"ReDCE núm. 27. Enero-Junio de 2017"
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La adopción de la moneda única por parte de los países integrantes de la denominada eurozona, es decir, de aquellos Estados miembros de la Unión Europea que sustituyeron sus divisas nacionales por el euro, supuso su renuncia a una política monetaria propia, y en consecuencia, al uso de la devaluación como mecanismo para reequilibrar los déficits financieros y comerciales del área. La inspiración de esta renuncia, no había sido otra que los trabajos del economista canadiense Robert A. Mundell (por los que sería reconocido como el padre teórico del euro[1], y agraciado con el Premio Nobel de Economía en 1999[2]), que revitalizaron la teoría de las áreas óptimas[3], como una metodología capaz de juzgar la conveniencia del uso de los tipos de cambio fijos, entre las monedas de aquellos países con un alto grado de integración económica, como pretendía Europa[4]. La renuncia a la política cambiaria - como método de ajuste de los desequilibrios económicos entre regiones - era una vieja aspiración liberal, que consideraba a las devaluaciones como unas indeseables distorsiones de los mercados, cuya desaparición debía conducir a un aumento de la productividad[5]. Sin embargo, la experiencia de la crisis económica y financiera, que azotaría a la eurozona a partir de 2007 pondría en duda las aspiraciones de dicha hoja de ruta respecto de la integración monetaria, y mostraría la falta de sintonía del proceso (protagonizado por países con fuertes divergencias económicas) respecto de las previsiones más optimistas sobre las capacidades del mercado para solucionar los desequilibrios financieros y comerciales.
Por otro lado, lejos de Europa, la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense volvería a resucitar una acusación, que no ha estado precisamente ausente en las complejas relaciones que los Estados Unidos de América y la República Popular de China han protagonizado durante las últimas décadas. Tanto en el transcurso de su campaña electoral, como durante los primeros meses de su presidencia, el líder estadounidense ha acusado repetidamente a China de manipular artificialmente a la baja su moneda, es decir, de llevar a cabo una deliberada devaluación del renminbi, como parte de su estrategia para hacer más competitivos los productos del gigante asiático en el país de las barras y las estrellas, y proteger sus mercados frente a las importaciones del exterior[6].
Tras la renuncia a las devaluaciones monetarias que han caracterizado las relaciones financieras y comerciales en Europa, así como en la acusación estadounidense con respecto a China, se vislumbra un cierto interés por construir, sino un sistema de cambios fijos propiamente dicho, sí - al menos – un abandono de la devaluación monetaria de entre los instrumentos de política monetaria y comercial. Para comprender esta aspiración, debemos entender lo que los cambios fijos entre divisas representan en un modelo económico tan intrínsecamente inestable como el capitalismo. Lo cierto es que la economía de mercado capitalista tiende a crear desequilibrios en forma de superávits y déficits financieros en un área concreta. Si estos superávits y déficits los plasmamos en un área geográfica determinada (un bloque comercial), nos encontraremos con que el balance final de la producción de bienes y servicios conducirá a una acumulación de balances comerciales positivos en ciertos territorios, en la misma proporción que otros los tienen negativos. Desequilibrios que deberán de ser "reciclados"[7] para evitar su transformación en las tradicionales crisis de producción y/o consumo[8], a las que el capitalismo tiene una tendencia natural. Flujos financieros correctores, que en el ámbito nacional han sido llevados a cabo principalmente[9], a través del denominado principio de solidaridad, que ha caracterizado - respecto de esta cuestión - al Welfare State y al Estado Social y democrático de Derecho, y a través del cual el Estado se encargaba de asegurar un desenvolvimiento no traumático del ciclo económico capitalista, transfiriendo capital desde las áreas con acumulación de excedentes a las deficitarias.
Sin embargo, en el ámbito internacional, y ante la falta de un principio de solidaridad financiera transnacional, el recurso al ajuste en los tipos de cambio entre divisas, se ha convertido en un mecanismo por el cual los países deficitarios corrigen habitualmente sus déficits financieros, simplemente rebajando el precio de su moneda, lo que les proporciona un aumento de sus exportaciones, y una disminución de sus importaciones, equilibrando el diferencial acumulado. Unas correcciones monetarias que generan otras consecuencias económicas, generalmente no deseadas, y especialmente repudiadas por el liberalismo, que las considera una distorsión del mercado construida a través de una suerte de "competencia desleal", especialmente molesta para el lado excedentario. Incluso desde la perspectiva deficitaria, la crítica ha venido por su consideración como un obstáculo para una mayor profundización de las inversiones y las transacciones comerciales, debido a que supone una pérdida de valor para el propio capital. Desde las posiciones liberales, se ha propuesto una salida mercatoria, que bajo la disciplina de los preceptos de un área monetaria óptima consiguiera el reciclaje no como consecuencia del "falseamiento monetario", sino como consecuencia de una redistribución de los factores de producción en el territorio, en función de las condiciones de productividad que encuentren y sean capaces de generar, sin necesidad de acudir a dichos ajustes en los tipos de cambio, y consecuentemente aumentando la productividad y la eficiencia económica del conjunto del área[10].
Pese a que muchos han sido los análisis económicos realizados sobre la oportunidad de las devaluaciones como recurso de la política monetaria, la literatura ha sido mucho menos prolífica a la hora de analizar constitucionalmente el significado de estas devaluaciones, pese a que indiscutiblemente constituyen un recurso propio de la soberanía de los Estados, cuyas repercusiones para su constitucionalismo económico son muy importantes. Dicho estudio constituye el objeto principal del presente artículo.
Quizás el país más interesante para el estudio de la devaluación como recurso del constitucionalismo económico haya sido el Reino Unido, debido a que ha congregado su condición como potencia industrial - cuna de la revolución industrial -, y centro financiero internacional por excelencia. Con las tensiones deficitarias que afrontaría el país como consecuencia de su decadencia imperial tras la II Guerra Mundial, llegaría también una confrontación de intereses completamente contrapuestos en relación a la finalidad última del mecanismo devaluador, y cuyas implicaciones para el constitucionalismo económico del país serían evidentes, ya que conllevarían una visión bien distinta sobre el modelo económico y social que el país debía emprender en la etapa post-imperial. Un debate que enfrentaría dos visiones completamente distintas sobre la función constitucional del dinero, que hemos concretado en un momento histórico particular, el de la devaluación de la libra esterlina, decidida por el Primer Ministro británico Harold Wilson, en unos tiempos en el que el sistema de cambios fijos establecido en Bretton Woods comenzaba a mostrar evidentes síntomas de agotamiento.
Probablemente, en ningún país habría un debate tan revelador sobre la función monetaria, como en el Reino Unido; cuando en pleno declive de su Imperio, y por primera vez en su historia, afrontara una muy seria contradicción en su política monetaria, sobre la que se depositaban gran parte de sus commitments constitucionales. Si la Preferencia Imperial había consensuado durante años, el valor de la solidez de la libra como un fin en sí mismo[11], el fin de dicho monopolio generaba por primera vez una fuerte contraposición entre los intereses de la libra como divisa de reserva internacional, y el de su consideración como moneda productiva; de la forma en que se resolviera dependería el futuro del Reino Unido como país manufacturero, y de su city como centro financiero internacional. Paradójicamente y aunque al pie de la calle se mantuvo siempre un importante consenso a favor de la solidez de la libra (convertida en todo un símbolo del poder británico y de su nostalgia imperial), entre sus extraordinariamente capaces élites financieras siempre se fue plenamente consciente de lo que estaba en juego.
Aunque el Reino Unido había tenido un indiscutible protagonismo en el diseño del nuevo sistema financiero internacional, su situación deficitaria tras la guerra, y el declive de su sistema imperial, hacían sufrir al país fuertes presiones inflacionarias, que obligaban a sus autoridades a bascular entre la tentación de optar por el control de su economía - y en concreto de su oferta monetaria -, u optar por continuar con sus planes de una liberalización comercial y de pagos, que de acuerdo con los planes financieros de la posguerra eran de una gran importancia, para una potencia financiera como Gran Bretaña[12]. A finales de 1952, las aguas de los cambios fijos aún permanecían tranquilas, y el gobierno británico hizo público compromiso de liberalizar la libra en relación al comercio y los pagos, levantar las restricciones a los bancos británicos que operaban en el mercado de divisas a plazo en 1954, y lograr de facto la convertibilidad externa de las cuentas corrientes (por el apoyo oficial a la tasa de cambio de las libras transferibles) en marzo de 1955[13]. No obstante, a pesar de que el Reino Unido aún no había establecido la plena convertibilidad externa de su divisa (lo haría a final de dicha década, concretamente en 1958), y cada vez fuera más evidente su fragmentación, ésta se mantenía aún como un amplio medio de reserva e inversión, conviviendo con un sistema de control de sus capitales calificado como excesivamente poroso[14]. Resulta fácil de entender - no obstante - que bajo dichas circunstancias, la estabilidad del tipo de cambio fuera considerada especialmente esencial para conservar al área esterlina como una zona de comercio preferencial[15], y mantener a la moneda británica como una divisa de reserva[16]. Como consecuencia de dicha prioridad, la especulación sobre la divisa británica pondría sobre la mesa un debate de: dar preferencia a la convertibilidad de la libra y a los intereses del Reino Unido como plaza y potencia financiera, u optar por retomar el control de su producción monetaria y su economía, protegiendo su capacidad industrial, y los avances sociales que de ella se derivaban[17]. La controversia tendría dos principales protagonistas, el Banco de Inglaterra y el Tesoro británico, que lejos de entablar un diálogo meramente técnico sobre la política monetaria a implementar, discutirían de forma muy franca y abierta sobre sus objetivos, lo que implícitamente enmarcaría la decisión, en una discusión sobre la prioridad de la política monetaria. Una lid que se haría progresivamente palpable como consecuencia del incremento de las tensiones especulativas sobre la libra, lo que incrementaría las contradicciones, aceleraría las decisiones, y finalmente pondría sobre la mesa la conveniencia de una fuerte devaluación.
En la tramoya se agitaba un dilema acerca de la función constitucional del dinero, que en parte ya había sido discutido unos años antes, por el Tesoro y el Banco de Inglaterra, a propósito del desarrollo del mercado de los eurodólares, y sobre los que ambas instituciones mantenían algunas diferencias. Como en aquel caso, la decisión de una devaluación de la esterlina ponía en fuerte riesgo la situación de Londres como centro financiero de primer nivel. Al respecto, y aunque el Banco de Inglaterra y el Tesoro eran generalmente favorables a los intereses de la City, el Tesoro parecía más prudente que el Banco, y a veces se quejaba de que este último se encontraba bajo una excesiva influencia de las instituciones financieras[18]. Esta relación entre el Banco y el Tesoro había sido afrontada tras la guerra, a través de la Ley del Banco de Inglaterra de 1946, en cuyo párrafo 1 del apartado 4 se establecía que "el Tesoro puede, de vez en cuando, dar instrucciones al Banco, previa consulta con el Gobernador del Banco, cuando lo crea necesario para el interés público"[19]. Aunque la expresión situaba al Tesoro – es decir al Gobierno Británico – en un escalón por encima del banco, lo cierto es que la cuestión fue expresamente afrontada por el Comité Radcliffe que denominó a "las autoridades" como una "única autoridad monetaria unificada", lo que significaba que debían trabajar al unísono[20]. El informe contenía una guía útil sobre la labor del Banco durante este período, que apuntaba a que la política monetaria se determinaba por el Gobierno y no por el Banco, pero que éste último no era un agente pasivo, a merced de las instrucciones del Tesoro, sino que estaba íntimamente asociado a la formulación y aplicación de las técnicas monetarias[21]. El Comité presidido por Lord Radcliffe había sido convocado por el Gobierno británico en abril de 1957, para "investigar acerca del funcionamiento del sistema monetario y de crédito, y formular recomendaciones"[22]. Una de las cuestiones que el Comité tuvo que analizar fue la velocidad del dinero, y el impacto que los tipos de interés tendrían en los movimientos internacionales de capitales[23], pero "al estudiar al funcionamiento del mercado monetario, el Comité tuvo necesariamente que considerar la posición constitucional del Banco de Inglaterra, y sus relaciones con otras partes de la maquinaria gubernamental"[24]. Esta cuestión se había puesto de manifiesto a raíz del salto del tipo bancario de 1957, que había dado lugar a varias filtraciones informativas[25]. El Comité concluyó que desde 1931 no se había puesto en duda la responsabilidad última del Chancellor of the Exchequer en los actos del Banco de Inglaterra, y es más, que el trabajo conjunto entre ambas instituciones, se había hecho particularmente estrecho a raíz de la guerra; situaciones ambas desconocidas para la opinión pública, que por tanto continuaba atribuyéndole erróneamente al banco, un grado de independencia del que carecía, por lo que recomendó al Chancellor que demostrara su responsabilidad, anunciando personalmente y formalmente las alteraciones en los tipos de cambio[26]. Desde los cincuenta hasta los setenta, el Banco de Inglaterra fue el protagonista indiscutible de la política monetaria, pero la suspensión del tipo de cambio fijado, y el estallido de la inflación redujo su amplia autonomía, volviendo su supervisión más formal[27].
Lo peculiar del sistema británico era la vinculación del Banco de Inglaterra al Tesoro, y por vía de éste al gobierno británico, lo que contrastaba con la normativa de otros países con menor trayectoria financiera. Por ejemplo, en los Estados Unidos, las Leyes de la Reserva Federal de 1913, y la de bancos de 1935 no establecían ninguna forma en la que el Gobierno Federal pudiera dar instrucciones a la Reserva, y ni tan siquiera lo hacía la reforma de la ley de la Reserva Federal de 1977 (sección 202), que si bien preveía un diálogo entre el Congreso y la Junta de la Reserva, no mermaba en absoluto la autoridad de la Junta, ni entregaba ningún poder concreto al ejecutivo[28]. En Europa, el modelo del Deutsche Bundesbank también daba amplios poderes al banco, cuya ley de 1957 le concedía plena competencia en la política monetaria ("el Consejo del Banco Central determinará las políticas monetarias y crediticias del Banco" - artículo 6, Subsección 1 -)[29]. En cuanto a su relación con el gobierno, estaba obligado a asesorarlo en política monetaria - art. 13 - y a apoyarlo, pero sólo en la medida en que ello fuera compatible con sus funciones ("el «Deutsche Bundesbank» estará obligado, en la medida en que sea consistente con sus funciones, a apoyar la política económica general del Gobierno Federal. En el ejercicio de los poderes que le confiere la presente ley, estará sujeta a las instrucciones del Gobierno Federal" - artículo 12 -). Por su parte, el Gobierno Federal podía participar en las deliberaciones del Consejo del banco central, pero sin voto[30].
En realidad, la sociedad británica había querido amplificar la vocación pública del Banco de Inglaterra al final de la guerra, como haría con otros entes a través de su programa de estatalización, de modo que el gobierno laborista de Clement Attlee había nacionalizado al supervisor bancario en 1946, mediante la Ley del Banco de Inglaterra, como uno de los primeros pasos del plan. La ley traspasó el capital social del Banco al Tesoro, a cambio de la emisión de acciones del Estado; estableció el régimen para la provisión e incompatibilidades de su jerarquía; y determinó los principios que debían regir las relaciones entre el Tesoro y el Banco, y entre el Banco y otros bancos[31]. Por su parte, el Banco también constituía una excepción con respecto a otras instituciones, en relación a los nombramientos, que correspondían a la Corona – esto es, al Primer Ministro - en lugar de al Chancellor of the Exchequer, que se limitaba a aconsejar al Prime Minister[32], con lo que la subordinación del banco a la dirección política del país quedaba patente.
Es bien cierto que con anterioridad a la nacionalización, el banco ya existía como entidad jurídica[33], y había desarrollado su labor con enorme éxito, lo que diferenciaba su situación de la de otros bancos centrales. Probablemente esa pudiera ser una de las razones por lo que sus operaciones no fueron establecidas con precisión; pero resulta estimulante imaginar una razón de fondo más importante, más definitoria, incluso menos ortodoxa (aunque no necesariamente keynesiana) en torno al valor de la moneda[34]. De hecho, Mynors - uno de los asesores del Gobernador al final de la guerra – llegó a proponer una fórmula convencional para las funciones del banco, como era: "Controlar el sistema bancario y de crédito en divisas del Reino Unido, y mantener y proteger el valor externo de la libra esterlina"[35]. "Este fue el único intento conocido de esta definición", pero dado que cayó en saco roto dejó el acto central de la constitución monetaria de Gran Bretaña "excéntricamente desprovisto de cualquier referencia a las más amplias responsabilidades y propósitos de la banca central"[36]. Para el caso de un país que había protagonizado gran parte del desarrollo de las finanzas modernas, había construido el centro financiero más importante del mundo, y dirigido los vaivenes de la última divisa mundial parecía difícil achacar dicha ausencia a un mero olvido. Por consiguiente, la ley regaló al Banco el mantenimiento de un significativo grado de autonomía, clarificó la base legal sobre la que dirigir la política monetaria, pero mantuvo gran parte de la flexibilidad habitual del constitucionalismo británico, continuando con su tradición de regular en los altos asuntos constitucionales de forma no escrita, o al menos sólo parcialmente[37]. Como observó el distinguido economista Sayers en una conferencia pronunciada en 1953 ante el Instituto de Banqueros, las tareas del Banco no podían ser definidas con tanta claridad, ya que según él, "la esencia misma de la banca central es que debe ser fluida y adaptarse a las necesidades de la época"[38]; para el experto: "el negocio fundamental de un banco central es controlar la banca comercial de tal manera que apoye la política monetaria dirigida por el Estado"[39]. El resultado de todo ello fue que el Reino Unido pudo mantener una seria y profunda discusión sobre el valor del mantenimiento del valor de su moneda, muy alejado de los dogmatismos que impregnaban tanto al constitucionalismo alemán, como - aunque en menor medida – el estadounidense.
Ante las fuertes tensiones especulativas que la decadente área esterlina afrontaba durante los años sesenta, las autoridades financieras basculaban entre dar preferencia a la convertibilidad de la libra y a los intereses del Reino Unido como plaza y potencia financiera, u optar por retomar el control de su producción monetaria y su economía, protegiendo su capacidad industrial y los avances sociales que de ella se derivaban. Sin embargo, el negocio financiero no sólo significaba el mero lucro derivado de las finanzas, sino la trascendencia que dicho poder tenía para muchas otras actividades. Por ejemplo, sin ir más lejos y reflexionando sobre su importancia frente a otros sectores, la mile de Londres había hecho de su ciudad, la capital mundial del Derecho, con cientos de firmas de abogados representando a compañías situadas a veces a miles de kilómetros de Westminster, redactando sus obligaciones y contratos según el Derecho inglés, y resolviendo sus disputas en cortes arbitrales, e incluso en tribunales británicos[40]. Las relaciones comerciales - que sobre la base de la Imperial Preference - se habían desarrollado alrededor del puerto de Londres habían generado toda una industria de servicios jurídicos, cuyas innovaciones habían soportado el incremento de las operaciones financieras, que generaban a su vez una nueva demanda de libras[41]. La relación se movía en ambos sentidos: si las innovaciones jurídicas habían consolidado a Londres como el más innovador, eficaz y exitoso centro financiero internacional; sin la City no habría sido posible la creación y desarrollo de una industria global de servicios jurídicos, que a su vez contribuía a incrementar la influencia de la propia City, y del Imperio Británico y su divisa. Un buen ejemplo de este feedback lo podemos encontrar en las innovaciones o mejoras que el Derecho británico introdujo en las obligaciones mercantiles, como en el caso del acreditivo moderno, y su relación con los créditos de refinanciación en libras, negociados en las casas de aceptación londinenses[42]. Aunque el acreditivo moderno era ya conocido en los países bajos desde los siglos XVII a XIX, a principios del siglo XX su monopolio - como procedimiento de crédito - residía en Inglaterra[43]. Dada la extraordinaria prosperidad del puerto de Londres como centro comercial internacional, la reputación de sus negociantes alcanzó tales cimas, que permitió el desarrollo de actividades comerciales, cuyo cobro se pactaba mediante el giro de letras[44]. Dichas operaciones generaron firmas de crédito (las denominadas accepting houses o casas de aceptación, sucesoras de los famosos marchant bankers o "banqueros-comerciantes") que se ocupaban de esa clase de operaciones, aceptando las letras de cambio por una remuneración determinada, y generando toda una actividad comercial que pagaba ordinariamente mediante letras giradas a un plazo relativamente largo, y que podían descontarse en dichas entidades[45]. La banca londinense disfrutaba de una extraordinaria ventaja: su inigualable experiencia en el campo de la financiación internacional, y una confianza (también de carácter internacional) basada en su preciso conocimiento sobre la situación financiera y comercial, de las casas de exportación e importación establecidas en los distintos países, que participaban de dicho comercio. La retroalimentación era completa, la libra esterlina era solicitada y conocida fuera del Reino Unido, incrementando una actividad bancaria que podía permitirse mejorar unas condiciones de financiación, que atraían a más y más comerciantes deseosos de encontrar salidas para sus mercancías en la ciudad del Támesis, y que a su vez procuraban adquirir una buena reputación sometiéndose al Derecho inglés, y resolviendo sus disputas en el mismo Londres; lo que generaba a su vez más conocimiento y prestigio a la plaza, y alimentaba al unísono a la industria financiera, el comercio, y al propio sector de los servicios jurídicos. Hay que hacer notar que dicha actividad iba más allá de las fronteras del Imperio Británico, y protagonizaba la liquidación financiera de las transacciones comerciales entre países tan aparentemente distantes del Imperio, como las naciones sudamericanas y los propios Estados Unidos[46], o entre los mismos países europeos entre sí[47].
La intensidad de dicho maridaje entre los servicios financieros y los servicios jurídicos ofertados en suelo británico (o si queremos entre distintos sectores que convertían a la capital británica en un gran centro neurálgico para actividades muy sensibles y de gran valor añadido – como las relaciones internacionales y diplomáticas, los centros académicos y think tanks, y en general el denominado softpower) explicaba por sí misma, la sensibilidad ante cualquier cambio regulatorio que afectara a la industria financiera más allá del propio sector, y por supuesto, cualquier movimiento que pusiera en riesgo la importancia de la City.
Además, unos años antes, otro episodio había puesto de manifiesto la relevancia que para un país como el Reino Unido tenía el mantenimiento de la City como centro financiero internacional; nos referimos a la crisis del Canal de Suez, probablemente uno de los episodios más interesantes del declive imperial británico.
Cuando en julio de 1956 Egipto nacionalizó la Compañía del Canal de Suez[48], no sólo se agitaron las aguas de la magistral obra de ingeniería, sino que las olas del canal batieron las aguas financieras sobre las que navegaba – hasta entonces de forma razonablemente plácida - la libra esterlina, interrumpiendo el itinerario diseñado por sus autoridades. Mediante la nacionalización, Egipto asumiría el control del estrecho, adquiriendo no sólo el derecho a obtener las regalías por el paso de mercancías, sino el control de la importante plaza geopolítica. La captura del canal tenía tanto valor, que de manera casi inmediata Francia, Israel y el Reino Unido reaccionaron con una operación militar conjunta, por la que Israel invadiría el Sinaí el veintinueve de octubre, y la República Francesa y el Reino Unido llevarían a cabo ataques militares sobre el área, dos días más tarde. Sin embargo, tan sólo una semana después, Gran Bretaña suspendería sorprendentemente sus operaciones militares aceptando la resolución de Naciones Unidas para un alto al fuego, y el tres de diciembre anunciaría la retirada de sus tropas (que pronto seguirían Francia e Israel), despejándose el conflicto con una reapertura del canal bajo control egipcio, en abril[49]. Pese a las irreparables bajas humanas y daños materiales, las operaciones más decisivas no habían tenido lugar en el teatro de operaciones propiamente bélico, sino que se habían desarrollado en los despachos gubernamentales y las delegaciones diplomáticas de las potencias concernidas, y en los despachos de los funcionarios de las instituciones de Bretton Woods. Tras bambalinas, se había librado una batalla – a la postre decisiva – cuyas balas habían sido la presión financiera, y cuyos estrategas no habían salido de las salas de mapas, sino de los despachos repletos de colecciones jurisprudenciales y tratados internacionales; y que habían conducido al fin del conflicto mediante una singular interpretación de los Acuerdos constitutivos del FMI (realizada por su Asamblea) servida "a la carta"[50].
Pese a que el Reino Unido conservó en todo momento un superávit por cuenta corriente - incluso durante las interrupciones en el comercio internacional - a lo largo de 1956 y 1957, habían tenido lugar fuertes presiones especulativas sobre la libra esterlina[51], que al menos en parte estuvieron relacionadas con los acontecimientos del mediterráneo oriental[52]. Como consecuencia de dichos ataques, el Banco de Inglaterra se vio obligado a agotar sus reservas de dólares en la defensa de la estabilidad del valor de la libra, pero pese a su pericia, la amenaza de una devaluación forzada e incluso la opción por la libre flotación era muy real en el mes de diciembre[53]. Dichos acontecimientos tuvieron lugar en un momento en el que el FMI prácticamente no había intervenido en ninguna crisis financiera, sólo había prestado de forma esporádica y en pequeñas cantidades, y aún estaba desarrollando el concepto de préstamos stand-by sujetos a condiciones políticas acordadas[54]. Sin embargo, entre septiembre y octubre de 1956, la institución financiera recibió la petición de asistencia financiera de tres de los cuatro países envueltos en el conflicto[55], y se vio obligada a tomar cartas en el asunto. Aunque del Banco de Inglaterra se esperaba acceso al crédito y recursos propios suficientes para defenderse sin la asistencia del FMI, si el especulativo flujo de salida de la libra esterlina seguía manteniéndose de forma sostenida, la divisa podría entrar en problemas para mantener su tipo de cambio, dando al traste con los planes liberalizadores[56]. Ello hacía de la contingencia británica un caso distinto al de Egipto, Francia e Israel, países que no habían avanzado en la convertibilidad de sus divisas, de modo que los eventuales préstamos al Reino Unido contenían importantes implicaciones para el posterior papel del Fondo como gestor de crisis internacionales[57].
No obstante, y dado que los Acuerdos del Fondo Monetario Internacional prohibían financiar una "importante y sostenida" salida de capitales, que era en esencia lo que el Reino Unido enfrentaba[58], el país isleño no parecía estar habilitado para la asistencia del organismo internacional, lo que le obligaba a preparar varias líneas de defensa. La primera no era otra que la intervención mediante la compra al contado de libras esterlinas en el mercado de divisas; pero pronto necesitaría otra línea de defensa sino quería agotar sus reservas[59], y esta tendría serias implicaciones jurídicas.
La estrategia británica consistía en dar una vuelta de tuerca más a su "relación especial" con los Estados Unidos[60], de la que los británicos esperaban una financiación bilateral, pese a la oposición de Washington al esfuerzo europeo por obligar a Egipto a devolver el canal. Para ello, Estados Unidos podía optar por dos caminos, el de la renuncia a los intereses de los préstamos realizados bajo la ley lend-lease durante la guerra, o el suministro de nuevos préstamos mediante el Export-Import Bank[61]. Si todo ello fallaba, los británicos contaban con el apoyo estadounidense para que el FMI les entregara pequeñas cantidades, a las que creían tener prácticamente derecho; es más, aspiraban a construir un estatuto especial para su país, informalmente aceptado por el resto de los miembros, basado en su condición de fundador y de segundo socio en importancia, que finalmente les permitiera retirar cantidades considerablemente mayores y durante más tiempo[62]. Dada la ponderación de los votos en el FMI, el éxito de la iniciativa dependía casi por completo de la actitud estadounidense[63].
Los acontecimientos que prosiguieron mostraron el poder que las finanzas jugaban en el orden internacional, y a medio plazo, la vía jurídica a través de la que podría ponerse en marcha una eventual liberalización del movimiento de capitales en el mundo: la interpretación ad hoc. Desde septiembre a diciembre, los dirigentes del Reino Unido cortejarían a los de los EEUU, con la esperanza de conseguir el apoyo financiero norteamericano, utilizando todo tipo de argumentos - desde la posición acreedora de los británicos con respecto al Fondo, a las desastrosas consecuencias de una eventual victoria del comunismo frente al mundo libre[64]. Sin embargo, no sería hasta el anuncio de retirada de las tropas británicas del canal, que el Primer Ministro podría presentarse ante la Cámara de los Comunes anunciando un rápido acercamiento al FMI, mientras hacía públicas las pérdidas de reservas durante noviembre[65].
Tras las tranquilizadoras palabras del Prime Minister en el Parlamento Británico, existían ciertos inconvenientes jurídicos para la ayuda, entre los que destacaba – como hemos señalado - que el Acuerdo constitutivo del Fondo Monetario Internacional prohibía los préstamos con destino a financiar una "amplia o sostenida" salida de capitales (Artículo VI Sección 1 (a))[66]. Dicha disposición, que tenía por objetivo preservar los limitados recursos financieros del FMI, y reservarlos para los préstamos a realizar en el marco de la promoción del comercio internacional de bienes y servicios[67], suscitaba una cierta controversia jurídica. De hecho, el artículo V Sección 3 bis establecía que un Estado miembro podía hacer uso de los recursos del FMI siempre y cuando se "refleje que se necesitan inmediatamente"[68], cuestión - que como era de esperar-, había suscitado dudas entre los policymakers estadounidenses durante el proceso de ratificación del acuerdo, al generar sospechas de que podrían dar lugar a que un Estado miembro terminara utilizando los recursos del Fondo, para financiar una huida de capitales "amplia o sostenida", e incluso obtenerlos sin apenas condiciones, con la exclusiva demostración de que se necesitaban con celeridad[69]. Dicha posibilidad, que requeriría de importantes recursos del principal donante (los Estados Unidos), concitó un agrio debate en el Congreso, y una significativa oposición por parte de algunos legisladores[70], que encontrarían amparo entre aquellos funcionarios del Tesoro, que como explicó Joseph Gold – antiguo General Counsel and Director of the Legal Department of the International Monetary Fund -, estaban preocupados por si "los recursos del Fondo ... podrían verse mermados por la financiación de la fuga de capitales de aquellos miembros que mantuvieran sus monedas sobrevaloradas"[71]. En el Departamento del Tesoro se tenía presente que dicha postura había sido hecha explícita antes de la propia ratificación del Acuerdo constitutivo del FMI, por un informe del Tesoro redactado en 1944, que interpretaba que "las disposiciones de la propuesta del Fondo están diseñadas para poner en práctica el principio general de que los recursos del Fondo deben ser utilizados principalmente para solucionar las balanzas internacionales por cuenta corriente"[72]. El informe evidenciaba una clara victoria de las posturas neoclásicas - en el seno de la propia administración de los new dealers -, para los que las políticas de ajuste – en lugar de las de financiación - debían constituir la respuesta apropiada ante una eventual fuga de capitales[73]. Siguiendo dicha argumentación, pero aún recelosos de la ambigüedad de la redacción, el Congreso de los EEUU exigiría al Gobernador del FMI, una interpretación de la norma (sita en la Section 13 of the U.S. Bretton Woods Agreement Act) que prohibiera el uso de los recursos para fines que fueran "más allá de la actual estabilización monetaria", incluyendo las operaciones "para satisfacer una amplia o sostenida salida de capitales"; una insistencia que acabó logrando que se sometiera la cuestión a la Junta del organismo internacional[74].
En septiembre de 1946 - poco después del colapso del intento de convertibilidad de la libra esterlina – el FMI dictaminaría que sus recursos sólo podrían extraerse "para dar asistencia temporal a los déficit de financiación de la balanza de pagos por cuenta corriente durante las operaciones de estabilización monetaria"[75]; una interpretación "demasiado restrictiva"[76], que sin embargo era totalmente coherente con los objetivos cada vez más in crescendo en los Estados Unidos, de promover un corrimiento rápido hacia la ortodoxia financiera neoclásica[77]. Tal y como Keynes había alertado, lo que los funcionarios de los Estados Unidos estaban promoviendo (al restringir a los gobiernos la utilización de los recursos del FMI para financiar las salidas de capital, y negarse a llevar a cabo modos de control más cooperativos) era colocar la carga de los ajustes de las futuras crisis financieras, sobre las espaldas de los países deficitarios[78].
Ante tal estado de cosas, una eventual petición de ayuda británica al FMI demandaba una negociación entre los dos principales miembros del FMI - incluido su nuevo Director[79] - que determinara la estrategia jurídica a seguir. El reconocimiento de que los créditos financiarían a una Gran Bretaña - que sufría semejante salida de capitales - demandaba una cierta originalidad en la solicitud de la ayuda, que merecía ser consensuada. Las deliberaciones que finalmente tuvieron lugar rechazaron forzar una interpretación contraria a la exigida por el Congreso estadounidense (lo que habría provocado importantes problemas constitucionales en aquel país), pero encontraron un argumento que podría salvar la situación; aquella de que en la medida de que dichas ayudas fueran consideradas "adelantos y retrasos" en los pagos que el país del Támesis realizaba al Fondo, estarían vinculadas directamente con la financiación de su cuenta, y no con la situación que enfrentaban sus reservas debido a la salida de capitales[80]. Por otra parte, los británicos utilizarían otro argumento de peso para los intereses norteamericanos, el de sus dificultades para caminar hacia el establecimiento de la plena convertibilidad de la libra esterlina en las transacciones por cuenta corriente[81]. Hay que recordar que hasta ese momento, el FMI había tratado a las cuentas corrientes y a las de capital como esencialmente separables[82], pero debido al papel del Reino Unido como banquero internacional, la diferenciación parecía imposible de establecer en la práctica, lo que situaba al rescate financiero - que Gran Bretaña estaba a punto de conseguir - en una suerte de enmienda particular al modus operandi diseñado ante las crisis financieras[83]. Dado que la distinción – al menos de una forma clara y solvente - planteaba tantas dificultades, la argumentación se basaría en una "ficción jurídica"[84] consistente en suponer que la ayuda iría dirigida exclusivamente a la cuenta de capital (y no a la cuenta corriente), reconociéndose así la excepcionalidad británica, por su condición de potencia financiera titular de una divisa de reserva, generando una interpretación ad hoc que apelaría a los riegos sistémicos que representaba la «City». En un informe del Fondo realizado ex profeso se afirmaría: "(…) el papel del Reino Unido como banquero de una gran zona comercial, sus esfuerzos para superar sus dificultades en la balanza de pagos, y por continuar una política de expansión de la zona de libre comercio y pagos podría ser socavada, si la confianza en la libra esterlina se debilita por más pérdidas sostenidas de las reservas monetarias", lo que supondría "graves repercusiones sobre el volumen del comercio mundial, y el progreso por liberar al comercio y a los pagos de las restricciones externas"[85]. Tan sólo unos días más tarde, tras la consecuente deliberación, la Junta Ejecutiva del Fondo Monetario Internacional aprobaría el plan de rescate, con una sola abstención (la de Egipto)[86].
Conviene aclarar, que la interpretación no daría lugar a una enmienda generalizada, y cuando a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, Japón y los países europeos (el Reino Unido y la mayor parte de Europa Occidental anunciaría la convertibilidad oficial a finales de 1958[87]) restauraran finalmente la convertibilidad de sus divisas (en la Comunidad Europea a través de los artículos 103 a 109 del Tratado de Roma) no la extenderían a las cuentas del capital, en una decisión aceptada e incluso apoyada por los propios EEUU[88].
De este modo, el más sorprendente legado de una crisis como la del Canal de Suez serían sus consecuencias legales derivadas de la admisión de una interpretación de las normas del sistema financiero internacional ad hoc basado en una suerte del conocido too big to fail[89]. En la práctica (y pese al articulado del Acuerdo de Funcionamiento del FMI) la separación entre la cuenta de capital y la cuenta corriente pactada en Bretton Woods[90] no operaría para una potencia financiera como Gran Bretaña mostrando las ventajas de privilegiar un modelo monetario financierista (dirigido a convertir o mantener importantes centros financieros) frente a uno productivo. Es más, se inauguraría un interesante camino para aquellos policymakers deseosos de volver al paradigma neoclásico, aclarándose sobre quien iban a recaer los problemas de deudas en el nuevo sistema monetario internacional. Pronto, una nueva estrategia liberalizadora se ensayaría a través de los eurodepósitos, con importantes consecuencias para los movimientos de capitales en el mundo, y sobre todo para el Imperio Británico, pero eso es otra historia.
Tras que el Comité presidido por Lord Radcliffe hubiera recomendado a finales de los años cincuenta al Chancellor of the Exchequer, que anunciara formalmente las alteraciones de los tipos de cambio de la divisa británica[91], la cuestión de las devaluaciones había tomado un tinte tan político, que no podía pasar ya, como una simple decisión meramente técnica. Así ocurrió en el caso de la devaluación anunciada el diecisiete de noviembre de 1967, no ya por el Ministro de Finanzas, sino por el propio Primer Ministro Harold Wilson en persona, que se dirigió a la nación mediante una locución televisiva[92], retransmitida en horario prime time (a las nueve y media de la noche), y que contenía una argumentación más propia de un genuino constitucionalismo monetario, que de un discurso meramente político.
A la necesidad de una devaluación tan importante se había llegado, debido a las significativas dificultades en la balanza de pagos que arrastraba el Reino Unido; con un crecimiento económico que empujaba al alza sus importaciones, y con ellas, la demanda de divisas extranjeras (especialmente de los tan necesarios dólares estadounidenses), sin que se estuvieran compensadas por la de las libras esterlinas de un comercio colonial menguante. A su vez, las diferencias se veían incrementadas por las operaciones meramente especulativas, que con carácter internacional intentaban aprovecharse de la determinación del gobierno británico por mantener el precio de su moneda[93]. Por supuesto, la crisis tenía distintas causas, entre las que sin duda alguna estaba el declive del área esterlina, lo que arrastraba importantes consecuencias constitucionales, para un país que aún se veía a sí mismo como un Imperio. Desde el comienzo de las dificultades - en noviembre de 1964 - el gobierno se aferró a su compromiso por el mantenimiento del valor internacional de la esterlina, lo que necesitaba de crecientes e ingentes recursos, mientras cada vez quedaba más claro que la única forma de superar la crisis - sin devaluar la moneda - era reducir el crecimiento económico, con las evidentes consecuencias sobre el empleo y la prosperidad industrial del país[94].
Finalmente, el Primer Ministro decidió priorizar el crecimiento económico del país, y su prosperidad social, y procedió a una devaluación de la libra en un catorce por ciento, lo que significaba que su cambio con respecto al dólar - que era de 2,40 libras - pasara a estar por debajo de las 2,80 libras. Hay que recordar que según el sistema de cambios fijos establecido en Bretton Woods, la esterlina debía operar dentro de una franja situada e[95]ntre los 2,78 y los 2,82 dólares por libra, lo que obligaba a obtener el preceptivo permiso del Fondo Monetario Internacional[95]. Lo más importante - al menos en términos constitucionales - no era el desenlace de la devaluación, si no el debate que tuvo lugar en la sociedad británica en general, y en sus instituciones en particular, sobre la importancia del mantenimiento del tipo de cambio de la esterlina.
Uno de los principales problemas que tuvo que afrontar la disputa fue el grado de consenso que la libra esterlina convocaba como símbolo nacional[96] (de hecho las caricaturas y viñetas de los periódicos acompañaban habitualmente la libra, con los símbolos nacionales convencionales de Britannia, como el León y San Jorge[97]) lo que dificultó seriamente la audición de argumentos serios[98], y amplificó los chovinistas. Los esfuerzos por mantener el tipo de cambio de la libra se convirtieron en una batalla nacional, a lo que no fue ajena que se hubiera hecho un frecuente uso de esta metáfora bélica en los debates parlamentarios que habían tenido lugar sobre la oportunidad de las devaluaciones en 1949, los frecuentes comentarios en la prensa durante los años 1956 y 1957, y hasta que fuera finalmente usada por el propio Harold Wilson en 1965[99]. Como para redondear hacía falta un antagonista externo, la prensa convirtió a los banqueros y a los especuladores europeos, en los enemigos de la libra[100].
Dado que los símbolos del Estado son parte indiscutible del Estado Constitucional[101], debemos reconocer como absolutamente normal, el apego de los británicos por su divisa; por lo que la cuestión no fue tanto, si la libra constituía un símbolo nacional, sino si ese símbolo fue bien entendido por los ciudadanos. Como hemos comentado, hay que decir que sobre la divisa se proyectaron una amplia gama de ansiedades sobre el poder del Imperio Británico, y el papel que le correspondía en el mundo a Gran Bretaña, que se fueron depositando como una mera cuestión de prestigio en la solidez de la libra[102]. Frente a esa consideración se alzaron distintas voces, como la de James Callaghan – a más INRI, Chancellor of the Exchequer-[103], que en sede parlamentaria afirmó: "No es una cuestión de prestigio para mí. Eso es basura. No considero a la libra esterlina como un gran símbolo"[104]; o la del propio Times, que el 20 de noviembre de 1967 comentaba: "La verdad es que si el precio de una moneda está mal, hay que ponerlo en orden"[105]. Esa visión técnica también fue defendida en sede parlamentaria, y Michael Foot – que llegaría a ser líder de la oposición entre 1980 y 1983 –[106], al igual que Peter Shore - Ministro de Economía –[107] insistirían en dicho punto de vista, así como en la falsedad del argumento moral que se presentaba frente a la devaluación[108].
Pero para mucha gente, el dinero aún era entendido desde su significado en la era del dinero mercancía, y aunque ese paradigma hacía tiempo que estaba en profunda revisión, aún ocupaba las mentes de la mayor parte de los ciudadanos[109]. Probablemente por ello, Harold Wilson afirmó en su discurso sobre la devaluación: "A partir de ahora la libra en el extranjero vale un catorce por ciento o menos, en términos de otras monedas, pero ello no significa - por supuesto -, que la libra aquí en Gran Bretaña, en su bolsillo o en la Bolsa o en su banco, se haya devaluado. Lo que sí significa es que ahora podremos vender más mercancías al extranjero sobre una base competitiva"[110]. Con ello, el carismático Primer Ministro se estaba refiriendo al instituto monetario desde dos perspectivas: la primera, como dinero título, explicando a aquellos que esperaban ver reducidos sus ahorros, que el valor de los mismos permanecía constante; y el segundo, como divisa internacional, en el que su valor sí que había menguado. Pero ello significaba más, el Gobierno Británico había tenido que hacer una difícil elección entre dos prioridades que se estaban enfrentando, y que no eran más que el dinero en su función como lubricante de la capacidad productiva, cuyo valor debería hacerse depender de los intereses comerciales; y en su función como reserva de riqueza - también a nivel internacional -, para lo que debía prevalecer - a toda costa - el valor de la divisa (no como título, sino como valor material) como un bien en sí mismo. Ese valor instrumental preocupó enormemente al líder laborista, que probablemente argumentó alrededor del valor del dinero como título, precisamente por ser consciente de la dificultad que para el pueblo llano resultaba el entendimiento de la verdadera naturaleza del dinero (sino era como mercancía), y estaba temeroso de las acusaciones que como laborista recibiría, en el sentido de que era incapaz de mantener el precio del dinero, como ocurrió repetidamente en sede parlamentaria[111]. Desde luego, la devaluación fue una decisión política, que se había desarrollado a través de un juicio ponderativo entre el papel instrumental de la política monetaria como parte de la política económica, o de la política monetaria considerada en sí misma (alrededor del mantenimiento del valor de la moneda), algo que – como hemos visto – podía tener lugar en el laxo marco jurídico en el que se regulaban las funciones del Banco de Inglaterra y del Tesoro; a diferencia de otras normativas al uso, como ocurría en el sistema de la Reserva Federal, en el que dicha discusión sólo podía tener lugar en el Congreso, o en Alemania, en el que el mantenimiento del valor del dinero era la principal función de su independiente Banco Central, que por lo tanto, y al menos teóricamente, sólo podría afrontar una devaluación de la moneda por incapacidad, y no por conveniencia de la política económica.
En realidad también esa era la dicotomía en las que se movían las posturas del consiguiente debate público. Aunque el Primer Ministro, sólo pretendía calmar los temores de aquellas personas que no hubieran entendido el acto devaluador[112], las críticas desde el sector financiero fueron mordaces. Un buen ejemplo, lo representaron los ataques del Conde de Cromer (banquero que había sido Gobernador del Banco de Inglaterra entre el sesenta y uno y el sesenta y seis[113], y que era Director del Baring Brothers[114], probablemente la compañía de banca comercial más antigua de Londres), y que podrían resumirse en las afirmaciones de que la devaluación reducía el prestigio y el poder de Londres como centro financiero internacional, y constituía un muy mal negocio financiero[115]. Siendo esto cierto, la perspectiva debería haber sido muy distinta a la luz de los intereses de los conglomerados industriales (de hecho la caída de la popularidad de Wilson inmediatamente después de la devaluación fue más pequeña que la caída que siguió al anuncio del severo paquete de julio de 1966, un paquete diseñado expresamente para "salvar la libra”)[116], que sin embargo siguieron mostrando sus interrogantes y preocupaciones alrededor del significado de la devaluación para el área esterlina, y la posición en la que quedaba como divisa de reserva, especialmente en aquellos países que habían sido colonias, y que seguían vinculados financieramente a la capital de la antigua metrópoli, y al Reino Unido en general[117].
Al fin y al cabo, la divisa esterlina no sólo había representado, sino que seguía jugando un importante papel en el entramado constitucional británico[118], y en su sistema imperial, que ayudaba a engarzar distintos territorios (más o menos soberanos), que de un modo u otro continuaban fuertemente vinculados a Gran Bretaña.
Pese a que la devaluación de Harold Wilson constituyó un acto deliberado para mantener los intereses industriales británicos a salvo, de los que dependía en gran medida el futuro de las clases trabajadoras británicas, lo cierto es que el debate público fue ganado por las posiciones partidiarias de priorizar los intereses de la City, que habían sido fundamentalmente defendidas desde las filas situadas a la derecha del Speaker. Tras la sorprendente dimisión de Wilson, otro laborista - Callaghan - accedió al cargo de Primer Ministro. Sin embargo, los rescoldos del duro debate de la devaluación determinaron en gran parte sus políticas, que anticiparon las políticas monetaristas llevadas a cabo por su sucesora, la tory Margaret Thatcher[119]. La llegada al poder de la Primera Ministra lideraría una revolución conservadora, que pondría las bases para un nuevo constitucionalismo económico, de corte neoliberal, que dejaría sentir sus huellas en la creación de cualquier divisa - como el euro – que pretendiera conseguir una posición internacional como divisa de reserva. Las devaluaciones se convertirían en afrentas a la supuesta actuación re-equilibradora del mercado, y la robustez de las monedas en el síntoma de una buena y sana política monetaria.
Con todo, lo excepcional de la nueva situación de Londres como centro internacional de finanzas radicaría en la forma en la que la capital bañada por el Támesis conseguiría conservar dicha situación, sin que el Reino Unido fuera ya aquel poderoso país - comercialmente hablando -, que había liderado la revolución industrial y forjado un Imperio comercial, sino que por el contrario, mantendría con robustez el valor de su divisa, sacrificando sus intereses comerciales por los meramente financieros. Los nuevos gobiernos británicos liderarían una revolución conservadora cuya finalidad última, no sería otra que la de liberar el capital internacional sometido a los controles estatales, para ponerlo a disposición del reciclado de déficits[120] que la economía estadounidense necesitaba. Una política que llevaría a la City a situarse como un eje principal de la circulación de capitales en el mundo, consagrándose como el centro financiero internacional por excelencia, muy por delante de los demás[121]. Las consecuencias para Gran Bretaña serían decisivas, y como cualquier otra importante decisión constitucional, la opción contendría una preferencia territorial, que terminaría a la larga generando una nueva organización del Reino Unido, al sacrificar los intereses del industrial norte de Gran Bretaña[122], frente a los de la economía de servicios del sur del país (especialmente del suroeste) y la urbe londinense.
Durante décadas esta nueva estrategia ha estado priorizando los intereses financieros frente a los productivos en Occidente, alimentando en consecuencia, el crecimiento de una nueva potencia productiva como China, que recurrió sucesivamente a la devaluación de su moneda para priorizar sus intereses comerciales, según diversas fuentes. Estas devaluaciones (que han sido objeto de duras controversias entre estadounidenses y chinos durante décadas; en la que los primeros acusaban a los segundos de un dumping monetario, mediante un intervencionismo del Banco Popular de China – el banco central de la República Popular de China – en la cotización de la divisa asiática) no han dejado de mostrar dos prioridades estratégicas bien distintas, la de una economía altamente financiarizada como la estadounidense, y una enfocada preferentemente a hacer de China una potencia productiva y comercial de primer orden, y ello pese a su dependencia de materias primas exteriores, que debían ser adquiridas mediante el dólar estadounidense como World currency.
Sin embargo, en la actualidad, y pese a las críticas del nuevo Presidente estadounidense - Donald Trump - sobre una infravaloración artificial del reminbi, orquestada desde su banco central, son muchos los medios occidentales que indican que la República Popular China no sólo no está devaluando su divisa, sino que por el contrario está consolidando su incipiente posición como divisa de reserva internacional, basada en sus excedentes comerciales y financieros, que le permiten ir adquiriendo la solidez necesaria para dicha nueva condición internacional[123]. Si es así, el mundo podría estar volviendo al modelo clásico inaugurado precisamente por los británicos, cuando presumían de una libra as good as gold, consolidada como World currency en base a sus excedentes[124].
De la evolución de este proceso dependerá en gran parte, la del constitucionalismo económico que el futuro nos depare, de modo que habrá que estar muy atentos a los significados que las devaluaciones nos descubran sobre sus propios commitements constitucionales internos y externos; y que descubrirán – a falta de una reforma del sistema monetario internacional – las estrategias de desarrollo que cada país adoptará en esta nueva etapa, - como decíamos - no sólo respecto al exterior, sino respecto al interior de los países. Aún inadvertidamente, y generalmente tratados únicamente desde un punto estrictamente económico, los cambios en los commitements del constitucionalismo económico, ya están presentes en las noticias de medio mundo. Su análisis, y consideración – obviamente no sólo desde el punto de vista del constitucionalismo económico, sino también de otros aspectos puramente políticos – nos permitirán vislumbrar las distintas evoluciones que el Estado Constitucional nos depare.
Resumen: Probablemente uno de los principales problemas del capitalismo como sistema económico, lo constituya el problema de sus excedentes, que lo convierte en un sistema inestable que genera déficit y excedentes de capital. Si bien en el ámbito nacional este problema ha sido afrontado desde el constitucionalismo económico, fundamentalmente a través del principio de solidaridad, la ausencia de una autoridad monetaria internacional ha llevado a su corrección mediante el mecanismo de la devaluación monetaria, duramente rechazado por el constitucionalismo neoliberal.
El presente trabajo pretende estudiar las repercusiones que un acto sencillo como la devaluación representa en relación con los consensos constitucionales. La elección de la devaluación llevada a cabo por el Primer Ministro laborista Harold Wilson en 1967 como objeto del análisis, nos ha ayudado a analizar los distintos modelos confrontados. Un análisis que no es meramente histórico, sino que pretende contribuir a entender las claves de la batalla por la consideración de una moneda como divisa de reserva internacional, como ya ocurre en relación con la divisa china.
Palabras claves: Constitucionalismo económico, excedente y déficit, moneda, devaluación, consenso constitucional.
Abstract: Probably one of the main problems of capitalism as an economic system is constituted by the problem of its surplus, which makes it an unstable system that generates capital deficits and surpluses. Although at the national level this problem has been faced from the Economic Constitutionalism fundamentally through the principle of solidarity, the absence of an international monetary authority has led to its correction through the mechanism of monetary devaluation, hard rejected by neoliberal constitutionalism.
The present paper tries to study the repercussions that a simple act as the devaluation represents in relation to the constitutional consensus. The election of the devaluation carried out by Labour Prime Minister Harold Wilson in 1967 as the object of analysis has helped us to analyze the different economic models confronted. An analysis that is not merely historical, but aims to contribute to understanding the keys to the battle for the consideration of a currency as an international reserve currency, as is already happening in relation to the Chinese currency.
Key words: Economic Constitutionalism, surplus and deficit, money, devaluation, constitutional consensus.
Recibido: el 9 de junio de 2017
Aceptado: el 30 de junio de 2017
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[1] Y ello pese a que "muchos autores concluyeron que la UE no era un área monetaria óptima, y que la unión monetaria no era recomendable debido a la escasa integración comercial, la baja movilidad del trabajo, la persistencia de las diferencias estructurales entre el norte y el sur (centro-periferia) a pesar de los altos niveles de comercio intra-industrial y la ausencia de un federalismo fiscal fuerte para complementar la integración monetaria". Desajustes, que paradójicamente (y según algún autor como Theurl) pudieran dar lugar a una aceleración del proceso de integración política. PHILIPPE DE LOMBAERDEP, "Robert A. Mundell y la teoría de las áreas monetarias óptimas", Cuadernos de Economía, v. XVIII , n. 31, Bogotá, 1999, páginas 39- 64, p 55 y 57. Disponible en Web (mayo 2015): http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/ceconomia/article/view/11105/21040
[2] Popularmente conocido como "Nobel de Economía", el Premio «Sveriges Riksbank» en Ciencias Económicas en memoria de «Alfred Nobel» fue entregado en su edición de 1999 en el Aula Magna de la Universidad de Estocolmo, el 8 de diciembre del mismo año. Tanto la grabación como el texto del discurso de «Robert A. Mundell» están disponibles en el sitio Web del Premio en su modalidad en ciencias económicas. El «Sveriges Riksbank» a veces denominado también "Banco Nacional Sueco" o "Banco de Suecia" es el primer banco central de la historia. R. A. MUNDELL,"Nobel Prize Lecture by Robert A. Mundell", The Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel 1999 . Disponible en Web (Consulta 12 diciembre de 2014): http://www.nobelprize.org/mediaplayer/index.php?id=1347 [(Conferencia a cargo de «Robert A. Mundell» en agradecimiento por el Premio «Sveriges Riksbank» en Ciencias Económicas en Memoria de «Alfred Nobel» de 1999)]. R. A. MUNDELL, A reconsideration of the twentieth century , Prize Lecture, December 8, 1999, p. 225-243. En: AAVV; Nobel Lectures , Economics 1996-2000 , Editor Torsten Persson, World Scientific Publishing Co., Singapore, 2003. Disponible en Web (Consulta 12 diciembre de 2014): http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economic-sciences/laureates/1999/mundell-lecture.pdf
[3] R. A. MUNDELL, "A Theory of Optimum Currency Areas", The American Economic Review , Vol. 51, nº 4 September 1961, p. 657-665. Disponible en Web (consulta octubre 2014): http://www.jstor.org/discover/10.2307/1812792?sid=21106025053383&uid=70&uid=2134&uid=2&uid=3738032&uid=4
[4] A, SWOBODA; "Robert Mundell et les Fondements Théoriques de l'Union Monétaire Européenne"; Fonds monétaire international , 13 décembre 1999. Disponible en Web (2 de marzo de 2015): http://www.imf.org/external/np/vc/1999/121399.HTM [o] A. SWOBODA, Robert Mundell and the Theoretical Foundation for the European Monetary Union ; Op. Cit. Si bien hay que señalar que la decisiva contribución de Mundell ha sido decisiva desde la publicación de su no extenso (menos de diez páginas) pero influyente artículo, algunos autores señalan que la contribución de Mundell a dicha teoría es de menor dimensión en comparación con la de Meade y Scitovsky. Ambos situaron al área de la moneda única en un análisis más general sobre la integración económica. ["«Also, Mundells contribution is narrower in dimension compared to Meade and Scitovsky. They both situated a single currency area in a more general analysis of economic integration»"]. I MAES, "Optimum Currency Area Theory and European Monetary Integration", Tijdschrift voor Economie en Management , Vol. XXXVII, 2. 1992, p. 137-152, p. 142. Disponible en Web (consulta 10 de octubre de 2014): econ.kuleuven.be, https://feb.kuleuven.be/rebel/jaargangen/1991-2000/1992/TEM1992-2/TEM1992-2_137-152p.pdf P. 142 .
[5] El artículo de Mundell que revitalizó el debate sobre las áreas monetarias fue el ya reseñado de: R. A. MUNDELL, "A Theory of Optimum Currency Areas", Op. Cit.
[6] Quejas de las que se ha hecho eco la prensa nacional estadounidense y de la propia China, así como de la prensa internacional. Véase, por ejemplo: M. YE HEE LEE, "Trump's outdated claims that China is devaluing its currency", The Washington Post, December 15, 2016. Disponible en Web (consulta 25 de julio de 2017): https://www.washingtonpost.com/news/fact-checker/wp/2016/12/15/trumps-outdated-claims-that-china-is-devaluating-its-currency/?utm_term=.fbc4250499d6
[7] Por hacer referencia al "mecanismo de reciclado de excedentes", expresión usada por el profesor Varoufakis - ex Ministro de Finanzas de la República Helénica - que ha tenido un enorme éxito en la literatura económica respecto de los intercambios financieros internacionales. Y. VAROUFAKIS, El minotauro global , Capitán Swing Libros, Madrid, 2014, p. 122.
[8] Para por así decirlo, que el sistema no quede "exhausto" por ninguno de sus "lados", ya sea éste el de la producción o el consumo-, por no tener dentro de esa área concreta a quien vender o con que comprar,…; o dicho mediante otra metáfora, para que "la bola de la economía pueda seguir rodando",…
[9] Pero no en exclusividad, ya que tanto las teorías keynesianistas como del «New Deal» son más complejas y no sólo actúan en el ámbito territorial, sino generando transferencias de renta a los ciudadanos, mediante distintos mecanismos.
[10] En realidad, la teoría de las áreas monetarias no recomienda necesariamente la adopción de una moneda común en un área considerada óptima (basta con adoptar un sistema de cambios fijos), sino que hace depender dicha decisión de un análisis pormenorizado de beneficios y costes, entre los que se incluyen la reducción de los costes de transacción, la pérdida de independencia monetaria, y por supuesto, la definitiva – y crucial - renuncia al uso de los mencionados tipos de cambio para restablecer los equilibrios económicos entre territorios. M. A. PUCHADES NAVARRO, "De la Unión Aduanera a la Unión Económica y Monetaria", Palau 14: Revista valenciana de hacienda pública , nº 32, 1998, p. 27-54, p. 18. Disponible en Web (consulta 3 de marzo de 2015):
http://www.uv.es/~mpuchade/ADEDCH/UnionesMonetarias.pdf
[11] Aquel «as good as gold».
[12] C R SCHENK, "The origins of the eurodollar market in London: 1955–1963", Explorations in Economic History, nº 35.2, 1998, p. 221-238, p. 222.
[13] Ibid.
[14] «Although the United Kingdom had not yet established full external convertibility (it would do so in 1958), its system of capital controls was fragmented and porous. The pound was widely held as a reserve and investment medium and thus – in problem was widely held as a reserve and investment medium and thus – in contrast to the other currencies affected by Suez – was subject to sepeculative pressure. The problem was compounded by the transparency of the reserve position, which the government published each month. The official reserve target since the late 1940s was to maintain a minimum balance of $ 2 billion ($ 2,000 million). To fall through that floor would be interpreted in financial markets as a signal that devaluation or even floating would have to be seriously considered». ["A pesar de que el Reino Unido aún no había establecido la plena convertibilidad externa (lo haría en 1958), su sistema de controles de capital era fragmentado y poroso. La libra se mantuvo ampliamente como medio de reserva y de inversión y por lo tanto - en contraste con las otras monedas afectadas por Suez - estaba sometido a la presión especulativa. El problema se agrava por la transparencia de la situación de las reservas, que publicaba el gobierno cada mes. El objetivo oficial de reserva desde finales de la década de 1940 era mantener un saldo mínimo de 2 mil millones de $ (2.000 millones de $). Caer de ese suelo sería interpretado en los mercados financieros como una señal de que la devaluación o incluso la flotación tendría que ser considerada seriamente"]. J. M. BOUGHTON, " Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF " , International Monetary Fund Working Paper , International Monetary Fund, nº 192 diciembre 2000, p. 12. Disponible en Web (consulta 3 de agosto de 2016): https://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2000/wp00192.pdf
http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=880301
[15] Malograda la preferencia imperial.
[16] «(…) and it regarded exchange rate stability as essential for preserving both the sterling area as a preferential trade zone and sterling's broader role as a reserve currency». J. M. BOUGHTON, " Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF " , Op. Cit., p. 12.
[17] Tras la II Guerra Mundial el Reino Unido comenzó la configuración de un Estado del Bienestar construido sobre un mayor control de las finanzas del país, así durante el mandato del Primer Ministro Clement Attlee tuvo lugar la fundación del «National Health Service», la extensión del «National Insurance», y la nacionalización del « Bank of England».
[18] C. R SCHENK, "The origins of the eurodollar market in London: 1955–1963.", Op. Cit., p. 234.
[19] «The relationship between the Bank of England the United Kingdom government is set out in Paragraph 4, Subparagraph 1, of the Bank of England Act of 1946 wich reads, “The Treasury may from time to time give such directions to the Bank as, after consultation with the Governor of the Bank, they think necessary in the public interest” (Aufricht, 1961, p. 186)». ["La relación entre el Banco de Inglaterra y el Gobierno del Reino Unido se establece en el párrafo 1 del apartado 4 de la Ley del Banco de Inglaterra de 1946, que dice: "El Tesoro puede, de vez en cuando, dar instrucciones al Banco, previa consulta con el Gobernador del Banco, cuando lo crean necesario para el interés público" (Aufricht, 1961, p. 186)"]. H. AUFRICHT, "Central Banking Legislation: A Collection of Central Bank, Monetary and Banking Laws", International Monetary Fund , 1961. En: R. BADE, M. PARKIN, "Central Bank Laws and Monetary policy", London. En: Department of Economics University of Western Ontario , 1988, p. 7. Disponible en Web (consulta 7 de septiembre de 2016): http://economics.uwo.ca/people/parkin_docs/CentralBankLaws.pdf
[20] «It is this paragraph which enabled the Radcliffe Committee [Committee on the Working of the Monetary System (Report, Cmnd. 827, 1959] to talk about “the authorities” as a single unified monetary authority meaning the Treasury and the Bank of England working in unison.». ["Es este párrafo el que permitió al Comité Radcliffe (Informe, Cmd 827, 1959) hablar de "las autoridades" como una única autoridad monetaria unificada, lo que significa que el Tesoro y el Banco de Inglaterra trabajan al unísono."]. R. BADE, M. PARKIN, "Central Bank Laws and Monetary policy", Op. Cit., p. 7.
[21] « Policy was determined by the government, not the Bank. However, the Bank was not passive agent, mercly implementing instructions from the Treasury; it was intimately associated with the formulation and application of monetary techniques. ». F CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Cambridge University Press, 2010 , p. 57.
[22] "Los economistas ingleses ante el Comité Radcliffe Resumen de un Symposium", Revista de economía política , nº 20, enero-abril 1958, p. 270. " . Disponible en Web (consulta 13 de febrero de 2017): https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2494200
[23] "A principios de 1959, cuando se estaba escribiendo el Informe del Comité no era posible predecir sí tales condiciones continuarían (en cuyo caso hubiera sido adecuado mantener un tipo bancario bastante estable para ayudar a la política de tipos de interés a largo) o si entraríamos en un mundo en que los movimientos internacionales a corto plazo se harían cada vez más sensibles a las diferencias en los tipos de interés (en cuyo caso hubiera sido razonable utilizar el tipo bancario principalmente con fines internacionales, siempre que esto no perturbara gravemente la política de tipos de interés a largo plazo). Como el mundo se ha movido después por esta segunda -senda, las autoridades han manejado el tipo bancario principalmente (aunque no exclusivamente) con los ojos puestos en los efectos internacionales.". "El informe Radcliffe y la política británica actual", Revista de economía política , nº 31, 1962, p. 38-55, p. 47-48.". Disponible en Web (consulta 13 de febrero de 2017): https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2496104
[24] Ibid., p. 50.
[25] Ibid.
[26] Ibid., p. 50-51.
[27] «This history of the Bank of England takes its story from the 1950s to the end of the 1970s. This period probably saw the peak of the Bank´s influence and prestige, as it dominated the financial landscape. One of the Bank´s central functions was to manage the exchange rate. It was also responsable for administering all the controls that made up monetary policy. In the first part of the period, the Bank did all this with a remarkable degree of freedom. But economic policy was a failure, and sluggish output, banking instability, and rampant inflation characterized the 1970s. The pegged exchange rate was discontinued, and the Bank´s freedom of movement was severely constrained as new approach to policy were devised and implemented. The Bank lost much of its freedom of movement but also took on more formal supervision.». ["Esta historia del Banco de Inglaterra toma su historia desde los años 1950 hasta finales de los años setenta. Este período probablemente registró el auge de la influencia y prestigio del Banco, ya que dominó el panorama financiero. Una de las funciones centrales del Banco era gestionar el tipo de cambio. También fue responsable de administrar todos los controles que componían la política monetaria. En la primera parte del período, el Banco hizo todo esto con un notable grado de libertad. Pero la política económica fue un fracaso, y la producción lenta, la inestabilidad bancaria y la inflación desenfrenada caracterizaron a los años setenta. Se suspendió el tipo de cambio fijado y la libertad de movimientos del Banco se vio severamente restringida a medida que se diseñó e implementó un nuevo enfoque de la política. El Banco perdió gran parte de su libertad de movimientos pero también asumió una supervisión más formal."]. F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit., p. 33.
[28] «In the Federal Reserve Act of 1913 and in the Banking Act of 1935 there is no provision for instructions to be issued to the Federal Reserve Board by the federal government of the United States. The Federal Reserve Reform Act, 1977, Section 202, provides for congressional review of the general policy of the Federal Reserve Board and for a dialogue between the Congress and the Board on monetary policy. It does not, however, reduce the authority of the Board in any way; nor does it permit any formal role for the executive branch of the U.S. Government in the formation of monetary policy 2 (see Federal Reserve Bulletin, December 1977, p. 1076). The Board of Governors of the Federal Reserve System with their statutory Federal Open Market Committee and other agencies are the ultimate decision-makers concerning monetary policy. Thus the government has no control over the day – to – day policy matters of the Federal Reserve System.». ["En la Ley de la Reserva Federal de 1913 y en la Ley de Bancos de 1935 no hay ninguna disposición para que el gobierno federal de los Estados Unidos le dé instrucciones a la Junta de la Reserva Federal. La Ley de Reforma de la Reserva Federal de 1977, sección 202, prevé el examen por el Congreso de la política general de la Junta de la Reserva Federal y un diálogo entre el Congreso y la Junta sobre política monetaria. Sin embargo, no reduce la autoridad de la Junta de ninguna manera; Ni tampoco permite un papel formal para la rama ejecutiva del Gobierno de los Estados Unidos en la formación de la política monetaria 2 (véase Boletín de la Reserva Federal, diciembre de 1977, página 1076). La Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal con su estatutorio Comité Federal de Mercado Abierto y otras agencias son los últimos tomadores de decisiones en relación con la política monetaria. Por lo tanto, el gobierno no tiene control sobre los asuntos de política cotidiana del Sistema de la Reserva Federal."]. R. BADE, M. PARKIN, "Central Bank Laws and Monetary policy", London. En: Department of Economics University of Western Ontario , 1988, p. 9. Disponible en Web (consulta 7 de septiembre de 2016): http://economics.uwo.ca/people/parkin_docs/CentralBankLaws.pdf
[29] HANS AUFRICHT, "Central Banking Legislation: A Collection of Central Bank, Monetary and Banking Laws", Vol. 2, International Monetary Fund , 1961, p. 252. En: R. BADE, M. PARKIN, "Central Bank Laws and Monetary policy", Op. Cit., p. 9.
[30] «Article 6 of the Deutsche Bundesbank Law, 1957, states in Subsection 1 that “the Central Bank Council shall determine the monetary and credit policies of the Bank” (Aufricht, 1967, p. 252, translated from Gesetz über die Deutsche Bundesbank, Article 6 (1)). Then Bank´s relationship to the federal government is explicity stated in Article 12 as, “The Deutsche Bundesbank shall be obligued insofar as is consistent with its functions, to support the general economic policy of the Federal Government. In the exercise of powers conferred on it under this Law it sahll ot be subject to instructions from the Federal Government” (Aufricht, 1967, p. 255, translated from Gesetz über die Deutsche Bundesbannk). Article 13 requires the Bundesbank to “advise” the federal government on matters in the field of monetary policy and Subsection 2 of Article 13 permits “members of the Federal Government... to take part in the deliberations of the Central Bank Council. They shall have no vote, but may make notions. At their request the taking of a decision shall be deferred, but for not more than two weeks” (Aufricht, 1967, pp. 255, 256, translated from Gesetz über die Deutsche Bundesban). It seems clear from this that the Deutsche Bundesbank is an indepednent central bank.». ["El artículo 6 de la Ley del Deutsche Bundesbank de 1957 estipula en la Subsección 1 que "el Consejo del Banco Central determinará las políticas monetarias y crediticias del Banco" (Aufricht, 1967, página 252, traducido del artículo 6 del Gesetz über die Deutsche Bundesbank, (1)). Después la relación del Banco con el gobierno federal está explícitamente establecida en el Artículo 12 como: "El Deutsche Bundesbank estará obligado, en la medida en que sea consistente con sus funciones, a apoyar la política económica general del Gobierno Federal. En el ejercicio de los poderes que le confiere la presente Ley, estará sujeta a las instrucciones del Gobierno Federal "(Aufricht, 1967, página 255, traducido de Gesetz über die Deutsche Bundesbannk). El artículo 13 obliga al Bundesbank a "asesorar" al Gobierno federal en materia de política monetaria y el apartado 2 del artículo 13 permite "a los miembros del Gobierno Federal ... participar en las deliberaciones del Consejo del Banco Central". No tendrán voto, pero podrán presentar ideas. A petición suya, la decisión podrá ser aplazada, pero por no más de dos semanas "(Aufricht, 1967, pp. 255, 256, traducido de Gesetz über die Deutsche Bundesban). Parece claro por eso que el Deutsche Bundesbank es un banco central independiente."]. R. BADE, M. PARKIN, "Central Bank Laws and Monetary policy", Op. Cit. p. 8.
[31] «The constitution and powers of the Bank were determined largely by the Bank of England Act 1946 and the associated Royal Charter. Other Acts of Parliament contained further definitions, especially in relation to the public debt and issue of Bank notes. 3. The 1946 Act, a slim piece of legislation comprising six comprising six clauses, was the first element in the post-war Labour Government´s nationalisation programme. It transferred the whole of the Bank´s capital stock of £ 14.553 million to the Treasury in exchange for the issue of government stock bearing interest at 3 per cent per annum. Stipulations were made concerning the number and means of appointing Governors and Directors and the persons who were disqualified from holding office. Also covered were relations between the Treasury and the Bank and between the Bank and other banks. Sections of existing enactments were repealed by the Act, while a new charter, dated 1 March 1946, revoked the provisions of existing charters, except where they incorporated the Bank of England. The primary purpose of the charter was to define the powers and responsabilities of the Court and Directors, and the document also contained sections relating to appointment and remuneration. 4». ["La constitución y los poderes del Banco fueron determinados en gran parte por la Ley del Banco de Inglaterra de 1946 y la Carta Real asociada. Otras leyes del Parlamento contenían otras definiciones, especialmente en relación con la deuda pública y la emisión de pagarés bancarios. 3. La Ley de 1946, una delgada parte de la legislación que comprendidas en seis cláusulas, fue el primer elemento del programa de nacionalización del Gobierno Laborista de posguerra. Traspasó la totalidad del capital social del Banco de 14.553 millones de libras esterlinas al Tesoro a cambio de la emisión de acciones del Estado con un interés del 3% anual. Se hicieron estipulaciones sobre el número y las modalidades de nombramiento de los Gobernadores y Directores y las personas que quedaban inhabilitadas para desempeñar sus funciones. También se cubrieron las relaciones entre el Tesoro y el Banco, y entre el Banco y otros bancos. Secciones de leyes que existían fueron derogadas por la Ley, mientras que una nueva Carta, de fecha 1 de marzo de 1946, revocó las disposiciones de las Cartas existentes, excepto cuando fueron incorporadas al Banco de Inglaterra. El propósito primordial de la Carta era definir las facultades y responsabilidades de la Junta y de los Directores, y el documento contenía también secciones relativas a los nombramientos y las remuneraciones. 4."]. F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit., p. 34.
[32] Ibid., p. 36.
[33] Ibid., p. 34.
[34] Aunque el nuevo gobernador fuera contrario a las ideas keynesiasnas. «The new Gobernor may have lacked unanimous support from government, but he was well respected in the City, a critical attribute for his position. A pragmatism rather than an academic, he was well known for his suspicion of Keynesian economics. Fforde describes Cobbold as a commanding personality in the Bank and someone determined to maintain the authority of the Governor.». ["El nuevo Gobernador pudo haber carecido de un apoyo unánime del gobierno, pero era muy respetado en la City, un atributo crítico para su posición. Un pragmático más que un académico, era bien conocido por su suspicacia respecto de la economía keynesiana. Fforde describe a Cobbold como una personalidad dominante en el Banco, y alguien determinado a mantener la autoridad del Gobernador."]. F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit. p. 44.
[35] J. FFORDE, The Bank of England and Public Policy, 1941-1958 , Cambridge University Press, 1992, p.13. En: F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit., p. 35.
[36] «This was the only known attempt at such a definition, but it fell on stony ground, leaving the central act of Britain´s monetary constitution “eccentrically devoid of any reference to the wider purpose and responsabilities of central banking”». ["Este fue el único intento conocido en esta definición, pero cayó en terreno pedregoso, dejando el acto central de la constitución monetaria de Gran Bretaña "excéntricamente desprovisto de cualquier referencia a las más amplias responsabilidades y propósitos de la banca central". "]. Ibid.
[37] F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit., p. 35.
[38] « ´the very essence of central banking that it should be fluid and should adapt its ways to the needs of the time´ ». R. SIDNEY SAYERS, Central banking after Bagehot . Oxford: Clarendon Press, 1957, p. 33 En: Ibid., p. 57.
[39] «For Sayers, ´the fundamental business of a central bank is to control the commercial bansk in such a way as to support the monetary policy directed by the State´. Contemporary accounts are useful on the functions of the Bank during this period. The fourth edition of Sayers´s Modern Banking provides a clear exposition of the Bank´s position and role in the banking world in the 1950s. 110. For Sayers, ´the fundamental business of a central bank is to control the commercial bansk in such a way as to support the monetary policy directed by the State´. 111. To achieve this, the Bank had to be source of cash, pursue open market operations, and stand ready to act as the lender of last resort. It also regulated the note issue. Other work, such as banker to the government or to privaate customers, was not essential to its basic function as a central bank. Neither was foreign-exchange business, which was conducted mainly as agent for the Treasury, ´indissolubly related´ to the Bank´s main functions. ». ["Las cuentas contemporáneas son útiles en las funciones del Banco durante este período. La cuarta edición de la Banca Moderna de Sayers ofrece una clara exposición de la posición y rol del Banco en el mundo bancario de los años cincuenta. 110. Para Sayers, "el negocio fundamental de un banco central es controlar la banca comercial de tal manera que apoye la política monetaria dirigida por el Estado". 111. Para lograr esto, el Banco tenía que ser fuente de efectivo, llevar a cabo operaciones de mercado abierto, y estar listo para actuar como prestamista de último recurso. También regulaba la emisión de billetes. Otros trabajos, como ser banqueros del gobierno o de clientes privados no eran esenciales para su función básica como banco central. Tampoco era el negocio de divisas, que se realizó principalmente como agente del Tesoro, e "indisolublemente relacionado" con las principales funciones del Banco. 112."]. Las notas corresponden a: R. SIDNEY SAYERS, Modern banking . Oxford: Clarendon Press, 1958, p. 79. En: F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. Cit., p. 57.
[40] Y que todavía es. Véase: R. FENTIMAN, "Is London the world´s legal capital?", January 26 th 2015, Oxford University Press´s Academic Insights for the Thinking World (OUP blog) . Disponible en Web (consulta 17 de agosto de 2016): http://blog.oup.com/2015/01/is-london-worlds-legal-capital/
[41] Véase: J BARUCH, El acreditivo documentado, naturaleza y alcance de ésta operación bancaria de crédito documentado, y sus funciones de financiación y seguridad en el comercio internacional (Prólogo Dr. Baiocc), Universidad de Buenos Aires-Facultad de Ciencias Económicas. Buenos Aires, Colección de Tesis Doctorales de la Biblioteca Central Alfredo L Palacios, Tesis Doctoral 001501/0450, 1949. p. 27 y 28. Disponible en Web (consulta 12 de agosto de 2016): bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/tesis/1501-0450_BaruchJ.pdf
[42] Ibid.
[43] Ibid.
[44] Ibid.
[45] Ibid.
[46] "(...) Del ejemplo dado, surge claramente la importancia que tiene la intervención de la plaza de Londres en la operación. Teóricamente, sería posible que el exportador argentino girase una letra a 90 días vista con documentos sobre el Banco local sudafricano, que en este caso actuaría como Banco acreditante. Pero los inconvenientes se presentarían en el momento de la negociación de la letra, ya que el Banco local sudafricano es menos conocido que el Banco londinense y la letra se giraría, posiblemente, en libras sudafricanas, moneda que es mucho menos corriente, desde luego, que la libra esterlina inglesa. Además, tratándose de letras a 90 cías vista, la tasa de descuento en Sudáfrica sería, probablemente, más elevada que la de Londres. En síntesis, todos estos factores tendrían como consecuencia que el exportador argentino vendría a recibir un equivalente más reducido cuando negociara una letra documentada de esta índole.". Ibid. p. 57.
[47] "(...) determinados comerciantes ingleses gozaban de una reputación tal, que sus vendedores extranjeros cobraban sus importes de venta mediante el giro de una letra sobre los primeros. Otros importadores establecidos en el exterior tenían que someterse a condiciones más engorrosas. Por lo tanto, buscaron ellos en Inglaterra una firma que gozara de gran crédito y le pedían que pagara o aceptara la letra por cuenta de ellos mediante una remuneración determinada. De este modo, se creó la posibilidad de pagar las deudas con letras giradas a un plazo relativamente largo, mientras que los vendedores podían procurarse el dinero en efectivo mediante el descuento de estas letras. Se encontraría aquí, ya en forma rudimentaria, el acreditivo moderno, bastante usado en Inglaterra y también en los Países Bajos en los siglos XVII, XVIII y XIX. Cahn opina que, probablemente, el acreditivo se ha desarrollado de ambas maneras.
El hecho es que con anterioridad al año 1914, Londres poseía prácticamente, el monopolio de este procedimiento de crédito. Eran principalmente las llamadas accepting houses (casas de aceptación), sucesoras de los famosos marchant bankers (banqueros-comerciantes) quienes se ocupaban de esta clase de operaciones.
La «City» disponía de un mercado de aceptaciones extraordinarias bien equipado, y de un mercado monetario de gran capacidad de absorción. Los Bancos londinenses poseían una experiencia inigualable en el campo de las financiaciones internacionales y gozaban de la confianza del mundo entero. Ellos tenían prácticamente un conocimiento perfecto e íntimo de todas las casas exportadoras e importadores establecidas en los distintos países, que participaban del comercio internacional.
La libra esterlina era solicitada y conocida fuera de los límites del Reino Unido. La liquidación financiera de transacciones comerciales entre los países sudamericanos y los Estados Unidos, entre los distintos países europeos y, desde luego, entre los varios componentes del Imperio Británico, era dirigida en su casi totalidad por vía Londres". J BARUCH, El acreditivo documentado, naturaleza y alcance de ésta operación bancaria de crédito documentado, y sus funciones de financiación y seguridad en el comercio internacional , Ibid. p. 27 - 28.
[48] La «Compagnie universelle du canal maritime de Suez» – o «Compagnie de Suez» -, también conocida como «Universal Suez Ship Canal Company» fue fundada en 1848, y construyó el canal entre 1859 y 1869 (la primera piedra fue puesta el 25 de abril de 1859, y la inauguración oficial tuvo lugar el 17 de noviembre de 1869). La compañía - que en más de la mitad de su capital fue financiada mediante suscripciones del pueblo francés - pertenecía - tras varias vicisitudes - a franceses y británicos que gestionaban el canal.
[49] Sobre los acontecimientos existe una abundante literatura que incluye espléndidos documentales históricos sobre dichos hechos, sus causas y consecuencias, tanto geopolíticas como financieras. Véase: "Suez: A very British Crisis", L. HOOPER (DIR), C. DILKS (WRITER), BBC (BRITISH BROADCASTING CORPORATION), Reino Unido, 2006, 59 m. "The other side of the Suez", Reino Unido-Canadá, BBC (BRITISH BROADCASTING CORPORATION)-CBC (CANADIAN BROADCASTING CORPORATION)-WARK CLEMENTS, 2004.
[50] Ad hoc.
[51] «The British problem, in a nutshell, was a speculation that the Bank of England would have to abandon the sterling parity, which had been set at $ 2.80 in 1949 in 1949. Maintaining that rate was important for several reasons. The government viewed $ 2.80 as appropiate for trade purposes, it feared the inflationary consequences of having to pay expensive dollars for oil importants while the canal was closed, and it regarded exchange rate stability as essential for preserving the sterling area as a preferential trade zone and sterling´s broader role as a reserve currency.». ["El problema británico, en pocas palabras, era una especulación por la que el Banco de Inglaterra tendría que abandonar la paridad de la libra esterlina, que había sido fijada en 2,80 $ en 1949. El mantenimiento de esa tasa era importante por varias razones. El gobierno veía los 2,80 $ apropiados para sus fines comerciales, temía las consecuencias inflacionarias de tener que pagar dólares caros para las importaciones del petróleo, mientras que el canal estuviera cerrado, y la estabilidad del tipo de cambio era considerada como esencial para la preservación de la zona de la libra como una zona de comercio preferencial y papel más amplio de la libra como moneda de reserva"]. J. M. BOUGHTON, " Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF " , International Monetary Fund Working Paper , International Monetary Fund, nº 192 diciembre 2000, p. 12. Disponible en Web (consulta 3 de agosto de 2016): https://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2000/wp00192.pdf http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=880301
[52] Ibid., p. 4.
[53] Ibid.
[54] Ibid.
[55] Ibid., p. 5.
[56] Ibid.
[57] Ibid., p. 5.
[58] «The British problem, in a nutshell was speculation that the Bank of England would have to abandon the sterling parity, which had been set at $2.80 in 1949. Maintaining that rate was important for several reasons. The government viewed $2.80 as appropriate for trade purposes; it feared the inflationary consequences of having to pay expensive dollars for oil imports while the canal was closed; and it regarded exchange rate stability as essential for preserving both the sterling area as a preferential trade zone and sterling's broader role as a reserve currency. Although the United Kingdom had not yet established full external convertibility (it would do so in 1958), its system of capital controls was fragmented and porous, and the pound was widely held as a reserve and investment medium. Since the late 1940s, the Bank of England had sought to maintain a minimum balance of $2 billion in official reserves. If they were to fall below that floor, the Bank assumed, this would be interpreted in financial markets as a signal that devaluation or even floating would have to be seriously considered.». ["El problema británico, en pocas palabras, se especuló con que el Banco de Inglaterra tendría que abandonar la paridad de la libra esterlina, que había sido fijado en $ 2,80 en 1949. El mantenimiento de esa tasa era importante por varias razones. El gobierno veía los 2,80 $ como apropiados para sus fines comerciales; y temía las consecuencias inflacionarias de tener que pagar costosos dólares por las importaciones de petróleo, mientras que el canal estuviese cerrado; y era considerada la estabilidad del tipo de cambio como algo esencial para conservar tanto la zona de la libra como una zona de comercio preferencial y la más amplia función de la libra esterlina como moneda de reserva. A pesar de que el Reino Unido aún no había establecido la plena convertibilidad externa (lo haría en 1958), su sistema de controles de capital estaba fragmentado y era poroso, y la libra se mantenía ampliamente como medio de reserva e inversión. Desde finales de la década de 1940, el Banco de Inglaterra había tratado de mantener un saldo mínimo de 2 mil millones de $ en reservas oficiales. Si fueran a caer por debajo de ese piso, el Banco asumió, sería interpretado en los mercados financieros como una señal de que la devaluación o incluso la flotación tendría que ser considerada seriamente."]. Ibid., p. 12.
[59] Ibid., p. 14.
[60] Ibid.
[61] «Either they could temporarily waive the interest due on lend-lease credits avanced during the Second World War, or they could provide new loans through the Export-Import Bank». ["Incluso podrían renunciar temporalmente a los intereses derivados de los créditos de Préstamo y Arriendo avanzados durante la Segunda Guerra Mundial, o podrían proporcionar nuevos créditos a través del Banco de Exportación e Importación" ]. Ibid.
[62] «As late as 1967, long after performance criteria (required policy adjustments) had become standard practice in Fund stand-by arrangements, the Fund approved arrangements for the United Kingdom without formal policy conditions. Prior to 1956, the United Kingdom had drawn small amounts on four ocassions in 1947-48 but had maintained a credit position since November 1953». ["Mucho después, los criterios basados en los comportamientos (con requerimientos de cambios de políticas) llegarían a convertirse en la práctica estandar de los acuerdos stand-by, hasta 1967 el Fondo aprobó disposiciones para el Reino Unido sin condiciones políticas formales. Antes de 1956, el Reino Unido había conseguido pequeñas cantidades en cuatro ocasiones entre 1947-48, pero mantuvo una posición acreedora desde noviembre de 1953"]. Ibid.
[63] Ibid.
[64] En discretos contactos que tuvieron lugar tanto al más alto nivel (durante las Reuniones Anuales de la Juntas de Gobernadores del FMI y del Banco Mundial), como a través de emisarios enviados desde Londres. Ibid.
[65] Se trata de unos deliciosos pasajes que muestran muy a las claras el poder de las finanzas como arma internacional y la determinación británica por mantener la paridad de la libra, y los intereses asociados a ella. Véase: Ibid. p. 16-18. «In the Suez crisis, Britain was forced to abandon its political objectives in exchange for IMF credit. But the Bank of England and Treasury achieved a limited success in that they defended sterling without allowing a large discount on transferable sterling, until the negotiation of the IMF and EXIM Bank loans. A widening of the transferable discount would have been a significant retreat from convertibility. Our finding that the British authorities targeted this discount demonstrates that the they regarded convertibility as a priority in 1956, before the members of the European Payments Union formally adopted convertibility. The evidence also suggests that convertibility may have been regarded as more important than the foreign policy objectives of the Suez expedition». ["En la crisis de Suez, Gran Bretaña se vio obligada a abandonar sus objetivos políticos a cambio de crédito por parte del FMI. Sin embargo, el Banco de Inglaterra y el Tesoro lograron un limitado éxito defendiendo la libra sin permitir un gran descuento sobre las libras esterlinas transferibles, hasta la negociación de los préstamos del FMI y el «Ex-Im Bank». Una ampliación del descuento sobre las transferibles habría constituido una retirada significativa de la convertibilidad. Nuestra conclusión es que las autoridades británicas dirigiendo ese descuento demostraron que consideraban a la convertibilidad como una prioridad en 1956, antes de que los miembros de la Unión Europea de Pagos adoptaran formalmente la convertibilidad. La evidencia sugiere también que la convertibilidad puede haber sido considerada más importante que los objetivos de la política exterior en la expedición de Suez"]. A. KLUG, G. W SMITH, "Suez and Sterling, 1956", Queen´s Economics Deparment Working Paper , nº 1256, Kingston – Ontario-Canada -, 1999, p. 18. Disponible en Web (consulta 2 agosto 2016): https://core.ac.uk/download/pdf/6494165.pdf
[66] «large or sustained». Ibid. p. 18. El artículo rezaba así: «Article VI Capital Transfers. Section 1. Use of the Fund´s general resources for capital transfers. (a) A member may not make net use of the Fund´s resources to meet a large or sustained outflow of capital, and the Fund may request a member to exercise controls to prevent such use of the resources of the Fund. If, after receiving such a request, a member fails to exercise appropiate controls, the Fund may declare the member ineligible to use the resources of the Fund. (b) Nothing in this Section shall be deemed: (i) to prevent the use of the resources of the Fund for capital transactions of reasonable amount required for the expansion of exports or in the ordinary course of trade, banking, or other business; or (ii) to affect capital movements which are met out of a member´s own resources of gold and foreign exchange, but members undertake that such capital movements will be in accordance with the purposes of the Fund.». Articles of Agreement of the International Monetary Fund, 22 July 1947 – entered into force 27 December 1945 -). Disponible en Web (consulta 4 de agosto de 2016): http://www.cvce.eu/en/obj/agreement_of_the_international_monetary_fund_22_july_1944-en-736e2f6e-fcd2-49d7-8b62-d601a3a8b839.html
[67] J. M. BOUGHTON, " Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF " , Op. Cit, p. 5.
[68] «represents that it is presently needed». JEFFREY M. CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, Pricenton University Press, 2010. El artículo rezaba así: «Article V Transactions with the Fund. (…) Section 3. Conditions governing use of the Fund´s resources. (a) A member shall be entitled to buy the currency of another member from the Fund in exchange for its own currency subject to the following conditions: (i) The member desiring to purchase the currency represents that it is presently needed for making in that currency payments which are consistent with the provisions of this Agreement; (ii) The Fund has not given notice under Article VII, Section 3, that its holdings of the currency desired have become scarce; (iii) The proposed purchase would not cause the Fund´s holdings of the purchaising member´s currency to increase by more than twenty-five percent of its quota during the period of twelve months ending on the date of the purchase nor to exceed two hundred percent of its quota, but the twenty-five percent limitation shall apply only to extent that the Fund´s holdings of the member´s currency have been brought above seventy-five percent of its quota if they had been below that amount; (iv) The Fund has not previously declared under Section 5 of this Article, Article IV, Section 6, Article VI, Section 1, or Article XV, Section 2 (a), that the member desiring to purchase is ineligible to use the resources of the Fund. (b) A member shall not be entitled without the permission of the Fund to use the Fund´s resources to acquire currency to hold against forward exchange transactions.».
[69] «(...) but Article V, Section 3a states that a member state can draw on IMF resources if it “represents that is presently needed”. Policymakers quickly recognized that this ambiguity could potentially enable a member state to use IMF resources to finance “large or sustained” capital outflows (or to acquire such resources unconditionally, another issue that caused bitter debate among the Fund membership in the early postwar era) so long as it could represent that such resources were presently needed». ["(…) el Artículo V, Sección 3 bis establece que un Estado miembro puede hacer uso de los recursos del FMI si "refleja que se necesita inmediatamente". Los políticos rápidamente reconocieron que esta ambigüedad podría potencialmente permitir a un Estado miembro utilizar los recursos del FMI para financiar la salida de capitales "grandes o sostenidas" (o adquirir dichos recursos sin condiciones, otro problema que provocaba un agrio debate entre los miembros del Fondo en la era de la posguerra) con tal de que pudiera representarse que en la actualidad se necesitaban esos recursos."] J. M CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization , Princeton University Press, Princeton – New Jersey (USA)/Oxfordshire (UK), 2009, p. 111.
[70] Ibid.
[71] «(...) the resources of the Fund … might be squandered in financing capital flight from members that maintained overvalued currencies». J. GOLD, International Capital Movements Under the Law of the International Monetary Fund , International Monetary Fund, 1977, p. 23-24.
[72] «The "commentary" prepared by the U.S. Treasury in 1944 to explain the purposes and operations of the proposed Fund expressed this point clearly. "In considering the probable attitude of the Fund toward the sale of foreign exchange to facilitate a transfer of capital, it should be borne in mind that the provisions of the Fund proposal are designed to give effect to the general principle that the Fund´s resources should be used primarily for settling international balances on current account"». ["El “comentario” preparado por el Tesoro de EE.UU. en 1944 para explicar los propósitos y operaciones propuestas para el Fondo expresan claramente este punto. “Al considerar la probable actitud del Fondo en relación a la venta de divisas para facilitar una transferencia de capital, hay que tener en cuenta que las disposiciones de la propuesta del Fondo están diseñadas para poner en práctica el principio general de que los recursos del Fondo deben ser utilizados principalmente para solucionar las balanzas internacionales por cuenta corriente”"]. J. K. HORSEFIELD, The International Monetary Fund 1945-1965: 1969: Twenty Years of International Monetary Cooperation , Washington D.C., International Monetary Fund, Vol. 3, p. 167. Disponible en Web (consulta 12 de agosto de 2016): elibrary.imf.org/fileasset/IMF_History/IMF_45-65_vol3.pdf
[73] J. M CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization , Op. Cit., p. 111. Debe tenerse en cuenta que los republicanos habían vuelto a la Casa Blanca, y que la crisis del Canal de Suez tuvo lugar con Eisenhower como Presidente, lo que (como ya comentamos) significó si no un abandono a las ideas del «New Deal», si una cierta vuelta a posturas más neoclásicas.
[74] «The issue was a matter that required interpretation, and on this occasion it was U.S. Power that would resolve the ambiguity. In approving the Bretton Woods Agreement Act in 1945, Congress instructed the U.S. IMF governor and executive director to secure an interpretation that would bar the use of the Fund´s resources for purposes "beyond current monetary stabilization," including operations "to meet a large or sustained outflow of capital.". The matter was subsequently referred to the IMF board.». ["La cuestión era un asunto que requería interpretación, y en esta ocasión sería el poder de los EE.UU. el que resolvería la ambigüedad. En la aprobación de la Ley sobre el Acuerdo de Bretton Woods en 1945, el Congreso de Estados Unidos dio instrucciones al gobernador del FMI y director ejecutivo para asegurar una interpretación que prohibiría el uso de los recursos para fines del Fondo "más allá de la estabilización monetaria actual", incluyendo las operaciones "para satisfacer una gran o sostenida salida de capitales". El asunto se sometió posteriormente a la junta del FMI"]. J. M. CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, 2009, p. 111.
[75] «(...) to give temporary assistance in financing balance-of-payments deficits on current account for monetary stabilization operations.». IMF Excecutive Board Decision 71-2, (26 September 1946), reprinted in Horsefield, International Monetary Fund, 1945-1946, vol. 3, p. 245. En: J. M. CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, Pricenton University Press , 2010. p. 111.
[76] «unduly restrictive». J. GOLD, International Capital Movements Under the Law of the International Monetary Fund , International Monetary Fund, 1977, p. 24. En: J. M. CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization , Op. Cit., p. 111.
[77] Ibid.
[78] «By restricting governments from using IMF resources to finance capital out-flows and refusing to implement cooperative controls, U.S. officials placed the burden on deficit countries to adjust». Ibid.
[79] El sueco Per Jacobsson - proveniente del Banco de Basilea - había sido nombrado el tercer Director del FMI el 3 de diciembre, cargo que mantendría hasta su muerte en 1963.
[80] «They acknowledged that the credits would finance a capital outflow, but Jacobsson suggested (rather stretching the point) that to the extent that these flows were in the form of "leads and lags" in payments, they were linked directly to the financing of the current account». ["Reconocieron que los créditos financiarían una salida de capital, pero Jacobsson sugirió (en lugar de forzar la cuestión) que en la medida en que estos flujos fueran en forma de "adelantos y retrasos" en los pagos, estarían vinculados directamente a la financiación de la cuenta actual".]. J. M. BOUGHTON,"Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF", Op. Cit, p. 22.
[81] «Harcourt then made a more coherent argument: without this financing, it would be difficult for Britain to maintain progress toward establishing full convertibility of sterling for current account transactions.».["Harcourt hizo luego un argumento más coherente: sin esta financiación, sería difícil para Gran Bretaña mantener sus progresos para el establecimiento de la plena convertibilidad de la libra esterlina en las transacciones por cuenta corriente.".]. Ibid.
[82] Hay que recordar que la cuenta corriente refleja los intercambios de bienes y servicios.
[83] «Until this point the Fund had followed the lead of its founding fathers (John Maynard Keynes and Harry Dexter White) in regarding the current and capital accounts as essentially separable phenomena. Because Britain´s role as an international banker made that separation impossible this recue operation was about to break the mold». ["Hasta ese momento, el Fondo había seguido el ejemplo de sus padres fundadores (John Maynard Keynes y Harry Dexter White) en relación con las cuentas corrientes y de capital como fenómenos esencialmente separables. Pero el papel Británico como banquero internacional hizo que la imposible separación en esta operación de rescate estuviera a punto de romper el molde".] J. M. BOUGHTON, "Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF", Op. Cit, p. 22.
[84] Al tomarse como verdadero algo que no existe o que podría existir pero se desconoce.
[85] «The staff report that was circulated to Executive Directors two days later stated explicity that financing was needed for the capital account, not the current account. It also raised the specter of systemic repercussions if the Fund failed to act on the British request: "The Staff believes that the policies desinged to restrain internal demand … will be adequate to maintain the United Kingdom´s competitive position and to overcome the temporary payments in the coming months. However, given the status of sterling as an international currency and the United Kingdom´s role as banker for a large trading area, its efforts to overcome its balance of payments difficulties and to follow a policy of extending the area of freer trade and payments could be undermined if confidence in sterling were weakened by further sustained losses of monetary reserves. Moreover, the danger would arise of serious repercussions on the volume of world trade an on the progess made in freeing trade and payments from external restrictions."». ["El informe del personal que se distribuyó a los directores ejecutivos declaró dos días más tarde explícitamente que era necesaria la financiación de la cuenta de capital, no la de la cuenta corriente. También planteó la posibilidad de una repercusión de carácter sistémico si el Fondo no actuaba en la solicitud británica: El personal considera que las políticas diseñadas para contener la demanda interna ... serán adecuadas para mantener la posición competitiva del Reino Unido y para superar los pagos temporales en los próximos meses. Sin embargo, dado el estado de la libra esterlina como moneda internacional y el papel del Reino Unido como banquero de una gran zona comercial, sus esfuerzos para superar sus dificultades de balanza de pagos y de seguir una política de extensión de la zona de libre comercio y los pagos podría ser socavada si la confianza en la libra esterlina se debilita por más pérdidas sostenidas de las reservas monetarias. Por otra parte, el peligro surgiría de graves repercusiones sobre el volumen de un comercio mundial en el que se progresa por liberar el comercio y los pagos de las restricciones externas".] Minute of the meeting by the Personal Assistant to the Managing Director (December 6, 1956); in IMF/CF, C/United Kingdom/1760, “Stand-by Arragements 1952-1960”. En: J. M. BOUGHTON, "Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF", Op. Cit., p. 22.
[86] J. M. BOUGHTON,"Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF", Op. Cit, p. 23.
[87] C. R. SCHENK, "The origins of the eurodollar market in London: 1955–1963", Explorations in Economic History, nº 35.2, 1998, p. 221-238, p. 222.
[88] E. HELLEINER, States and the reemergence of global finance. From Bretton Woods to the 1990s , Ithaca and London, Cornell University Press, 1996, p. 4.
[89] Al menos en lo referente al argumento sobre el papel del Reino Unido como centro financiero internacional y las consecuencias que de ello se derivaban.
[90] Sobre la evolución del Fondo como gestor de las crisis, véase: J. M. BOUGHTON, "From Suez to Tequila: the IMF as crisis manager.", The Economic Journal nº 110 (January), Issue 440, Royal Economic Society Oxford – UK – y Malden-Massachuset USA, 2000, p. 273-291. Disponible en Web (consulta 12 agosto de 2016): http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1468-0297.00501/pdf
[91] "El informe Radcliffe y la política británica actual", Op. Cit., p. 50-51.
[92] H. WILSON, "Pound in your pocket' speech", 19 de noviembre de 1967. Disponible en Internet (consulta 14 de febrero de 2017): https://www.youtube.com/watch?v=-IHVQU9BSks
[93] «The main source of difficulty was the balance of payments: any major increase in Britain's economic activity led to an increase in imports which was not balanced by a corresponding increase in exports. As a result, the demand by British importers for foreign currencies (especially US dollars) with which to pay their foreign suppliers sharply exceeded the demand by foreigners for pounds with which to pay British exporters. The value of the pound thus fell, giving rise to the possibility of devaluation. The problems would then snowball as a result of 'leads and lags' (British importers paying their foreign suppliers as promptly as possible, while foreign buyers of British goods dawdled over payment) and speculation, with some operators willing to borrow sterling short-termat up to five hundred per cent per annum in order to sell it at the current rate in the hope of soon buying it back at a much lower rate. These problems were greatly exacerbated by the fact that sterling had an important international role.». ["La principal fuente de dificultades fue la balanza de pagos: cualquier aumento importante de la actividad económica de Gran Bretaña condujo a un aumento de las importaciones que no fue compensado por un aumento correspondiente de las exportaciones. Como resultado, la demanda de monedas extranjeras (especialmente dólares estadounidenses) por parte de los importadores británicos con la que pagar a sus proveedores extranjeros excedió en gran medida la demanda de extranjeros por libras con las que pagar a los exportadores británicos. El valor de la libra cayó, dando lugar a la posibilidad de una devaluación. Los problemas surgirían como resultado de los "adelantos y retrasos" (los importadores británicos pagaban lo antes posible a sus proveedores extranjeros, mientras que los compradores extranjeros de bienes británicos se quedaban rezagados por el pago) y la especulación, con algunos operadores dispuestos a pedir préstamos en libras esterlinas a corto plazo a quinientos por ciento por año con el fin de venderlo a la tasa actual con la esperanza de volver a comprar pronto a una tasa mucho más baja. Estos problemas se vieron exacerbados por el hecho de que la libra esterlina tenía un papel internacional importante."]. D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", History Workshop Journal . No. 47. Oxford University Press, 1999. p. 121-140, p. 122-123. Disponible en Web (consulta 14 de febrero de 2017): https://www.jstor.org/stable/4289605?seq=1#page_scan_tab_contents Sobre las circunstancias económicas que rodearon a la devaluación, véase también: "The Cabinet Papers", The National Archives . Disponible en Web (consulta 14 de febrero de 2017):
http://www.nationalarchives.gov.uk/cabinetpapers/themes/devaluation-pound.htm
[94] «Despite being beset by an almost continual succession of exchange-rate crises from November 1964 onwards, and despite the growth of a substantial body of expert opinion in favour of devaluation, the government stuck fast to its commitment. The political and financial costs were enormous. The only alternative way to overcome balance of payments crises was to slow economic growth, thus curbing prosperity and increasing unemployment. Moreover, each successive currency crisis required substantial foreign loans which came at the price of satisfying international bankers' demands for reductions in government expenditure, especially on health and welfare. Naturally such policies sorely tested the unity of the Labour cabinet and the loyalty of its supporters, culminating in the very public near-resignation of George Brown on the announcement of a particularly draconian set of deflationary measures in July 1966.». ["A pesar de haber sido acosado por una sucesión casi continua de crisis cambiarias a partir de noviembre de 1964, ya pesar del crecimiento de un cuerpo sustancial de expertos en favor de la devaluación, el gobierno se aferró a su compromiso. Los costos políticos y financieros eran enormes. La única forma alternativa de superar las crisis de la balanza de pagos era frenar el crecimiento económico, frenando así la prosperidad y aumentando el desempleo. Por otra parte, cada crisis monetaria sucesiva requería préstamos externos sustanciales que se dieron al precio de satisfacer las demandas de los banqueros internacionales de reducir los gastos gubernamentales, especialmente en salud y bienestar. Naturalmente, tales políticas pusieron a prueba la unidad del gabinete de trabajo y la lealtad de sus partidarios, culminando en la muy pública renuncia de George Brown al anuncio de un conjunto particularmente draconiano de medidas deflacionarias en julio de 1966."]. D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit. p. 123.
[95] «Under the Bretton Woods system of fixed exchange rates the pound could trade only within a very narrow range of values. If the government could not sustain it above $2.78 or below $2.82 it was obliged to seek the permission of the International Monetary Fund (IMF) to change the value or to widen the permissible range..». ["Bajo el sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos, la libra sólo podía operar dentro de un rango muy estrecho de valores. Si el gobierno no pudiera sostenerlo por encima de los 2,78 dólares o por debajo de los 2,82 dólares, se vería obligado a solicitar el permiso del Fondo Monetario Internacional (FMI) para cambiar el valor o ampliar el margen permitido."]. Ibid., p. 122.
[96] «The British pound, even more than most currencies, was ready for the attribution of a specifically national significance. Its alias, sterling, had long ago evolved an additional meaning of a type of reliability, genuineness and first-rateness that were felt, even after the imperial heyday, to be somehow uniquely British. Moreover, the fact that sterling still had a major role in the post-war period as one of the world's two reserve currencies was one of the few remaining vestiges of Britain's great power status, and for most of the time the least complicated..». ["La libra británica, incluso más que la mayoría de las monedas, estaba lista para la atribución de un significado específicamente nacional. Su alias, la libra esterlina, había desarrollado hace mucho tiempo un significado adicional de un tipo de confiabilidad, autenticidad y primer rasgo que se sentía, incluso después del apogeo imperial, para ser de alguna manera exclusivamente británico. Además, el hecho de que la libra esterlina siguiera desempeñando un papel importante en el período de posguerra como una de las dos monedas de reserva del mundo era uno de los pocos vestigios restantes del gran estado de poder de Gran Bretaña y, en la mayoría de los casos, el menos complicado."]. Ibid., p. 123.
[97] «Cartoonists used the conventional national symbols of Britannia, the Lion and St George, to denote the national significance of the exchange rate.». ["Los caricaturistas utilizaron los símbolos nacionales convencionales de Britannia, el León y San Jorge, para denotar la importancia nacional del tipo de cambio."]. Ibid., p. 126.
[98] «The most powerful and authoritative voices in the devaluationist cause were, quite literally, silenced until the actual moment of devaluation, leaving the field open for the development of a public discourse in which devaluation was represented as an object of dread by all but academic economists and a few financial journalists in the highbrow press. It is time to consider that discourse in some detail.». ["Las voces más poderosas y autoritarias de la causa devaluadora fueron, literalmente, silenciadas hasta el momento real de la devaluación, dejando abierto el campo para el desarrollo de un discurso público en el que la devaluación fue representada como un objeto de temor por todos menos economistas académicos y unos cuantos periodistas financieros en la prensa. Es hora de considerar ese discurso con algún detalle."]. Ibid. p. 124.
[99] «A common trope by which the sublimation was achieved centred on the representation of the effort to maintain the existing parity as a 'battle'. The metaphor was not new in the 1960s, having appeared briefly during the parliamentary debate over devaluation in 1949, and in the press during 1956 and 1957. In April 1965 Harold Wilson warned 'any who think of sterling as a citadel which will collapse at the next bombardment' that the next set of balance of payments figures should 'give them pause'.». ["Un tropo común por el cual se logró la sublimación se centró en la representación del esfuerzo por mantener la paridad existente como una "batalla". La metáfora no era nueva en los años sesenta, habiendo aparecido brevemente durante el debate parlamentario sobre la devaluación en 1949 y en la prensa durante 1956 y 1957. En April 1965 Harold Wilson warned 'any who think of sterling as a citadel which will collapse at the next bombardment' that the next set of balance of payments figures should 'give them pause'. "]. Ibid. p. 125-126.
[100] «Being a war, the effort to maintain the exchange rate required enemies. The most obvious and least controversial enemies of the pound were 'foreigners'. While the term was often used generally, it was more usual to specify foreign bankers or foreign speculators. The term 'Gnomes of Zurich' had been in widespread use since Harold Wilson had coined it during the 1956 sterling crisis. By the mid-1960s 'gnome' was used ubiquitously to refer to European bankers and financiers, often in a mock-sinister tone.». ["Siendo una guerra, el esfuerzo para mantener el tipo de cambio requería enemigos. Los enemigos más obvios y menos controvertidos de la libra eran los "extranjeros". Aunque el término se usaba con frecuencia en general, era más usual especificar a los banqueros extranjeros o a los especuladores extranjeros. El término "gnomos de Zurich" había sido de uso generalizado desde que Harold Wilson lo acuñó durante la crisis de la libra esterlina de 1956. A mediados de la década de 1960, el "gnomo" se usaba omnipresente para referirse a los banqueros y financieros europeos, a menudo en un tono siniestro."]. Ibid., p. 128.
[101] P. HÄBERLE, "El Estado Constitucional Europeo", Cuestiones constitucionales: revista mexicana de derecho constitucional , n º. 2, 2000 , p. 87-104. Disponible en Internet (consulta 14 de febrero de 2017): P. HÄBERLE, "El Estado Constitucional Europeo", Revista de Derecho Constitucional Europeo:
http://www.ugr.es/~redce/REDCE11/articulos/14PeterHaberle.htm#10
[102] «This complex range of anxieties about Britain's external power, and social, economic, political and moral order was duly sublimated into anxieties about the value of the pound..». ["Esta compleja gama de ansiedades sobre el poder externo de Gran Bretaña, y el orden social, económico, político y moral, fue debidamente sublimada en ansiedades sobre el valor de la libra.."]. D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit. p. 125.
[103] Leonard James "Jim" Callaghan, Baron Callaghan of Cardiff fue un político británico que sirvió como Primer Ministro del Reino Unido desde 1976 a 1979, fue líder del Partido Laborista desde 1976 a 1980, « Chancellor of the Exchequer » desde 1964 a 1967, « Home Secretary » desde 1967 a 1970, y « Foreign Secretary » desde 1974 hasta su nombramiento como Primer Ministro en 1976.
[104] «'[i]t is not a matter of prestige with me. That is rubbish. I do not regard sterling as being any great symbol'» Commons Debates, vol. 751, c. 101. En: D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit. p. 125.
[105] «'The truth is that if the price of a currency is wrong it has to be put right'.». Times, 20 Nov. 1967, p. 9. En: Ibid. p. 131.
[106] Michael Mackintosh Foot fue líder del Partido Laborista desde el diez noviembre de 1980 al dos de octubre de 1983 .
[107] Peter David Shore, Baron Shore of Stepney fue miembro del Parlamento desde el quince de octubre de 1964 al uno de mayo de 1997, «Secretary of State for Economic Affairs» desde el veintinueve de agosto de 1967 al seis de octubre de 1969, Ministro sin cartera desde el seis de octubre de 1969 al diecinueve de junio de 1970, «Secretary of State for Trade» desde el cuatro de marzo de 1974 al ocho de abril de 1976, y «Secretary of State for the Environment» desde el ocho de abril de 1976 al cuatro de mayo de 1979.
[108] «The vesting of devaluation with national and moral significance did not go uncontested. Michael Foot spoke for many when he insisted that 'questions of the exchange rate are technical economic questions', as did Peter Shore, the Minister for Economic Affairs, when he scorned 'the enormous amount of humbug about the moral issues involved in devaluation'.36.». ["La adquisición de la devaluación con importancia nacional y moral no fue incontestable. Michael Foot habló por muchos cuando insistió en que "las cuestiones del tipo de cambio son cuestiones técnico-económicas", al igual que Peter Shore, ministro de Economía, cuando despreciaba "la enorme cantidad de farsas sobre los problemas morales de la devaluación"."].El entrecomillado pertenece a 36 Commons Debates, vol. 754, c. 1162, c. 1263. D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit., p. 130.
[109] Véase: D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit., p. 124 y p. 131. En realidad, dicha visión sigue aún muy extendida en la sociedad.
[110] «"From now the pound abroad is worth 14% or so less in terms of other currencies. It does not mean, of course, that the pound here in Britain, in your pocket or purse or in your bank, has been devalued. What it does mean is that we shall now be able to sell more goods abroad on a competitive basis."» "1967: Wilson defends 'pound in your pocket'". On this day 1950-2005, 19 of november, BBC News. Disponible en Web (consulta 14 de febrero de 2017): http://news.bbc.co.uk/onthisday/hi/dates/stories/november/19/newsid_3208000/3208396.stm?first=17
[111] «A number of Tory MPs made much of the claim that 18 November 1967 was 'the third time on which Socialist policies have brought this country to the humiliation of devaluation',26 suggesting that by devaluing, the government was acting 'true to its socialist tradition'.27. 26 (John Peyton), Commons Debates, vol. 754, c. 946. 27- (Anthony Barber), Commons Debates, vol. 754, c. 1421.». ["Varios diputados conservadores hicieron gran parte de la afirmación de que el 18 de noviembre de 1967 fue "la tercera vez que las políticas socialistas llevaron a este país a la humillación de la devaluación" 26, lo que sugiere que el gobierno, actuando de acuerdo con su tradición socialista '.27."]. D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit., p. 129. Harold Wilson había manifestado que: «'At home my government's first concern will be to maintain the strength of sterling'.». ["En política doméstica, mi primer interés será mantener la fortaleza de la libra esterlina"]. House of Commons Debates, Official Report, Fifth series, vol. 701, c. En: Ibid.
[112] D. BLAAZER, "'Devalued and Dejected Britons': The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s.", Op. Cit., p. 135.
[113] El Teniente Coronel George Rowland Stanley Baring, Tercer Conde de Cromer - conocido como Visconde de Errington antes de 1953 - fue además de militar, un banquero y diplomático británico. Durante su carrera ocupó el puesto de Gobernador del Banco de Inglaterra entre 1961 y 1966, y Embajador Británico en los Estados Unidos entre 1971 y 1974.
[114] Ibid., p. 135.
[115] «56. To raise a $lm loan in London after devaluation would require £416,667 as opposed to £357,143 before. Similarly, a New York banker would now only need to raise $1.2m to finance a £500,000 loan, instead of $1.4m. The same principle obviously applied where a British and an American bank competed to lend money in a third currency.». ["56. Para obtener un préstamo de $ lm en Londres después de la devaluación requeriría £ 416.667 frente a £ 357.143 antes. Del mismo modo, un banquero de Nueva York ahora sólo tendría que recaudar $ 1.2 millones para financiar un préstamo de £ 500.000, en lugar de $ 1.4 millones. El mismo principio se aplicaba obviamente cuando un banco británico y un americano competían para prestar dinero en una tercera moneda."]. Ibid.
[116] «Tellingly, the fall in Wilson's popularity immediately after devaluation was smaller than the fall which followed the announcement of the severe 'squeeze and freeze' package of July 1966 - a package expressly designed to 'save the pound'.». ["La caída de la popularidad de Wilson inmediatamente después de la devaluación fue más pequeña que la caída que siguió al anuncio del severo paquete de "compresión y congelación" de julio de 1966, un paquete diseñado expresamente para "salvar la libra". "]. Ibid., p. 133.
[117] Ibid., p. 136.
[118] Debido a la enorme tradición financiera del país, y de su propio sistema jurídico con respecto a ella.
[119] « After serving as foreign secretary in 1974-1976, Callaghan succeeded Wilson as prime minister in 1976. He responded to Britain's deepening economic recession by adopting deflationary policies and cuts in public expenditure, which anticipated the monetarism of Margaret Thatcher after 1979. ». ["Después de ocupar el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores entre 1974-1976, Callaghan sucedió a Wilson como Primer Ministro en 1976. Respondió a la profunda recesión económica de Gran Bretaña mediante la adopción de políticas deflacionarias y recortes en el gasto público, que anticipaban el monetarismo de Margaret Thatcher en 1979"]. "James Callaghan (1912 – 2005)", BBC History . Consulta (26 de julio de 2017): http://www.bbc.co.uk/history/historic_figures/callaghan_james.shtml
[120] Véase: Y. VAROUFAKIS, El minotauro global , Capitán Swing Libros, Madrid, 2014.
[12] R. PALAN, "International financial centers: the British-Empire, city-states and commercially oriented politics", Theoretical Inquiries in Law January , 2010, p. 149-176, p. 149. Disponible en Web (consulta el 18 de febrero de 2017: www7.tau.ac.il/ojs/index.php/til/article/view/736/695
[122] Lo que a la larga aumentaría la sensación de abandono por parte del norte y el centro oeste del Reino Unido que en el caso Escocés y Galés terminaría fraguando en un aumento del nacionalismo e independentismo político.
[123] Fred Imbert, " Trump calls China a 'currency manipulator,' but he's wrong ", CNBC , 7 Dec 2016. Disponible en Web (consulta 26 de febrero de 2017): http://www.cnbc.com/2016/12/07/donald-trump-is-wrong-china-is-not-a-currency-manipulator.html
[124] J. E., LANDER, International Economic History, Industrialisation in the World Economy 1830-1950 , Op. Cit., p. 173.