Hemos tenido la oportunidad de conocer los resultados de la encuesta sobre los resultados del estudio sobre la calidad del sueño durante el confinamiento. Un 50% de las personas ha variado sus horarios de sueño. Un 36% presenta mayor cansancio durante estos días.
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Dormir bajo los efectos del calor en verano es complicado: puede hacer que se interrumpan las fases naturales del sueño. Conciliar o mantener el sueño cuando los termómetros durante la noche no bajan de los 24 grados, es misión imposible.
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A partir de la pandemia del COVID-19 y de la consiguiente declaración de Estado de Alarma sucedidos en las últimas semanas, nuestras rutinas han cambiado notablemente.
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La sensación de tener sueño, así como despertarse son fenómenos regulados naturalmente por lo que se conoce como el ciclo sueño-vigilia.
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La falta de sueño sostenida en el tiempo se vincula con diversos problemas médicos y psicológicos.
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Las técnicas de relajación son uno de los principales elementos en las intervenciones para tratar diversos problemas del sueño. Aplicar técnicas de relajación puede mejorar la calidad de nuestro sueño, independientemente de que no se tenga ningún trastorno.
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Retrasar una hora nuestros relojes altera el tiempo de exposición a la luz del sol. Esto incide en nuestro “cronómetro interior”, un complejo mecanismo que controla los ciclos de vigilia y sueño. Debido a esto, algunas personas ven alterado su descanso nocturno.
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Nuestra sociedad ha convertido la privación del sueño en un estilo de vida y esto resulta una gran contradicción, ya que ahora más estamos preocupados en cómo descansamos y cómo mantenernos saludables.
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Existen razones a favor y en contra de dormir de una manera u otra cada noche, analizaremos las más comunes que nos hacen ir a la cama con o sin pijama, aunque no hay conclusiones claras de que una opción sea mejor que otra.
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