"ReDCE núm. 26. Julio-Diciembre de 2016"
|
|
Excelentísimo Sr. Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura,
Excelentísimo Sr. Rector Magnífico,
Excelentísimos Sres. Rectores Eméritos,
Excelentísimas e Ilustrísimas Autoridades,
Excelentísimos Sres. Magistrados del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, así como del resto de los órganos judiciales de nuestra región y de fuera de ella,
Miembros del Consejo Social y del Claustro de la Universidad de Extremadura,
Queridos y entrañables colegas procedentes de tantísimas Universidades españolas, y que ahora estáis aquí con nosotros,
Queridos estudiantes,
Queridos amigos,
Señoras y señores:
El acto cargado de un mayor simbolismo (y, probablemente, más bello) de toda la vida universitaria es la investidura de un nuevo Doctor Honoris Causa, en la medida en que sirve como reconocimiento público y solemne de aquellas personas (significativamente profesores) que más han contribuido a la evolución de las distintas ramas de la ciencia y del saber humano en general, así como al desarrollo y a la organización de la sociedad.
Manda una inveterada tradición académica que este tipo de actos se cierre con el precioso himno universitario (el conocido «Gaudeamus igitur»), que, al menos en su primer verso, contiene una verdadera exhortación a la “alegría”. Y esta investidura del Profesor Santiago Muñoz Machado es, ciertamente, un momento en el que debemos alegrarnos por nuestra Universidad y por nuestra tierra extremeña, dotada de una extraordinaria belleza arquitectónica y natural, y con una singular y rica historia de conquistadores indianos, pero que se encuentra tan necesitada de un futuro de desarrollo socioeconómico equiparable al de las regiones más avanzadas del país. Y debemos hacerlo, debemos alegrarnos, por un triple motivo:
En primer lugar, porque uno de los grandes juristas de nuestro tiempo está a punto de integrarse en el Claustro de la Universidad de Extremadura, y en concreto de su Facultad de Derecho, que tan necesitada se encuentra de un revulsivo académico como lo es éste. Y es que, como decía el historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron al inicio de su glosa precisamente de la figura de Santiago Muñoz Machado con ocasión de su recepción como Académico de número de la Real Academia Española en el año 2013, “las instituciones, cualquier institución, se nutren de las personas, que son éstas las que les dan vida y las mantienen, reviviéndolas constantemente. No existe institución que, a la larga, pueda sobrevivir si quienes la componen no son dignos de ellas”.
En segundo lugar, constituye motivo de alegría este simbólico acto, porque, si nuestra Universidad ha sido muy parca a lo largo de su historia en el reconocimiento de este máximo honor universitario, más lo ha sido –si cabe- en relación con el mundo jurídico, donde (más allá de dos centroamericanos ilustres, el costarricense Óscar Arias Sánchez y el guatemalteco Jorge Mario García Laguardia, conocidos y reconocidos no tanto por su trayectoria jurídica, como por su impagable contribución a la paz, a la defensa de la democracia y a la protección de los derechos humanos en su tierra americana) tan sólo cuentan con este galardón dos personalidades del mundo jurídico hispano: por un lado, ese gran protagonista de la transición española de la Dictadura franquista a la Democracia, que fue Antonio Hernández Gil, quien, junto a Juan Donoso Cortés, a Juan Meléndez Valdés y, sobre todo, a Diego Muñoz Torrero, constituyen –me atrevería a afirmar- la gran aportación extremeña a la historia política y jurídica española; y, por otro lado, cuenta también con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Extremadura ese gran iuspublicista español de la segunda mitad del siglo XX y añorado Maestro de varias generaciones de brillantes administrativistas españoles y latinoamericanos, que fue Eduardo García de Enterría.
Y en tercer lugar, porque pocos, realmente muy pocos, pueden constituir un mayor motivo de alegría en esta catedral de la ciencia y de la sabiduría, que debe ser la Universidad, que el reconocimiento y el homenaje a la excelencia de los hombres más sabios, como Santiago Muñoz Machado, que han contribuido (y, como es su caso, siguen haciéndolo) de manera determinante al avance de la sociedad en sus diferentes facetas, y más en una sociedad como la nuestra, la extremeña, que tanto debe trabajar (y debe hacerlo encabezada por los “mejores”) para su eficaz desarrollo, y donde nuestra Universidad, la Universidad de Extremadura, porque es donde enseñan e investigan la mayoría de esos mejores, debería ser la pieza clave para la feliz consecución de ese tan necesario desarrollo socioeconómico regional. Y es que el desarrollo de una tierra, el desarrollo de una sociedad, se encuentra íntima y directamente ligado a su potencial educativo e investigador: una sociedad que no cuente con una buena educación y con una buena investigación está condenada a la mediocridad, a la frustración y a la más absoluta de las tristezas y de las melancolías.
En este contexto, resulta para mí un gran honor, a la vez que un enorme motivo de orgullo, el hecho de poder dirigirme a todos Ustedes, miembros o no de la Comunidad Universitaria, para hacerles partícipes de los motivos esenciales que me llevaron a solicitar al Consejo de Gobierno de nuestra Universidad la concesión del Doctorado Honoris Causa al Profesor Santiago Muñoz Machado y que me mueven a pedir a nuestro Rector su investidura formal en este acto como nuevo Doctor de nuestro claustro; y que son unos motivos compartidos por todos los amigos, colegas y personalidades –del mundo jurídico o no- que me han acompañado en este feliz viaje, en esta feliz tarea, y a quienes quiero reconocer de todo corazón su más firme e infatigable apoyo.
Esta tarea coral -fruto de la colaboración de muchísimas personas-, que se verá culminada en unos instantes, tuvo su origen en sendas misivas fechadas a finales de noviembre del año 2011, dirigidas por quien ahora les habla, por un lado, al Excmo. Sr. Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura –Julio Márquez de Prado- y a la Sala de Gobierno de este Alto Órgano Judicial, y, por otro, a la entonces Excma. Sra. Presidenta del Consejo Consultivo de Extremadura, hoy Madrina de este acto, y a quien tanto debe, además, su organización y su celebración –Rosa Elena Muñoz Blanco, y al Pleno de este Órgano Consultivo. Ambas Autoridades y los Órganos que dirigían –formados por tan excelentes juristas como buenos amigos- apoyaron sin ningún tipo de titubeos mi propuesta mediante sus amables y muy elogiosos Acuerdos de enero de 2012, sumándose con posterioridad a mi propuesta otro ilustre jurista extremeño, el en aquel momento Excmo. Sr. Presidente de la Audiencia Nacional (y hoy Vicepresidente del Tribunal Supremo) –Ángel Juanes Peces-, mediante una bien expresiva carta fechada a comienzos del mes de febrero de 2012.
A la vista de estos escritos de apoyo de las más relevantes personalidades e instituciones extremeñas en el orden jurídico, recabé la opinión de los distintos órganos de la Facultad de Derecho, que se adhirieron sin fisuras a la solicitud de concesión de la máxima mención académica de nuestra Universidad al Profesor Santiago Muñoz Machado. En este sentido, se pronunció, en primer término, el Consejo de Departamento de Derecho Público, que adoptó a finales de febrero de 2012 un Acuerdo haciendo suya mi propuesta inicial, decisión esta que fue respaldada inmediatamente después mediante sendos Acuerdos del Consejo de Departamento de Derecho Privado y de la Junta de la Facultad de Derecho.
Finalmente, y tras el impulso personal de nuestro Rector, la propuesta –avalada por las elogiosas palabras del Señor Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, y Catedrático de Economía Aplicada, Francisco Pedraja Chaparro- fue definitivamente aprobada por el Consejo de Gobierno de esta Universidad de Extremadura en la sesión celebrada en la ciudad de Badajoz el pasado día 28 de abril de 2015.
En todo caso, desde finales de 2011 hasta llegar al día de hoy, han sobrevenido, además, otras circunstancias que me hacen reafirmarme en mi convicción inicial y en la de todos aquellos que la han avalado a lo largo del tiempo, así como en la corrección y en la justicia de la decisión adoptada por parte de los órganos rectores de nuestra Universidad de incorporar al Profesor Santiago Muñoz Machado a nuestro claustro mediante el otorgamiento de la mayor distinción académica que una institución universitaria puede otorgar en nuestro país, un Doctorado Honoris Causa y, en concreto, el Doctorado Honoris Causa por nuestra Universidad de Extremadura. Y es que el Profesor Santiago Muñoz Machado ha sido nombrado, en primer lugar, miembro de varias Academias (en concreto, de la Real Academia Española –de la cual ha sido elegido, incluso, su Secretario-, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Argentina y de la Internacional Academy of Comparative Law); ha sido, en segundo lugar, investido Doctor Honoris Causa por las Universidades de Valencia y de Córdoba; o ha recibido el Premio Nacional de Ensayo en el año 2013; entre otros muchísimos honores y distinciones por sus impagables servicios al Estado tanto desde dentro de la propia Administración como servidor público como desde su posición de cualificado asesor externo siempre comprometido con los grandes retos a los que se ha enfrentado la España de los últimos cuarenta años (desde la elaboración de la Constitución hasta hoy) y, de manera más en particular, por sus inconmensurables aportaciones a una importante rama del saber como es el Derecho Público, que estaría lejos de las elevadas cumbres que ha escalado en esta primera parte de nuestro siglo sin la ingente obra de nuestro Profesor ahora homenajeado. Y es que, como decía Cicerón, “no basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla”: nuestro Profesor homenajeado en este acto ha tocado los cielos de la sabiduría, pero lo más importante es, ciertamente, que ha empleado, y lo ha hecho con gran generosidad, esa sabiduría para contribuir al desarrollo de la sociedad del tiempo que ahora nos está tocando vivir.
Pues bien, y aunque el Profesor Santiago Muñoz Machado no necesita realmente de ningún tipo de presentación en la Comunidad Universitaria a la que pertenecemos buena parte de los aquí reunidos, por ser bien conocido en el mundo del Derecho, y en general en todo el mundo de las Ciencias Sociales y de la Cultura con mayúsculas de nuestro país, es para mí (su discípulo) un hecho muy emotivo poder dirigirles unas palabras (estas palabras) sobre su figura, la figura de un Maestro, mi Maestro, pero también el de decenas de los mejores Profesores Universitarios y de los más ilustres y significados juristas de España, y, por supuesto, de nuestra tierra extremeña. Todos estos profesores y juristas acaban, por cierto, de rendir su particular pleitesía a nuestro nuevo Doctor Honoris Causa con sus contribuciones científicas al magno libro colectivo que en su honor acaba de publicarse por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales con el título “Memorial para la reforma del Estado: Estudios en homenaje al Profesor Santiago Muñoz Machado”.
Creo que no es momento, no obstante, de explicar desde mi perspectiva subjetiva la importancia que el Profesor Santiago Muñoz Machado ha tenido en mi formación y en mi carrera académica. Son ciertamente numerosos los recuerdos que en el momento de escribir estas líneas –y ahora en el de leerlas- me vienen a la cabeza. Y es que, como recuerda el Poeta Cancionero sudamericano, “El tiempo pasa” y “Nos vamos poniendo viejos”. Todos. Por eso, algunos de estos recuerdos cuentan con casi ya treinta años, puesto que a mediados de los años ochenta (en los primeros días del mes de octubre de 1986, en concreto) tuve la fortuna de coincidir en las aulas alcalaínas con un joven Catedrático, que ya por entonces era una auténtica eminencia, y que, escoltado por dos brillantísimos y jóvenes ayudantes (Juan Francisco Mestre y Marta Carro), me inició en el mundo del Derecho Administrativo y me ha ido guiando por él hasta el día de hoy, con un principio rector fundamental: Vicente -me decía-, hay que aprender a diagnosticar y a analizar los problemas sociales y jurídicos; hay, por supuesto, que dedicar el tiempo y el cuidado necesarios para estudiarlos correctamente; pero no podemos conformarnos con su descripción o con su mera crítica negativa, sino que tenemos que trabajar de una manera siempre positiva, de una manera siempre rigurosa y constructiva para buscar las mejores soluciones posibles para esos problemas. Y es que sólo así se contribuye verdadera y decisivamente al desarrollo de una sociedad: no destruyendo, sino colaborando en la construcción de las ideas y de las instituciones. En todo caso, además de referirme a Juan Francisco Mestre y a Marta Carro, que pronto se convirtieron en magníficos amigos por los que he sentido la mayor de las gratitudes y de las admiraciones intelectuales, académicas y personales, me parece de justicia tener siquiera un breve recuerdo para toda esa generación de iusadministrativistas alcalaínos con los que crecí, encabezados, además de por nuestro nuevo Doctor Honoris Causa, por los maestros Jesús Leguina –tan gran humanista como extraordinario amigo[**] - y el grandísimo Alejando Nieto; y seguidos ellos tres por Martín Bassols, José María Baño, Carmen Chinchilla, Miguel Sánchez Morón, Margarita Beladíez, Belén Marina, Eva Desdentado, Ximena Lazo o el tristemente malogrado Jordi Nonell. Con todos ellos crecí y me hice mayor. Y a todos ellos siento que debo este recuerdo.
Si bien, como decía hace unos instantes, no me parece el momento de evocar mis vivencias y mucho menos mis sentimientos subjetivos, sí que creo fundamental, por el contrario, destacar desde un punto de vista objetivo algunos de los méritos que me llevan a solicitar de nuestro Rector la investidura de este ilustre jurista y profesor, que es Santiago Muñoz Machado, como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Extremadura, y que se resumen, por un lado, en su extraordinaria contribución al desarrollo del Derecho Público español y europeo de nuestro tiempo, y, por otro lado, en su dedicación a la construcción y a la enseñanza del Derecho en Extremadura. Y ello, teniendo en cuenta que, aunque, como enseñaba uno de los grandes pensadores de la vieja Roma, “una cosa es saber y otra saber enseñar” (Cicerón), lo cierto es que tanto la sabiduría como la enseñanza de ese saber han alcanzado las máximas cotas imaginables en el particular caso del Profesor Santiago Muñoz Machado.
En este sentido, y en primer lugar, Santiago Muñoz Machado es un magnífico profesor, al que acompañan de la manera más íntima y natural el entusiasmo, la sabiduría y las dotes de la oratoria más acabada, como podemos atestiguarlo los miles de estudiantes que hemos pasado por sus clases, en las aulas de las Universidades de Valencia, de Alcalá de Henares y de la madrileña Complutense, pero también de las numerosas universidades europeas y americanas en las que ha sido Profesor Invitado. Por otro lado, conocemos sus extraordinarias dotes de orador no sólo sus alumnos, sino también las miles y miles de personas que han asistido a sus centenares de conferencias tanto dentro de nuestras fronteras como fuera de ellas. Y, por último, creo que vale la pena subrayar su preocupación por la reestructuración de la enseñanza universitaria y la innovación educativa, que tuvo su más acabado reflejo en la creación, junto a Enrique Fuentes Quintana, Eduardo García de Enterría, Aurelio Menéndez y Luis Díez-Picazo, de la Escuela Libre de Derecho y Economía, fundación claramente evocadora del krausismo, impulsado en España por Julián Sanz del Río, y sobre todo evocadora de la Institución Libre de Enseñanza creada en la parte final del siglo XIX por Francisco Giner de los Ríos –discípulo aventajado de Sanz del Río- y que fue tan capital para la evolución de la investigación y de la enseñanza superior en España hasta bien entrado el pasado siglo XX.
La faceta investigadora del Profesor Santiago Muñoz Machado es, en segundo lugar, absolutamente impresionante e imposible siquiera de bosquejar mínimamente en esta Laudatio. Mi querido Maestro es autor de innumerables trabajos científicos que se cuentan por centenares (entre los cuales se encuentran ya varias decenas de libros), que abarcan desde el Derecho Público de la economía hasta la organización territorial del Estado o la integración europea, pasando por los campos, entre muchos otros, de la ordenación jurídica del deporte, de la regulación de la comunicaciones o de la reforma y desarrollo de los servicios de carácter social (sanidad, discapacidad, dependencia o tercer sector). Me resulta siempre difícil destacar trabajos concretos dentro de estos ámbitos, dada la enorme relevancia de toda su ingente obra, pero haciendo un esfuerzo que aquí necesariamente resulta un tanto subjetivo creo que son fundamentales los hasta ahora catorce volúmenes de su “Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General”, que ya alcanza su cuarta edición. Y es que ésta es una obra llamada, a buen seguro, a revolucionar el mundo del Derecho Público occidental, cosa que ya ha empezado a suceder, pero que se verá acelerada en los próximos años en la medida en que todos los Profesores de Derecho Público vayamos asimilando y haciendo partícipes a nuestros estudiantes de la inmensa cantidad de conocimientos jurídicos en ella incluidos. Pero con independencia de este descomunal (en todos los sentidos) trabajo, de esta verdadera magna “catedral” del saber jurídico, quiero destacar, en estos momentos, dos obras más, que son esenciales para la configuración del Derecho de nuestro tiempo: su “Derecho Público de las Comunidades Autónomas”, que ha sido capital para la construcción de nuestro actual modelo de Estado; o su “Derecho de la Regulación Económica”, que es el intento más importante y acabado a nivel europeo (y muy probablemente mundial) de explicar la función del Derecho en la ordenación de los distintos sectores económicos. Creo preciso, asimismo, hacer una referencia, siquiera breve, a sus recientísimas obras destinadas al diagnóstico y al tratamiento de la grave crisis político-institucional que, de la mano del pronunciadísimo deterioro de nuestra situación económica, ha venido aquejando a la España de los últimos años. Y es que Santiago Muñoz Machado no ha dudado nunca un ápice en hacer realidad lo que un clásico griego escribió una vez de que “el hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a las necesidades y una cobardía ceder paso a los indignos” (Epicteto de Frigia). Son cruciales, en este orden de ideas, sus libros “Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo” (que, impulsado desde Extremadura, le valió el ya referido Premio Nacional de Ensayo) y “Cataluña y las demás Españas”, que en pocas semanas alcanzó múltiples ediciones, convirtiéndose en un auténtico best-seller jurídico. Estas obras constituyen, en mi más modesta opinión, una clarividente proyección contemporánea de la rica “tradición regeneracionista española” cuyas cabezas más visibles han sido probablemente Joaquín Costa o el mismísimo José Ortega y Gasset, pero que, como es sabido, ha contado con intelectuales tan destacados como Ramiro de Maetzu, Lucas Mallada, Ricardo Macías Picavea, Adolfo Posada, Luis Morote, Rafael Altamira o Rafael María de Labra, sin olvidar al propio Sanz del Río, a Giner de los Ríos, o desde el plano científico y médico, a nuestro nobel Santiago Ramón y Cajal o a Gregorio Marañón, y a tantísimos otros. La historia hará, a buen seguro, que el Profesor Muñoz Machado ocupe un papel más que sobresaliente entre todos ellos.
En tercer lugar, la gran capacidad intelectual y de erudición de Santiago Muñoz Machado ha provocado que sus trabajos vayan más allá de las fronteras jurídicas, para adentrarse en el mundo de la historia (con sus preciosos libros “Sepúlveda, cronista del Emperador” o “Los itinerarios de la libertad de palabra”, o con las obras por él dirigidas y publicadas con los títulos de “Los grandes procesos de la historia de España” o de “Historia de la Abogacía Española”). Resultan más que sobresalientes, también, sus incursiones en las disciplinas del medio ambiente y de la protección de los animales (con la obra colectiva de su dirección “Los animales y el Derecho”), de los conceptos antropológicos (con su Prólogo al a su vez Prólogo de don José Ortega y Gasset al libro del Conde de Yebes “Veinte años de caza mayor”), de la teoría de la restauración arquitectónica (con su obra sobre “La restauración de las ruinas”) o de la literatura (donde destaca su relato “Riofrío. La justicia del señor juez”). Pero, mención especial merece, sin ningún género de dudas, su brillante incursión en el mundo de la lexicografía donde, bajo su dirección, acaba de ver la luz, por encargo conjunto de la Real Academia Española, del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, un diccionario jurídico (el “Diccionario del Español Jurídico”), que ha resultado ser una obra tan monumental como lo son la inteligencia, la sabiduría y la capacidad de trabajo del profesor Santiago Muñoz Machado.
Es Santiago Muñoz Machado, en cuarto lugar, el creador de la editorial Iustel, con su vertiente tanto escrita como telemática, desde donde se hace una difusión inmensa (e impagable) del Derecho en todas sus ramas, a través de la magnífica edición de sus libros y del portal informático, que, además de las bases de datos jurisprudencial y normativa, cuenta con materiales de primerísima calidad para el acercamiento de los estudiantes, de los docentes y de los profesionales a todo el Derecho, con una extensísima biblioteca jurídica en la red y con una ciertamente amplia colección de revistas telemáticas (las distintas Revistas Generales de Derecho). En este contexto, quiero destacar que Santiago Muñoz Machado es también el creador de una revista tan singular como importante en la formación de la opinión jurídica del tiempo que nos toca vivir, me refiero a “El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho”, una revista jurídica de carácter pluridisciplinar, que está destinada a abordar los problemas actuales del Estado, y que ha sido concebida con el afán de que sea accesible, por la forma de redactar sus artículos, tanto para los creadores y aplicadores del Derecho, como para aquellos sujetos que de una u otra forma participan en la “vida pública”, proponiendo o decidiendo sobre las distintas políticas de esta naturaleza, sin olvidar, por supuesto, a los estudiantes que se acercan al Derecho en las distintas Universidades de nuestro país. Además de ser el impulsor de estas revistas, actualmente dirige y es miembro de los consejos científicos y de redacción de otra decena de publicaciones periódicas del máximo nivel en el ámbito jurídico nacional e internacional.
Quiero, por último, destacar el papel del Profesor Santiago Muñoz Machado en el desarrollo del Derecho en Extremadura. Son numerosísimos los trabajos en los que ha colaborado con las distintas instituciones autonómicas para perfeccionar, en unos casos, y construir, en otros, el Derecho de nuestra tierra, siendo de justicia subrayar su destacado papel en el seno de la Comisión de Expertos para la Reforma Estatutaria, en cuyo trabajo se encuentra el germen del nuevo Estatuto de Autonomía de Extremadura aprobado a comienzos del año 2011. Por otro lado, resulta difícil relacionar el gran número de conferencias jurídicas que ha pronunciado en múltiples foros de nuestra Región, y en las que ha corroborado la fama de gran orador y de extraordinario jurista que le acompaña. Y no sería justo por mi parte no destacar su papel en la enseñanza del Derecho en la Universidad de Extremadura, no sólo a través de las numerosas conferencias que ha pronunciado en las aulas de la Facultad de Derecho, sino también, y lo que es más importante, en el quehacer diario de la Universidad, a través de sus construcciones jurídicas que son enseñadas de manera cotidiana por el humilde Profesor que ahora se dirige a Ustedes y por mis distintos colaboradores en la enseñanza universitaria (y que, por cierto, alcanzaron el grado de Doctor en buena parte de los casos con la lectura de sendas Tesis Doctorales dirigidas por su Maestro y antecesor mío en la Cátedra de Derecho Administrativo de nuestra Universidad, el Profesor José Eugenio Soriano García, y que contó con la participación del Profesor Santiago Muñoz Machado en la mayoría de los Tribunales encargados de juzgarlas). Aunando esta faceta a su labor editorial, el Profesor Santiago Muñoz Machado está editando distintos trabajos académicos destinados a la difusión del Derecho Público extremeño.
En fin, y por mucho que resulte imposible en unas pocas líneas bosquejar la figura del Profesor Santiago Muñoz Machado, confío en que estas breves palabras de presentación de su inmenso curriculum vitae, repleto de las mayores distinciones que un Profesor Universitario puede recibir en nuestro país, les hayan permitido comprender cuáles fueron las razones que un día me embarcaron a poner en marcha el viaje que hoy termina con la concesión de la máxima distinción académica a uno de los grandes Maestros del Derecho de nuestro tiempo, el Profesor Doctor Don Santiago Muñoz Machado, a quien deseo, de todo corazón, como universitario y fiel discípulo suyo que soy, que, antes de llegar a su particular Ítaca, su travesía por la vida y por los mundos del Derecho y de la Cultura sea bien larga, y le siga deparando muchos logros y satisfacciones, que con toda seguridad serán también los nuestros y los de toda la sociedad.
Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas Autoridades y Claustrales, solicito con toda consideración y encarecidamente ruego que se otorgue y confiera al Profesor Santiago Muñoz Machado el supremo Grado de Doctor Honoris Causa por la Facultad de Derecho de la Universidad de Extremadura.
Resumen: Este texto recoge la Laudatio leída por el Profesor Vicente Álvarez García el 22 de abril de 2016 con ocasión del acto de investidura del Profesor Santiago Muñoz Machado como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Extremadura.
Palabras clave: Santiago Muñoz Machado, Universidad de Extremadura, Doctorado Honoris Causa.
Abstract: This text is the laudatio of Professor Santiago Muñoz Machado held by Vicente Álvarez García, April the 22th of 2016 in the concession to the first one of the Honoris Causa Degree at the University of Extremadura.
Key words: Santiago Muñoz Machado, University of Extremadura, Honoris Causa Degree.
Recibido: 2 de mayo de 2016
Aceptado: 3 de mayo de 2016
________________________________________________
[*] Laudatio leída el 22 de abril de 2016 con ocasión del acto de investidura del Profesor Santiago Muñoz Machado como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Extremadura.
[**] Unos pocos días después de leer esta Laudatio, y tras una dura y larga enfermedad, se nos marchó Jesús Leguina. Se me marchó Jesús. No me siento con fuerzas, ahora cuando escribo estas líneas, para recordar los enormes servicios que prestó para el mejor funcionamiento del Estado en el que vivimos y ni tan siquiera su ingente obra científica de la que tanto hemos aprendido los iuspublicistas de uno y otro lado del Atlántico. Pero, al menos, quiero dejar esta breve anotación de mis sentimientos: Con su partida, se marchó alguien que era mucho más que un Maestro, un colega, una buena persona y un entrañable amigo. Con Jesús no sólo aprendí Derecho, Música, Historia o Literatura, sino que me enseñó a ser una persona mejor, más sensible, más comprensiva y más reflexiva. Con la marcha de Jesús se fue un Padre para mí y, desde ese triste momento, no ha pasado un solo día en el que Jesús no haya estado presente en mis recuerdos y en lo más profundo de mi corazón. Descanse en paz esa gran persona y ese gran humanista que fue el Profesor Jesús Leguina Villa.