"ReDCE núm. 42. Julio-Diciembre de 2024"
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El 9 de enero de 2025 nos dejó el insigne jurista alemán Rainer Arnold. Nada más conocerse la noticia a través de un email que su mujer Barbara envió a una buena parte de sus discípulos y amigos en todo el mundo, las muestras de dolor y de tristeza se sucedieron. En la lista de email que compartíamos en el Research Group de la IAC Rule of Law and Developments in Science Technology, que él codirigía, fueron muchos los mensajes en los que se glosaba la figura del gran académico que era, al tiempo que se señalaban sus cualidades personales: su sentido del humor, su honestidad, su integridad, su humildad, su generosidad, su lealtad, su amabilidad, entre otras muchas. Como se decía en esos mensajes, su muerte nos ha dejado un gran vacío y nos ha llenado de profunda tristeza al tiempo que nos ha hecho ver la suerte que hemos tenido sus amigos por haberlo conocido.
Su proyección académica no tuvo fronteras y se evidencia en la gran cantidad de libros y artículos que publicó en muy diversos idiomas, en el reconocimiento que recibió en múltiples universidades e instituciones, en la gran cantidad de conferencias y de estancias como Profesor Visitante en diversos continentes (hablar de países aquí se queda corto) y en la multitud de redes científicas que creó o contribuyó a crear. Redes a las que siempre orientó hacia los principios del constitucionalismo, la dignidad de la persona, los derechos fundamentales y el Estado de Derecho. En estos tiempos tan complicados, el vacío que deja no es sólo personal, porque se va una voz muy autorizada que realizaba una función muy importante de promoción y defensa de los valores democráticos en todo el mundo.
Rainer Arnold desarrolló una inmensa labor de difusión de la doctrina y la jurisprudencia alemana muy especialmente en los países del Este de Europa. Periódicamente organizaba congresos en muy diversos países que reunían a juristas de universidades y tribunales constitucionales en los que se debatían temáticas relacionadas con los derechos fundamentales, la jurisdicción constitucional y el Estado de Derecho. Recuerdo que tuve ocasión de participar en el primero de ellos, en 1993, en la Universidad de Regensburg. Habían acudido todos los Presidentes de los Tribunales Constitucionales de los nuevos Estados democráticos del Este de Europa. Rainer tenía una enorme proyección en esos países, lo que no le impidió desarrollar una actividad también muy importante en otros países de Europa, particularmente en Austria, España, Francia, Italia, Reino Unido y Portugal, así como de América y Asia, desde Estados Unidos y Canadá, pasando por Chile, hasta Corea del Sur, por ejemplo.
Por lo que se refiere a sus libros y artículos, creo que es imposible conocer su número y la diversidad de países en los que se han publicado, así como las lenguas a las que se han traducido o en las que él los ha escrito directamente. Una de sus extraordinarias habilidades era el conocimiento de idiomas, que le permitía dar conferencias en multitud de lenguas. Podíamos intuir más o menos el número de esas lenguas que dominaba por sus conferencias y sus publicaciones, pero su modestia le hacía rehuir siempre la respuesta a esa pregunta. Tenía algunos trucos para facilitar el aprendizaje de nuevos idiomas que alguna vez me explicó, pero que yo nunca conseguí entender. Se trataba simplemente de una cualidad natural suya unida a una gran cantidad de trabajo detrás.
Si uno consigue seguir la pista de sus contribuciones al Derecho Constitucional y Europeo de nuestro tiempo, le resultará difícil pensar que una sola persona haya sido capaz de hacer tanto en una sola vida. Pero su capacidad de trabajo no conocía límites, llevaba simultáneamente múltiples actividades con una organización metódica que le permitía cumplir con todas ellas de manera perfecta. A sus propias aportaciones hay que unir el papel tan importante que hizo acogiendo en Regensburg a investigadores procedentes de todo el mundo (nada más que de España se cuentan por decenas, en lo que yo conozco) a los que ayudó a familiarizarse con la doctrina alemana y con el sistema constitucional de la Ley Fundamental de Bonn.
En mi caso, al sentimiento de desolación que produce la pérdida de uno de los académicos de referencia a nivel global, tanto por lo que se refiere al Derecho Constitucional y al Derecho Público en general como al Derecho Europeo y al Derecho Comparado, se une la pérdida de un amigo entrañable al que conocía desde hace más de treinta años y que forma parte indisoluble de mi historia personal y universitaria. Mi primera estancia en Alemania la tuve en septiembre y octubre de 1991 con una beca del DAAD (el Servicio Alemán de Intercambio Académico) justo antes de obtener la Cátedra de Derecho Constitucional en Granada, en diciembre de ese año. Rainer y Barbara nos acogieron a mi familia y a mí en Regensburg como si fuéramos de su familia y así nos hemos sentido siempre desde entonces, como parte de su familia.
Volvimos a Regensburg en 1993 con una beca de cuatro meses del Gobierno español y después en períodos más cortos, también en la década de los 90, con sendas Acciones Integradas de Investigación Científica entre España y Alemania. Durante nuestra estancia en Regensburg, cada vez que Rainer recibía a investigadores de otros países, nosotros estábamos invitados a la cena que organizaba Barbara en su casa. Allí coincidí con Fulco Lanchester, por ejemplo. Recuerdo que lo mencioné con motivo de la Presentación de los Scritti en honor de Fulco en Roma, en junio de 2022. Rainer no pudo ir, pero siguió las intervenciones por Internet y me envió enseguida un WhatsApp agradeciéndome esa mención al que yo respondí dándole las gracias a él y a Barbara con ese recuerdo de tiempos felices.
En diciembre Rainer Arnold tenía que participar en un congreso que teníamos en Villa Vigoni. Cuando Christian Pielow me escribió diciéndome que no podría ir no me preocupé porque en esos mismos días estuvimos intercambiando mensajes por WhatsApp y estaba trabajando con normalidad. Sus proyectos seguían y en enero tenía cuando menos dos citas: en Bolonia, en un congreso que había organizado con Luca Mezzetti, y en Santiago de Compostela. Por supuesto, Barbara y él tenían también una cita con Granada para este año, aunque todavía no habíamos fijado la fecha. En cuanto a libros y artículos suyos pendientes de publicación, recuerdo al menos dos, las Actas del Congreso que codirigió el año pasado con Luca y su contribución, ya en prensa, al Volumen III de Writing Constitutions, editado por Wolfgang Babeck y Albrecht Weber.
La noticia de la muerte de Rainer me la dio por WhatsApp (antes de que me llegara el email de Barbara) Javier Cremades, uno de sus discípulos más destacados, actualmente Presidente de la World Jurist Association, que publicó un emotivo homenaje en YouTube además de un primer recordatorio en LinkedIn. Después han seguido muchos de diversas universidades e instituciones y hay previstos muchos más en los próximos meses. Algunos de los libros que estaban pendientes de publicación y en los que él participó se le van a dedicar. También hay previsiones de otros libros que se publicarán en Homenaje a Rainer Arnold. En las intervenciones que hemos tenido en un reciente congreso en Madrid, le hemos dedicado un recuerdo afectuoso, teñido de tristeza, Vasco Pereira, Fulco Lanchester, Carlos Vidal y yo.
No podrá haber nunca nadie como Rainer Arnold. Esa combinación de inteligencia poderosa, curiosidad intelectual, capacidad de trabajo, simpatía, generosidad y humildad no es fácil que se repita. Su muerte es una pérdida irreparable para la ciencia del derecho y para la comunidad de constitucionalistas en Europa y en el mundo. A quienes tuvimos la suerte de compartir con él proyectos académicos, así como debates y reflexiones sobre el constitucionalismo de nuestra época, nos corresponde ahora continuar su legado. Esperemos que nuestra labor futura haga honor a ese compromiso.
Cuando recibí la noticia de su muerte pensé inmediatamente en Barbara y en sus hijos, en Andreas, Antonia, Roland y Julia. Rainer era como un hermano mayor para mí y solo puedo compartir ese dolor que están sintiendo ahora y ofrecerles, con todos sus amigos y discípulos, el consuelo que suponen todos los reconocimientos que está recibiendo y recibirá por una trayectoria vital tan fructífera y plena. La vida de Rainer Arnold ha sido inmensamente productiva en todos los ámbitos a los que ha dedicado su esfuerzo. La vida de un ser humano excepcional por sus múltiples cualidades intelectuales y de una persona llena de humanidad y de bondad.