su libro Das Menschenbild im Verfassungsstaat , 3ª ed., 2005, donde bajo dos líneas de texto hay tres notas al pie, cuya primera nota a su vez remite a otra larga nota y cuya tercera alcanza hasta la siguiente página (en total sesenta y cinco líneas de nota).