PRESENTACIÓN

 

 

 

"ReDCE núm. 37. Enero-Junio de 2022" 

 

Democracia y Estado de Derecho en la Unión Europea.

 

La publicación del número 37 de la ReDCE se produce en un contexto global cada vez más sombrío. Mientras la pandemia parece estar llegando a su fin y la normalización de la vida estaba comenzando a dar sus primeros pasos, la invasión de Ucrania por Rusia ha destrozado cualquier posibilidad de alcanzar esa normalidad, tan ansiada durante los dos últimos años. La guerra es un fracaso de la razón y un retroceso civilizatorio que nos golpea cada día con imágenes de muerte y destrucción. Nada positivo puede salir de ahí. En la confusión en que vivimos, llena de propaganda bélica y de posverdad, se percibe un relativo entusiasmo en relación con su influjo positivo en la unidad de Europa y en futuros avances en el proyecto de integración europea. Lo cierto es que esta guerra ha mostrado más que nunca las debilidades de la UE y el escaso entusiasmo de los Estados miembros por resolverlas. La guerra ha desplazado los centros de influencia de la UE hacia los países más abiertamente proamericanos al revalorizar el papel de la OTAN en la defensa de Europa frente a Rusia. Se percibe ya una mayor tolerancia hacia los desmanes del gobierno polaco contra el Estado de Derecho y se impulsa una carrera armamentística que amenaza las prioridades tradicionales de muchos Estados europeos en relación con los derechos sociales y con lo que todavía queda del Estado social.

Si la Unión Europea hubiera avanzado más en el proceso de integración hoy quizás tendríamos un Estado Federal Europeo con un ejército propio, una industria de armamento que le diera sustento y autonomía y una capacidad disuasoria que, posiblemente, habría evitado la guerra de Ucrania. Al continuar bajo el paraguas de la OTAN, la Unión Europea ha seguido cómodamente instalada en la dependencia militar de Estados Unidos en un mundo en el que la aceleración de la globalización ha cambiado drásticamente las reglas de juego del siglo XX. Con la Administración Trump se comenzó a hablar de una autonomía estratégica de la UE ante la evidencia de que Trump estaba totalmente desvinculado de cualquier política exterior previa de Estados Unidos. La UE no podía contar ya con el respaldo militar de Estados Unidos a través de una OTAN que el propio Presidente de Estados Unidos ponía en cuestión. La prosperidad de Europa descansaba sobre bases cada vez más débiles teniendo en cuenta su dependencia militar de Estados Unidos, la energética de Rusia y la económica de China (hay que recordar que algunas de las industrias alemanas del automóvil venden el 50% de su producción mundial en China y, en su conjunto, todas ellas venden un tercio de su producción global en ese país).

Si cualquiera de esas tres patas (la militar, la energética y la económica) se movían, Europa podía pasar serios apuros. Eso es exactamente lo que está ocurriendo ahora. Se ha movido la militar, eso ha provocado que se mueva la energética y ahora se está moviendo también la económica. De momento, un avance importante se conseguirá si se termina con la dependencia energética de Rusia. Pero, a cambio de eso, la militar de Estados Unidos ha aumentado y queda la incógnita de qué ocurrirá con la dependencia económica de China. Esta última es, posiblemente, la más difícil de solucionar, porque está vinculada también a la evolución de la globalización, un factor en el que Europa puede influir solo de manera relativa. Pero la dependencia militar de Estados Unidos sí debería resolverse para tener más capacidad de decisión autónoma en el futuro. Eso no requiere más gasto militar sino una política europea unificada en materia de defensa con un ejército europeo con dotaciones propias y un gasto militar centralizado. Todo esto parece una utopía y hay muchos intereses de actores globales que van a procurar que nunca se realice. Pero es el camino, si no queremos que las decisiones de Europa las tomen otros en función de sus intereses propios, por legítimos que estos puedan ser.

El horror que estamos viviendo en Ucrania es una guerra del siglo XX, propia de la guerra fría, cuyos protagonistas crecieron y se educaron en la guerra fría y lo más probable (ojalá que así sea) es que la dinámica de la globalización termine pronto con ella. Las acciones que se están poniendo en práctica por la UE y Estados Unidos, entre otros países, se mueven también en la lógica del siglo XX y no van a contener la guerra por sí mismas. Los efectos inesperados serán el reforzamiento de China como actor global y el incremento de su influencia en el mundo. Muchas de esas acciones darán lugar al desarrollo de mecanismos de cooperación alternativos entre países que no se identifican con la política europea y estadounidense, debilitando así la capacidad de influencia occidental en el desarrollo de la globalización. Mientras tanto, la recuperación económica que se esperaba al final de la pandemia se ve amenazada y muchos países están comenzando a tener dificultades para alimentar a su población como consecuencia de la guerra. Todo esto por no hablar del riesgo de una escalada bélica que pueda conducir al uso de armas atómicas.

Lo único que es incuestionable en esta guerra es el sufrimiento y el dolor que está provocando al pueblo ucraniano y la solidaridad que la Unión Europea debe tener con Ucrania. Todo lo que contribuya a mitigar ese dolor y a favorecer una solución digna para Ucrania debería ser potenciado. Desgraciadamente la guerra parece estar atrapada entre el reproche moral al invasor y los intereses geopolíticos de una pluralidad de actores que dificultan una salida negociada al conflicto. Por lo que a la Unión Europea se refiere, la gran lección debería ser que su potencia económica no se podrá mantener en el futuro si no avanza rápidamente hacia un modelo federal que le permita intervenir en las áreas que requieren una capacidad de acción relevante a nivel global. La de defensa es una de ellas, pero también lo es la digital, en la que la Unión Europea lleva un retraso enorme respecto de la economía de datos y en la que se está jugando el futuro de la globalización. La Conferencia sobre el Futuro de Europa ha incorporado en su Informe Final (9 de mayo de 2022) un gran número de propuestas que van en el sentido de reforzar la autonomía estratégica de Europa en el plano global a la vez que se orientan las políticas europeas en un sentido progresivo tanto en el ámbito interno como en el exterior. Sin embargo, es difícil que se produzcan cambios significativos y relevantes si no se avanza en el proceso de integración hacia un modelo federal.

Por lo demás, tenemos que dar cuenta también de las dos sentencias del TJUE en las que se desestiman los recursos de Hungría y de Polonia contra el Reglamento (UE, Euratom) 2020/2092 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de diciembre de 2020, sobre un régimen general de condicionalidad para la protección del presupuesto de la Unión (SSTJUE de 16 de febrero de 2022, recaídas en los asuntos C-156/21, Hungría/Parlamento y Consejo y C-157/21, Polonia/Parlamento y Consejo). La gran limitación de este procedimiento sigue siendo su vinculación a las cuestiones presupuestarias. En la propuesta 25 de la Conferencia sobre el Futuro de Europa se indica, en su apartado 4, que se debería considerar su extensión a nuevas áreas, con independencia de su relevancia desde el punto de vista del presupuesto de la UE. El reciente giro de la Comisión Europea, que el 1 de junio ha decidido liberar fondos para Polonia a cambio de un compromiso de reformas, ha planteado serias dudas en el seno de la Comisión y en otras instancias europeas.

La parte monográfica del número 37 de la ReDCE se corresponde en parte con la publicación de las ponencias en castellano procedentes del Congreso del mismo título “Democracia y Estado de Derecho en la Unión Europea” que dirigimos José Tudela y yo el 28 de septiembre de 2021 para la Fundación Manuel Giménez Abad y la Fundación Konrad Adenauer. Las ponencias se publicarán en inglés en un libro coordinado igualmente por nosotros y hemos reservado la publicación en castellano a la Revista debido a la trascendencia de esta temática para la construcción de Europa. Los tres trabajos que publicamos abordan esta cuestión central desde diversas perspectivas. El de Stelio Mangiameli “La democracia representativa en la UE y la opinión pública europea. Problemas y perspectivas”, cuyo planteamiento compartimos: la necesidad de una federalización europea (que, aunque comience inicialmente con un núcleo de países, después pueda extenderse) se acrecienta, como señala el Profesor Mangiameli, con la experiencia de la guerra en Ucrania. Ciertamente, como se indica en este texto, es necesario pasar de los intereses comunes de los Estados miembros a los intereses generales de Europa, si queremos avanzar en el proceso de integración.

Por su parte, el trabajo de Miguel Azpitarte “La defensa política del Estado de derecho y su impacto sobre la configuración constitucional de la Unión” compone un texto brillante y sugerente sobre el fundamento y la forma en la que se está construyendo la defensa del Estado de derecho por parte de la Unión Europea y en relación con los Estados. Como bien señala su autor, la UE está generando una “política constitucional”, con algunas particularidades, que se centra en la legitimidad sustancial basada en una Unión de valores y que plantea algunos problemas de ajuste con la legitimidad de origen y una desvalorización de la democracia como procedimiento, especialmente en la fase de creación de una constitución.

Le sigue el estudio de Mario Kölling “La condicionalidad para la protección del presupuesto de la Unión Europea: ¿Una protección del Estado de derecho o una garantía para los intereses financieros?”, que aborda una cuestión clave teniendo en cuenta las limitaciones que el mecanismo de la condicionalidad presenta debido a su vinculación con los intereses financieros de la Unión. Como bien dice su autor, la “posición de los países en relación con la guerra de Ucrania y las necesidades financieras por las consecuencias de ello llevarán el debate sobre el mecanismo a un segundo plano”. Es algo que estamos viendo ya, lamentablemente.

Por último, el trabajo de Sabrina Ragone y Juan Francisco Barroso Márquez, sobre “El giro reactivo de la identidad europea: condicionamiento de fondos y confianza mutua” sigue un planteamiento interesante que conecta de algún modo con el artículo de Miguel Azpitarte. La idea es que las crisis están generando una oportunidad de intensificar la integración a través de una reacción por parte de la Unión Europea que se ha manifestado en la configuración de una identidad europea ya no necesariamente vinculada a las tradiciones constitucionales comunes y, por tanto, como síntesis de las identidades constitucionales nacionales, sino basada de manera autónoma y sustantiva en los valores del artículo 2 TUE.

La sección de artículos comienza con un trabajo mío que tiene su origen en los recientemente publicados Scritti in onore di Paola Bilancia (federalismi.it, n. 4/2022). Una versión de este texto está en prensa en México (en un libro colectivo coordinado por César Astudillo y Gerardo Eto) y en Brasil en la revista Direitos Fundamentais & Justiça, dirigida por Ingo Wolfgang Sarlet. En la misma línea está también la ponencia sobre “Control de convencionalidad y control de europeidad” que expuse en el XII Encuentro Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional dedicado a La garantía jurisdiccional de la constitución, organizado por el Senado, el Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional y el CEPC en Madrid en marzo de 2022. La ponencia se recogerá en un libro colectivo coordinado por Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional.

Le sigue el texto de Fiammetta Salmoni sobre “El papel del Presidente de la República en la doctrina constitucionalista italiana. La historia interminable”, que cobra especial actualidad con motivo de la crisis del gobierno italiano, con la dimisión del Presidente del Consejo de Ministros, Mario Draghi, no aceptada por el Presidente de la República en el momento en que escribo estas líneas. Sin duda se trata de una figura dotada de flexibilidad en sus funciones que han ido adquiriendo un peso relevante con las últimas crisis y configurando, en las palabras de Massimo Luciani un “giroscopio constitucional” con capacidad para dar estabilidad al sistema. Finalmente, la sección se cierra con el trabajo de Rosa Iannaccone acerca de “Los derechos del nuevo constitucionalismo latinoamericano” en el que la autora analiza el alcance que tiene el nuevo constitucionalismo latinoamericano en la configuración de una nueva forma de Estado. Algo que considera todavía incipiente, aunque posible, si se producen nuevos desarrollos en el futuro.

La sección de Perfiles está dedicada a Pablo Pérez Tremps: “El académico que un día fue juez: Pablo Pérez Tremps”, un texto emotivo que da cuenta de la trayectoria académica, intelectual y jurídica, como Magistrado del Tribunal Constitucional, de este insigne constitucionalista. Preparado por dos de sus discípulas, Itziar Gómez Fernández y Carmen Montesinos Padilla, queremos agradecerles a ambas la delicadeza y la sensibilidad de este recordatorio, que refleja la obra y la vida de un jurista esencial en la construcción de nuestro Derecho constitucional y europeo. Para la revista era obligado este reconocimiento a Pablo y con él nos sumamos a los homenajes que se le han dedicado en los últimos meses.

A la Sección de textos clásicos me acerco con algo de pudor porque recoge un trabajo mío que procede de una obra que se terminó de publicar hace ahora treinta años: Fuentes del Derecho (Madrid, Tecnos, vol. 1, 1991, vol. 2, 1992). Siendo yo su autor, me veo obligado a justificar no su condición de clásico (que, como en muchos otros textos que hemos publicado en esta sección lo será o no dependiendo de quién lo valore) sino sus méritos, aunque sea formales, para que se publique un extracto en esta revista y en esta específica Sección. La obra obtuvo en 1993 el Premio Adolfo Posada del entonces Centro de Estudios Constitucionales correspondiente al período 1991-1992. De acuerdo con las Bases publicadas en el Boletín Oficial del Estado, el premio se concedía “a la mejor obra científica de autor o autores españoles o extranjeros sobre Teoría de la Constitución y Derecho Público, en cualquiera de sus aspectos teóricos, históricos o metodológicos, publicada durante el bienio 1991-1992 y escrita en castellano o cualquiera de las demás lenguas españolas”. El Tribunal que lo concedió estaba integrado por Francisco Rubio Llorente, Francisco Tomás y Valiente, Gumersindo Trujillo Fernández, Rafael Gómez-Ferrer Morant y Francisco J. Laporta San Miguel. De todo lo que este Premio supuso en mi vida lo que más me conmueve al recordarlo es justamente la calidad humana e intelectual de las personas que integraron ese Tribunal.

Aunque esta obra no se ha reeditado (está prevista una nueva edición en español y otra en portugués), una parte de ella se incorporó al Manual de Derecho Constitucional y a la Introducción al Derecho Constitucional que coordino. También al manual que he publicado en Francia, Droit constitutionnel de l'Espagne. Otras fueron publicadas en Italia, México y Brasil como libros y en diversos países como capítulos de libros o artículos (Alemania, Francia, Italia, Portugal, México, Reino Unido y Brasil, entre otros). Por lo que se refiere a las conferencias, cursos y ponencias sobre esta temática, se cuentan ya por cientos las que he impartido en muchos países. Sucesivamente a la publicación del primer volumen (de la que procede el extracto que se recoge en esta sección) obtuve la cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada en 1991, a la edad de treinta y un años. Desde entonces han pasado otros treinta y un años.

La Sección de Jurisprudencia recoge un comentario de Matteo Caldironi sobre “La atribución de apellidos a los hijos en la jurisprudencia de la Corte constitucional italiana”. Su autor, al tiempo que señala los problemas que plantea la solución jurisprudencial, se muestra partidario de una ordenación legislativa “que armonice tres necesidades fundamentales: la identidad personal, la igualdad entre los miembros de la pareja y la unidad familiar”. En la Sección de Legislación, María Luisa Balaguer recoge una serie de instrumentos que tienen dos orientaciones básicas. Por un lado, cuestiones relacionadas con la guerra de Ucrania y, por otro lado, relativas a la protección de datos personales.

En el Foro se publica un trabajo de Peter Häberle y Markus Kotzur sobre “Arte, cultura y su público en la pandemia”. Una interesantísima reflexión sobre la naturaleza del arte como creación y comunicación, así como del papel que le corresponde al público en la configuración de la obra artística. Coincidimos plenamente con el planteamiento crítico del texto en relación con la jurisprudencia alemana que niega al público la titularidad de derechos en relación con la creación artística. Redefinir la dignidad del público en el proceso creativo, como hacen los autores de este trabajo, es también una manera de atribuir al arte la dignidad necesaria para haber sido objeto de atención especial por parte de los poderes públicos durante la pandemia, con todas las medidas de seguridad sanitaria necesarias, como lo fue la libertad religiosa.

En las noticias de libros tenemos en primer lugar la que ha preparado Miguel Azpitarte sobre El sistema europeo de fuentes, de Ricardo Alonso García y Paz Andrés Sáenz de Santa María, Fundación Coloquio Jurídico Europeo, Madrid, 2022. De la importancia crucial de este libro da cuenta su autoría por parte de dos personas que representan la doctrina más solvente que aporta nuestro país al debate europeo.

En segundo lugar, el de María Dolores Requena de Torre sobre The economic policy of the European Union in the context of the covid-19 crisis. F. Jesús Carrera Hernández (Dir.), Thomson Reuters Aranzadi, 2021. Un libro que, como dice María Dolores Requena, “ofrece una panorámica muy completa acerca de las transformaciones que ha sufrido la política económica de la Unión Europea como consecuencia de la crisis generada por la pandemia del COVID-19”.

El 1 de junio nos llegó la comunicación de la ANVUR (Agenzia nazionale di valutazione del sistema universitario e della ricerca) por la que se reconocía a la Revista de Derecho Constitucional Europeo la Clase A en Italia (la máxima calificación posible) tanto en el sector disciplinar 12C1 (Derecho Constitucional) como en el Sector disciplinar 12/E4 (Derecho de la Unión Europea). Es una gran satisfacción por muchos motivos, entre ellos porque nuestra revista ha tenido siempre una relación muy estrecha con Italia, que se corresponde con la formación italiana de gran parte de su equipo. En el debate constitucional y europeo, la doctrina italiana es imprescindible y está siempre presente en las publicaciones de nuestra revista.

Ya en el mes de julio, cuando habíamos cerrado este número de la revista, nos llegó la noticia de la acreditación como Catedráticos de Universidad de Miguel Azpitarte Sánchez, Enrique Guillén López y Juan Francisco Sánchez Barrilao, así como de la acreditación como Profesor Titular de Universidad de Augusto Aguilar Calahorro. Todos forman parte del equipo directivo de esta revista, que podría existir perfectamente sin su Director, pero que no existiría sin ellos. En estos pocos días que han pasado desde que les llegó la comunicación de su acreditación, han recibido multitud de mensajes de felicitación de personas vinculadas a nuestro grupo académico en España y en otros países. Del cariño, el afecto y el reconocimiento se alimenta también nuestro trabajo. Desde la revista, a la que representan más que yo, pero que hoy me corresponde a mí hacerlo, vaya también a ellos nuestra gratitud por lo que son y por lo que nos han enseñado durante todos estos años, en este viaje apasionante por la cultura constitucional de nuestro tiempo.

En el apartado de agradecimientos tenemos que mencionar a Thomson Reuters y a la Fundación Peter Häberle. En el ámbito nacional hay que referirse al Proyecto de Investigación PID2019-106118GB-I00 "La configuración del espacio público en las redes sociales y su incidencia sobre la democracia pluralista y la constitución". En el ámbito europeo, a la Cátedra Jean Monnet "ad personam" de Derecho Constitucional Europeo y Globalización, al Proyecto Jean Monnet "The constitutional bases of Europe: building a common European constitutional culture" y a la Cátedra Jean Monnet "Integration of asylum-seekers and refugees in the European Unión".

  

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Francisco Balaguer Callejón

Catedrático de Derecho Constitucional. Catedrático Jean Monnet ad personam.