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Prosiguiendo
en la vía
iniciada en el número anterior, donde se estudiaba el simbolismo
de la muerte en la fotografía bélica, con este escrito (1)
trataremos sobre las apariciones icónicas de la muerte en una
obra
audiovisual ya clásica, como es el documental
antropológico
titulado Las Hurdes o Tierra sin pan, filmado por Luis
Buñuel
en 1933.
La faceta de la filmografía buñueliana en la que se destacan comportamientos culturales, se presta a su estudio antropológico. Gracias a esa nueva vía que es la antropología visual, se pueden abordar con rigurosas herramientas analíticas aspectos del contenido fílmico relacionados con las creencias religiosas, la diferencia sexual, las relaciones familiares, los modelos morales, el poder de las instituciones o los mecanismos de control social, entre otros. Buñuel en sus filmes nos representa plásticamente unas normas, ideología y modo de vida dominantes en los países donde se desarrollan los argumentos y filman las escenas. En muchos casos su universo narrativo pierde carácter ficticio para reflejar situaciones reales, como en Los olvidados (1950), esa "historia sobre los niños pobres de México", donde en escenarios reales se mostraban hechos de la vida real, pero la película molestó y tuvo críticas negativas, hasta entre sus amigos comunistas de París, a quienes les parecía "en favor de la moral burguesa". Pero el que se puede considerar mejor ejemplo de la conexión de su cine con la antropología es el mediometraje de 1933, Las Hurdes . En semejanza a lo que luego sucedería con Los Olvidados, este filme no gustó al poder, siendo prohibido en su estreno. Las vicisitudes de su difusión no han conseguido más que engrandecer su fama, hasta el punto de ser una obra de referencia en el cine documental, desde que en Mannheim (1964) la incluyeran entre los 12 mejores de la historia. A pesar de las alabanzas de los especialistas sobre este magistral exponente del "ensayo documental salvaje" (Bergala); "uno de los documentales imperecederos de la historia del cine (...) documental científico (...) antropológico y de geografía humana, de perfecto rigor (...) pero es también una película realista subversiva" (Aranda); "altísimo episodio del filme militante, modelo todavía insuperado del cine de intervención, y para siempre obra de vanguardia en su género" (Micciché) (2); también constan voces discordantes. Que son muy relevantes, pues provienen de los descendientes de aquellos hurdanos que fueron filmados. Con motivo del centenario de Buñuel en el 2000 (3), los alcaldes de tres pueblos de Las Hurdes se opusieron a que la comarca le rindiera un homenaje, debido a que había mostrado a los hurdanos como "seres extraños, sin moral, sin sentimientos y sin dignidad, llamándonos enanos y cretinos" lo que causó "un daño irreparable a esta comarca", y le acusan de haber dicho muchas mentiras, "como que los padres se acostaban con sus hijas. Esta comarca ha sido y es pobre, sí, pobre, pero con dignidad" (4). Para algunos de los hurdanos actuales, que asistieron al rodaje, el filme es "una farsa montada". Así pues, la interpretación emic o desde el interior del mismo grupo social, en parte es desaprobatoria. ¿Tienen razón en este rechazo? ¿Es falso el discurso de Las Hurdes de Buñuel? Aquí
trataré de responder, con
ayuda de la antropología visual, que además nos
mostrará
que la muerte es el eje del relato fílmico. La leyenda hurdana El
marco geográfico del filme son Las
Hurdes, lugar de gran interés etnohistórico. Existe
confusión
nominal entre Las Hurdes y su limítrofe Batuecas, como
sinónimo
de país legendario, ignoto; una lejana tierra tan
atrasada,
que durante siglos se usó el refrán "parece que viene de
las Batuecas" para caracterizar a la persona ignorante de los usos
sociales.
De hecho, este valle estuvo poblado en la prehistoria, como prueban sus
pinturas rupestres. En cierta época las Batuecas se abandonaron,
y sus pobladores quizás se alojaron por los cercanos valles
hurdanos.
Las Hurdes forman una áspera y quebrada comarca de 471 km2 al norte de Extremadura, en la vertiente meridional de la sierra de Francia. Su paisaje "es rudo y abrupto, de grandes rocas desnudas y matorrales enmarañados (...) de clima relativamente suave" (5). La estructuración "de su poblamiento comarcal se sitúa entre los siglos XII y XIII" (6). Por donación real fue dominio del duque de Alba desde 1450. En el siglo XVI se duplicó su población, fundándose el convento carmelita del Desierto de San José del monte de las Batuecas. Por entonces se extendió la leyenda que hacía coincidir en el tiempo el descubrimiento de este país con el de América, como lo último del orbe salvaje sin conocer. Es probable que Lope de Vega, quien fuera secretario del Duque de Alba entre 1590-96, visitando Alba de Tormes conociera allí la leyenda, que le sirvió para su comedia Las Batuecas del duque de Alba, escrita entre 1604-14 e impresa en 1638, poco después que un libro contase la trágica historia de dos amantes huídos allí de la venganza del duque (7). La acción teatral se inicia con una especie de tribu de melenudos bárbaros vestidos de toscas pieles, que en total aislamiento habitan el valle de las Batuecas, sin leyes y en lucha contra osos y jabalíes. Juan, un criado del duque de Alba, esposa en secreto con una "doncella de la casa" cortejada por un gentilhombre, y ambos huyen de la ira del duque rumbo a la sierra, donde escalan "asperísimas peñas, donde apenas avrá / jamás llegado estampa humana". Se topan con los salvajes, que no conocen "Otro Dios, ni Rey, que el Sol", y les informan de la existencia del Rey de una España "que el mar baña", de mayor tamaño "que cien mil valles" como el suyo; y de la Ley de Cristo. Los criados del duque se asombran que "En el riñón de Castilla, encierra aquesta montaña / gente que en fin descendió / de los fugitivos godos / cuando España se perdió", y deciden quedarse a vivir con ellos, y "bárbaros hemos de ser". Al
divisar unos vecinos de Alba "extraños
animales en la sierra", parte el duque (recién nombrado virrey
de
España) a "cazar el monstruo": "Y con diversas armas y azadones
/ abran camino a los caballos míos, / que he de baxar yo mismo a
ver el valle, / y reducir esta perdida gente / a Dios, a Rey, y a ley,
y a orden político". El duque encuentra a Juan, y le convence de
entregarle los bárbaros a cambio del perdón. Cuando
éstos
le conocen, deciden abrazarle "porque eres Nuestro Señor, /
siendo
tuya esta montaña". El duque les hará bautizar, "Y deste
valle en las faldas / fundaré algunos lugares, /que con Iglesias
altas, / juezes, y oficiales tengan / esta noble gente en guarda./
¿Queréislo
assí?". Responden todos: "Sí queremos, / publicando en
voces
altas / Viva el duque que nos rige", concluyendo así "la
historia
de las Batuecas, / caso notable en España". Las Hurdes invade la política nacional Pocos documentos atravesaron el muro de niebla que aislaba a los jurdanos de la historia, hasta que en 1910 Mauricio Legendre, profesor universitario francés de ideas conservadoras y católicas, decide estudiar a fondo esta legendaria y pobre comarca, hasta convertirla en su tesis doctoral, que culminaría tras 15 años de trabajos de campo. En sus recorridos le acompañaron destacados intelectuales, como Unamuno, el Dr. Marañón y el etnólogo Luis de Hoyos, quienes darían a conocer las Hurdes con una perspectiva cultural que las relacionaba con el resto del país, denunciando sus miserables condiciones de salud. Coincidiendo
con un debate parlamentario sobre
la implicación de la monarquía en el desastre de Annual,
a mediados de 1922 el rey Alfonso XIII contraatacó con el golpe
de efecto de recorrer Las Hurdes a caballo, preocupado por su
bienestar,
y para que la expedición obtuviera la mayor resonancia
mediática,
se integraron al séquito una cámara de cine -para que
Armando
Pou haga la primera filmación de la comarca-, y reputados
fotógrafos
de prensa como Alfonso, autor de las siguientes fotos:
Tras terminar su investigación Legendre, en 1927 la publicó en Burdeos, significando la irrupción de la comarca en el ámbito académico de los altos estudios hispánicos. Titulada Las Jurdes. Étude de Géographie Humaine, con ella trata de resolver el doble misterio de sus habitantes: ¿por qué han resistido allí? y ¿cómo es posible tal aislamiento brutal, tan cerca de Salamanca? Considerándoles ejemplo del carácter hispánico, buscó explicar su estancamiento en la historia. A partir de los postulados de la geografía humana, que pasa del estudio científico de la naturaleza al del ser humano, llegó a la conclusión de que sus pobladores descendían de un pueblo vencido, que por toponimia, tradición y fisonomías, podría ser de refugiados moriscos a los que se integraron pastores y fueras de la ley. Víctimas de la sobrepoblación y la cada vez peor miseria y enfermedad, su aislamiento comenzaba a ceder tras la real visita de 1922, y en este libro se estudiaba la vida en Las Hurdes hasta dicho año. Estructurado en 3 bloques, el 1º trata de la geografía física y el poblamiento, y el 3º sobre las fuerzas de redención. El 2º bloque es bastante etnográfico, y se titula "La miseria y la lucha contra la miseria", dividido en los siguientes capítulos: 1) Gnadería y agricultura; 2) Comida, habitación y vestimenta; 3) Utensilios, mobiliario e industria; 4) Vías de comunicación y medios de transporte; 5) Comercio; 6) Trabajo y Propiedad; 7) Inmigración y emigración; 8) Salud; 9) La gran miseria: usureros, pilus o huérfanos de alquiler, mendigos. Junto con el texto se reproducían 49 de las 2000 placas fotográficas obtenidas, y suelen mostrar vistas generales de las aldeas (que se le parecían a las de Kabylia) y tipos físicos, a menudo grupos posando al sol, y algunos enanos. Entresacaré algunos de sus comentarios, que pueden confirmar el filme de Buñuel: "La boda es una de las raras ocasiones en que la vida hurdana se ilumina con una sonrisa" (pie de la foto 26). Sobre el pan, que es importado, apenas se come "en las bodas". En las Jurdes Altas y el valle central, "los pobres, y todos lo son en grado máximo, pasan meses enteros sin probar el pan, y cuando lo comen, es normalmente pan duro" de los restos que aportan los mendigos(pp.163-8). El hambre es crónica; el cretinismo y el paludismo, endémicos; apenas tienen agua potable; la mediocre miel es exportada, como las cabras en su mayoría: "Estas cabras consumidas las crían más por la leche que por la carne. Las comen cuando se matan por entre estas montañas escabrosas; a pesar de toda su agilidad, las cabras caen a veces en un barranco"; sobre los 300 niños expósitos o pilus, denuncia el "negocio de la crianza de los niños de la Inclusa (...) El hijo de su sangre queda abandonado, suplantado por el inclusero, y a menudo muere" (p.335). Finalmente, escribía respecto a las viviendas: "En las casas de los pordioseros de oficio, dormitorios de una sola cama (...) donde todos duermen juntos sin distinción de edad ni sexo en el más completo abandono" (p.177). Como conclusión, que la subalimentación favorecía la patogenia del bocio y el cretinismo, y se les unía el paludismo para el miserable estado sanitario de la población; pero ni la falta de comida ni el paludismo eran exclusivos de las Hurdes, por lo que se trataba de "un problema de salud en España en su conjunto" (p.318). En
1930, Alfonso XIII lleva a cabo su segundo
viaje, aunque esta vez breve y protocolario, para seguir las obras en
curso.
En la laudatoria crónica de Estampa se lee: "El aspecto
del
país ha cambiado bruscamente en unos años, hasta el tipo
físico de los hurdanos ha mejorado. El rey se mostraba
maravillado
de la obra hecha", recibiendo el vítor: "¡Viva nuestro
Padre!" (8).
Cine militante anarcocomunista El equipo, masculino, que realizó Tierra sin pan, podría catalogarse como "surreanarcomunista". Casi olvidado ha sido quien produjo el filme, aportando 20.000 pesetas ganadas con un premio de lotería: Ramón Acín, pedagogo y artista aragonés de 45 años, interesado por los nuevos medios de comunicación tanto como por la etnografía, que debido a su activismo anarquista había tenido continuos problemas con el Estado, siendo en 1926 desterrado a París junto al profesor ácrata Ramón Sánchez Ventura, miembro también del grupo surrealista de Zaragoza, amigos ambos de Buñuel, al que frecuentaron y con el que decidieron filmar un documental de denuncia en España. Con el dinero de la lotería, al grupo de rodaje se unieron el cámara Eli Lotar, rumano-francés izquierdista, y el guionista Pierre Unik, surrealista que pasó al PCF. Buñuel, quien conocía personalmente a Eisenstein, Ivens, Vigo y Kauffman, debió asimilar sus diversas influencias a la hora de rodar el documental hurdano, en el estilo de reconstrucción vital de Flaherty. La
situación política en España
a principios de 1933 era tensa, con las fuerzas conservadoras
rechazando
los cambios, especialmente la reforma agraria y la enseñanza
laica;
provocaciones de la extrema derecha, protestas populares, represiones y
levantamientos anarquistas. La reacción se fortalecía, y
en las elecciones municipales de abril vencieron las derechas. A los
pocos
días se instaló el equipo en las Batuecas y
comenzó
el rodaje que duraría un mes.
A los
hurdanos, según un reportaje
publicado por Unik, "les hacemos comprender que queremos reproducir su
vida tal como es, mostrarla a aquellos que tienen un lugar mejor bajo
el
sol. Pero, para ellos, nosotros seguiremos siendo ante todo hombres
pertenecientes
a la clase de los ingenieros, 'sanitarios', hombres de más
allá
de La Alberca, ante los cuales el hurdano se siente siempre inferior" (9). Simbología del texto fílmico a) Estructura y realización visual Para la lectura del discurso trasmitido por este mediometraje fílmico, que carece de sonido ambiente y diálogos, la información procesada se basará en la banda visual y el comentario en over, añadido años después, ya que la música aquí no informa, sino que aporta sentimientos. Esta forma de realización nos permite analizarlo sin tener en cuenta la banda sonora, es decir, como si se tratara de un filme mudo. Así podemos desvelar una estructura narrativa que responda a lo puramente visual del relato, donde la división en bloques vendrá dada por las marcas sintácticas de la enunciación, en primera instancia el amplio uso de fundidos a negro, con una subdivisión por el empleo secundario de planos generales de montañas, que aquí adoptan la misma función diferenciadora de los temas. Si se procede así, obtenemos los siguientes bloques narrativos: I. Aproximación geográfica, para ubicar el terreno de la filmación. II. Entramos en la vida cotidiana de un pueblo de aspecto tradicional. III. En ambiente tétrico, fiesta sangrienta con banquete final. IV a.
Valle inquietante, con abundantes ruinas. V. Miembro del equipo nos muestra la mala dentadura de una niña. VI. Preparando la comida; caída de la cabra cazada. VII. Apicultura; burro atacado por abejas y luego devorado; comiendo cerezas; grupo organizado de hombres que se marchan lejos. VIII. Trabajos para creación de terrenos agrícolas. IX a.
Recolección de hojas; chico herido;
ausencia de chimeneas. X. Idiotas felices. XI. Traslado de bebé muerto al cementerio; iglesia vacía. XII.
Familia en la cocina y durmiendo en cama
común; pregón nocturno por las calles a cargo de vieja. Respecto a los elementos con posible relevancia simbólica, tenemos: III.
Aparece iglesia con calaveras: muertos
del pasado. IV a.
Por encadenado, la iglesia se transforma
en moza, relacionada por montaje con estatua de divinidad sin rostro
con
niño, y ésta por panorámica con rótulo
carcomido: el tiempo destructor. V. Forastero abre boca de niña: hay que mostrar problemas desde fuera. VI. Disparo a la cabra: la muerte en directo. VII.
Burro atacado por abejas: la muerte
en directo. X. Grupo de disminuidos psíquicos: los únicos que ríen son los idiotas. XI.
Traslado del cadáver: hasta
los entierros son dificultosos. XII. Familia que duerme mientras una vieja pregona en la calle: aquí soñar es tener pesadillas de la muerte. Es
apreciable la insistente intervención
de imágenes o metáforas relacionadas con el hecho
orgánico
de la muerte. Se puede decir que ésta se presenta como
el
eje vertebrador del discurso fílmico.
Si nos fijamos en el plano de la expresión visual, las imágenes fílmicas en blanco y negro obtenidas por el operador Eli Lotar responden a un tratamiento fotográfico muy contrastado, donde la iluminación trasmite un fuerte dramatismo. Abundan los planos cortos, que favorecen la cercanía del espectador al tema. Al encuadrar las escenas, se busca una composición equilibrada y serena, al mismo tiempo que se consigue gran dinamismo con los continuos movimientos de la cámara (herederos de Murnau), destacando las panorámicas de relación con cámara en mano. También hay gran variedad de ángulos de toma. Respecto a la construcción fílmica, tal como elabora Buñuel con el montaje, la apariencia es de sobriedad y sometimiento a la instancia narrativa. Destaca su ritmo rápido, aportado por la brevedad de los planos: los 259 planos en 27 minutos dan una duración media inferior a los 7 segundos por plano. Se utilizan mucho los cambios de escala -hasta en 17 ocasiones-, reduciendo siempre el tamaño de los elementos, al pasar de plano general a primer plano, consiguiendo resultados tan dramáticos como los del sapo en Las Batuecas, la boca de la niña enferma o el cazo con las larvas de mosquitos. Otra técnica de montaje muy utilizada es la del fundido encadenado, en 11 ocasiones, que si bien no parecen aportar nuevos significados -como en sus 4 usos en la secuencia de la preparación de los terrenos de cultivo-, sí hay un momento de especial relevancia: la iglesia de Las Batuecas que se transforma en una bella joven, y que ha dado pie a jugosas interpretaciones psicoanalíticas. También aparecen a menudo los insertos, ya que en 8 ocasiones se intercalan uno o varios planos dentro de otro que así se fractura, como los dos alumnos que miran lo que su compañero escribe en el encerado o el bebé muerto y su madre insertados en el plano general de la gente a la puerta de la casa en duelo. A veces se unen así planos muy diferentes, como en el traslado de las colmenas, donde se pasa de un picado a un contrapicado y se vuelve al primero. En las escenas del riachuelo, se sigue la idea de geografía ideal de Kulechov. Finalmente, se aprecia el uso del montaje alternado, tanto en la secuencia de la corrida de gallos -donde se mezclan las tomas de la cámara fija situada en un balcón con la cámara en mano a nivel del suelo- y brevemente en la del convite del vino, como en la secuencia final con la familia que cena y se acuesta y la vieja que recorre las calles. Ésta última secuencia, junto con el encadenado de la moza de Las Batuecas, son los dos momentos en que el artificio fílmico del montaje se hace más evidente. En
resumen, la belleza formal de la fotografía,
junto con el dinamismo de la cámara y el uso creativo del
montaje,
sin caer en el efectismo, consiguen atrapar visualmente el
interés
del espectador, tanto en los retratos de los personajes como en la
muestra
de las situaciones. b) Tratamiento de las secuencias A la hora de proceder al análisis global de este filme (10), considerado en su doble dimensión sonora/visual, debemos elegir otro criterio para su división en conjuntos fílmicos. Los 56 planos iniciales se pueden agrupar en un I bloque: Aproximación, constituido por tres macrosecuencias. En el
plano 57 se entra realmente en la comarca
de Las Hurdes, singularizando inicialmente dos de sus pueblos,
Aceitunilla
y Martilandrán, para mostrar luego diversos aspectos de la
cultura
hurdana. Podemos optar por no tener en cuenta esta subdivisión
geográfica
y fijarnos sólo en la temática, como el mismo
Buñuel
explica en Columbia que fue su modo de realización:
"Dividí
el script en varias secciones (alimentación, escuela,
entierro,...)
y cada día iba completando esas secuencias" (11);
así podemos estructurar un II bloque: Las Hurdes
Altas,
con 12 macrosecuencias. Cada una de ellas la vamos a contemplar
según
su carácter fílmico, sean tomas directas tipo reportaje o
con escenificación, posando los personajes;
constituyéndose
como documental de diversos estilos o con elementos de ficción.
El desglose sería el siguiente:
c)
Cuadro de valores
Si ahora tenemos en cuenta las informaciones globales que el filme nos aporta, tanto por vía de la densa locución como los fotogramas, obtenemos valoraciones culturales positivas y negativas, que se ubicarán en columnas paralelas, siguiendo el orden cronológico de su aparición:
Es apreciable la superioridad de los aspectos negativos, que duplican a los positivos en cantidad y los superan en mucho en calidad, hasta conseguir que el filme se convierta en un muestrario de pesares, que nos va convenciendo de que cualquier desastre es aquí posible. Esta proliferación de males refleja una situación auténtica, como se confirma, incluso con datos más terribles, en las descripciones del Dr. Marañón, Legendre y el Dr. Albiñana (desterrado allí en 1932, por fascista). Está probado que en Las Hurdes Altas no se cocía pan, apenas se comía carne (salvo con la matanza de cerdos o cuando se despeñaba una cabra), dominaban las enfermedades y era habitual la promiscuidad y la muerte temprana. En cuanto a los elementos especialmente simbólicos, destacan unos de índole profílmica -la corrida de los gallos, la comunión y las medallas-, otro externo potenciado por la construcción fílmica -la integración del pregón de la muerte con el sueño- y uno específicamente creado por el montaje: la transformación de la doncella. El filme está impregnado por la muerte, de la que se llega a comentar que es "uno de los raros acontecimientos que ocurren en estas aldeas" y su aparición se produce de las siguientes maneras: Visible
y real : calaveras, gallos,
cabra, burro, tumbas.
Sin duda la reiteración de esta presencia, real o figurada, de la muerte, con la plasmación de agonías, es uno de los factores causantes del malestar que el filme produce en sus sucesivos espectadores. En la escena de la representación del entierro, quizás sea donde la música de Brahms consiga mayor efecto emocional, facilitando que el espectador se crea la ficticia muerte del bebé y el dolor de la ficticia madre. Estos terribles acontecimientos humanos a menudo han sido falsificados por los documentalistas, bastando con el ejemplo del impulsor del cine etnológico en España, Pío Caro Baroja, quien admite que todos los entierros que rodó fueron simulados (14). Para Kyrou, en su tan sugerente análisis, "esta terrorífica obra maestra es un testimonio. Su proyección fastidia siempre la digestión de los vientres tripudos, los burgueses reciben en la cara esas imágenes rojas y negras y el espectador medio sale enriquecido y armado de un saludable odio contra los grandes responsables. Sin pudor, sin ostentación tampoco, evitando toda declamación y toda prédica, Buñuel ha filmado el vientre hueco de la más espantosa miseria (...) Buñuel recrea la realidad para ofrecérnosla toda entera y el documental se presta maravillosamente a la travesía del espejo [de Alicia]" (15). Para Micciché, la breve secuencia de la niña enferma de la garganta funciona como un epílogo "sintácticamente separado", que sintetiza lo hasta ahora visto, e "introduce por primera vez en el filme -y lo introduce atrozmente- el tema de la muerte", que de alguna forma invadirá con sus apariciones y alusiones casi todas las restantes secuencias, hasta "la luctuosa conclusión del filme" (16). Para Javier Herrera, se atraviesa un "valle de la muerte por donde pasamos casi por casualidad para ser testigos de la desgracia" (17); finalmente, para Ibarz, con su múltiple escenificación, se convierte en la "muerte aliviadora, la destrucción que puede permitir la reconstrucción" (18). Pero
también puede tener otra lectura,
que efectuaremos en profundidad. La muerte real Superando la creencia de que el referente del cine documental es la realidad, aquello que "podríamos ver con nuestros propios ojos si asistiéramos al acontecimiento narrado" (19), debido a suponer que este género se mantiene al margen del dominio ilusorio de la ficción; y de acuerdo con los postulados teóricos ya citados, podemos llegar a considerarlo veraz aunque sea una reconstrucción o puesta en escena, siempre que nos muestre hechos y situaciones auténticas. Que su discurso sea demostrable. En el caso de este filme, vamos a examinar la intencionalidad y veracidad de las apariciones de su motivo central: la muerte real. a) Los gallos. Uno de los elementos del filme de mayor impacto, parcialmente censurado en diversos países, es el reportaje sobre la fiesta de gallos en La Alberca. El comentario sonoro se encarga de resaltar su simbolismo, proponiendo una erótica interpretación freudiana. Por las investigaciones de Caro Baroja (20) sabemos que en España era tal la popularidad de las corridas de gallos, uno de los actos típicos del carnaval que se repetía en otros festejos, que baste con decir que hasta el rey Felipe IV los corría en su palacio de Madrid (21). También se les colgaba de una cuerda, como a sus parientes los gansos, que se corrían en el siglo XVIII por gran parte de Guipúzcoa y Navarra, a veces por jinetes vestidos como bailarines, y conectados con el vino de mozos (22). A la hora de interpretar su significado, se puede recordar lo que pensaban sobre el sacrificio carnavalesco del gallo antiguos autores, como Venegas (en 1565) para quien se corrían los gallos por ser "muy lascivos, para significar la luxuria que debe ser reprimida", y Covarrubias (en 1611), quien dice que puede "significar en esto la mortificación del espíritu carnal, por cuanto esta ave es luxuriosa, y con tanta furia que el hijo mata al padre sobre cual de los dos subirá a la gallina". Sin olvidar que en el folklore indogermánico "el gallo es una especie de símbolo de la vida, el expulsor de la muerte, de los espíritus malignos, diablos, brujas, etc.", tal como se manifiesta en divulgadas leyendas y creencias. Tendríamos pues una popular diversión para matar de diversos modos al suculento animal, vinculada a un carnavalesco rey de gallos, a burlas y a la iniciación en la vida adulta de los quintos. A través de juegos escolares se conservó un antiguo rito de claro carácter sexual, que se percibe aún en elementos como manchar el vestido de la moza o que sean los recién casados los encargados del sacrificio público, como es el caso de La Alberca, donde en la década de los 80 aún se efectuaba la corrida de gallos. Hoy día, la fiesta albercana se llama Día del trago y los seis escancianos siguen repartiendo el vino, que la Casa de Alba en 1547 había obligado al Ayuntamiento a dar gratis, en una fiesta conectada con el profano lunes de aguas (23). Al haberse prohibido en España el sacrificio público de animales -salvo los toros-, las corridas de gallos han desaparecido oficialmente, aunque a veces se siguen corriendo gallos de modo semi-clandestino, como en otros pueblos castellanos. b) Las
cabras, que se procuró
sufriesen una caída accidental como las que a menudo
ocurrían.
Iban a servir para el banquete con la que el equipo de rodaje
agradeció
la colaboración de los hurdanos al representar sus vidas
cotidianas,
por lo que se las sacrificó de modo que fueran también
actantes
del filme (24).
Pueden convertirse en
metáfora
de los mismos hurdanos, como ya Légendre las contempló:
"estas
pobres cabras representan así [al despeñarse] el destino
trágico que abruma a los habitantes de las Jurdes. Porque, como
ellos, por gusto de independencia y aventura" (1927: 126).
c) El burro, cuya desgracia es conmovedora, uno de los momentos más trágicos del filme. Para Kyrou: "El grupo de Buñuel habría podido ayudarlo, pero no lo hizo (incluso facilitó a las abejas salir de la colmena); socialmente es de lejos mucho más importante mostrar una imagen-denuncia que puede despertar el impulso de rebeldía en los espectadores, que salvar un asno" (25). Por su parte, para Micciché, vemos "el mulo, muerto por las mordeduras de las abejas y cuya carroña será despedazada por un perro, mientras que el comentario nos informa que un mes antes habían muerto así 11 mulos y 3 hombres". Comenta luego que se trata de sólo "una información sonora, que carece de la pregnancia de la visión de imágenes. Pero el efecto (calculado) es en mi opinión todavía mayor, ya que el espectador, llevado por lo visible a compadecer con generosa zoofilia al animal, se encuentra de repente abocado por el sonoro a ver esta atroz muerte animal como metáfora de otra muerte, humana esta vez" mediante un intenso "efecto sorpresa" (26). De
hecho, se le había filmado desde
diversos emplazamientos de cámara; eran frecuentes las
caídas
de los panales; luego su accidente pudo ser natural, quizás
causado
por el propio rodaje. Es tradición oral que le embadurnaron con
miel (27), y
aunque Unik contó en Vu
que le habían matado, creo que hasta ahora no se ha
señalado
que el acto de su muerte está visible en el filme.
Después
de su aparición acarreando las colmenas, hay un plano de
tamaño
entero que dura menos de 3 segundos donde se le muestra de pie, con una
extraña acción como de dar una coz y una mancha luminosa
como de rasguño en la película. Con la información
aportada por el comentario, tendemos a creer que, al defenderse de los
ataques, vuelca otros panales. Estudiando en una copia digital dicho
movimiento
que dura 20 frames, congelé el instante en el que una
bala
le perfora el vientre, brotando dos chorritos licuosos, momento en el
que
se encoge e inicia su desplome.
El muy astuto uso del montaje, suprimiendo la caída y colocando a continuación planos cortos de las patas y la cabeza que sacude para ahuyentar las abejas, engaña nuestra percepción, ya que le seguimos viendo vivo, y no buscamos explicación al extraño gesto inicial. Creo que después de filmar el ataque, le matan y es luego que le untan la cabeza con miel para mostrar a las abejas libando, como si la devorasen. Queda abierta la posibilidad de que la situación fuera enteramente provocada, con la consiguiente tortura del animal, lo cual sería rechazable por el espectador y el único exceso o brutal falsedad en todo el filme. En todo caso, y a posteriori, el indefenso burro víctima de las picaduras de las abejas se podría convertir en metasímbolo de los republicanos españoles sacrificados por el fascismo internacional, mientras las "neutrales" democracias europeas se escandalizaban por las arrancadas cabezas de los gallos en la ritual fiesta albercana, y los censuraban. d) Los restos óseos, esos cráneos auténticos y anónimos de la iglesia de La Alberca -que se pueden entroncar con los esqueletos de los obispos mallorquines en La edad de oro- y las descuidadas tumbas del cementerio, que según las teorías de Peirce serían signo indicial del referente muerte. e)
Finalmente, tenemos el sueño
eterno, esa última secuencia del filme, cuando se
entrecruzan
el pregón de la muerte con la familia durmiente. Esta
asociación
creada por el montaje alterno, es quizás la más brillante
trasposición plástica de un trozo del texto de base. En
el
libro de Legendre que Buñuel poseía en su biblioteca,
sólo
se aprecian ligeras marcas en dos páginas (28).
Una es la que trata sobre la trágica epidemia de gripe que
asoló
la comarca en 1917, año que quedó designado como "el de
la
enfermedad". La frase es: "En las Jurdes, donde, en muchas familias,
todos
duermen sobre el mismo lecho, se exponían a la ira del mal en
filas
cerradas. Las gentes morían los unos sobre los otros,
literalmente".
Creo que esta sobrecogedora escena es la elegida para culminar
poéticamente
una reconstrucción cultural de gran dramatismo, una ácida
visión objetiva sobre la España de la eterna
opresión.
Se denuncia la muerte apresurada por la pobreza; la muerte como
símbolo
del destino de los marginados pasivos.
En fin,
que si bien se engaña con la
presentación de diversos hechos, éstos corresponden a
recreaciones
fílmicas de probadas realidades culturales. Y este filme de
denuncia
social es un gran ejemplo del trabajo de agitación cultural
conjunta
de anarquistas y comunistas a inicios de la II República
Española.
1. Que en una versión más amplia fue presentado al Congreso Internacional Luis Buñuel celebrado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, para celebrar el centenario del nacimiento del director aragonés, y publicado con el título "Las Hurdes desde la antropología visual", en ObsesioESbuñuel (A. Castro, ed.), Madrid, Ocho y Medio, 2001: 264-309. 2. J. Francisco Aranda, Luis Buñuel. Biografía crítica, Barcelona, 1975:146; Lino Micciché, "Senza canzoni né pane. Las Hurdes di Luis Buñuel", Dimensioni e problemi della ricerca storica 2, 1995: 236; Alain Bergala, "Le mystère Buñuel", Cahiers du Cinema 546, mai 2000: 56. 3. Entre las recientes investigaciones que aportan nuevos datos para entender mejor su génesis e influencia, destacan los libros-catálogo publicados en 1999 con motivo de las exposiciones sobre este filme en Badajoz (a cargo de Javier Herrera y A. Sánchez Vidal: Las Hurdes, MEIAC) y Valencia ( Mercé Ibarz y otros: Tierra sin Pan, IVAM), cuyos documentos se utilizan en este texto, así como otro material inédito del Archivo Buñuel depositado en la Filmoteca Española (Madrid). 5. L. Torres Balbás, "La vivienda popular en España", Folklore y Costumbres de España III,1933: 187. 6. José-P. Blanco, Estructura demográfica y social de una leyenda extremeña, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1994: 56. 7. Lope Félix de Vega Carpio, Las Batuecas del Duque de Alva, Parte XXIII de sus comedias, María de Quiñones, Madrid, 1638. Datos históricos en M. Legendre, Las Jurdes. Étude de géographie humaine, Burdeos-París, 1927: XXIII. 8. Ejemplar del 25 marzo 1930, texto sin firma, y las fotos son de Benítez-Casaux. 9. "Chez le Sultan des Hurdes", Vu, París, febrero y marzo 1935. Las fotos son de Lotar, con algunas impresionantes, que no corresponden a tomas del filme. "¡A 10 horas de París suceden los hechos!", se comenta con sorpresa. 10. Siguiendo la metodología de J. Aumont y M. Marie (1988), tal como propongo en Los mensajes audiovisuales. Contribuciones a su análisis e interpretación, Universidad de Málaga, 1996. 11. Tierra sin Pan, op. cit.: 174. Del libro de Legendre no se tocan las vías de comunicación, los usureros, las fuerzas de redención ni el enigma de su población. Se añaden la fiesta albercana, la moza de las Batuecas, las iglesias, el pregón y la clase escolar (posiblemente con el maestro cenetista que desarrollaba la experiencia educativa libertaria). 12. Según me comentó Katia Acín en una entrevista que le hice en el 2001, al morir de verdad pocos años después el niño, su auténtica madre "se volvió loca pensando que el niño se le murió por haber sido rodado" como difunto. 13. Según constató Ibarz para su tesis, 1999: 120. 14. "En mi vida de documentalista he rodado varios entierros, en México, en La Alberca, en Albarracín y en el guipuzcoano Orexa, todos ellos sin difunto" a pesar de lo cual alguno llegó a ser "muy realista, aunque faltó el difunto". Pío Caro Baroja, Recuerdos de un documentalista, Pamplona, Pamiela, 2002: 225-7. 15. Ado Kyrou, Le surréalisme au cinéma (1963), París, Ed. Ramsay, 1985: 221. 16. Lino Micciché, "Senza canzoni né pane. Las Hurdes di Luis Buñuel", Dimensioni e problemi della ricerca storica 2, 1995: 234. 17. J. Herrera, Las Hurdes, Badajoz, MEIAC, 1999: 29. 18. Tierra sin pan, Valencia, IVAM,1999: 19. 19. Como expone E. Rodríguez Merchán en "Realidades y ficciones. Notas para una reflexión teórica sobre el documental y la ficción", Revista de Ciencias de la Información, nº 10, Madrid, 1995: 166. 20. Especialmente el cap. IV de El Carnaval, Madrid, Taurus, 1979. También lo estudia en El estío festivo, Madrid, Taurus, 1984. 21. Consta el hecho en 1643, citado por J. Caro Baroja 1979: 80. 23. Esta fiesta tiene lugar el lunes de la octava de Pascua de Resurrección, o lunes de albillo, en recuerdo del pendón tomado por las mujeres de la villa a los portugueses aliados de la Beltraneja, cuando su guerra civil contra Isabel la Católica, según Carlos Blanco, Las fiestas de aquí, Ámbito, Valladolid, 1993: 55-57. A finales del siglo XX, seguía igual: María A. Sánchez, Fiestas populares, Madrid, Maeva, 1998: 179. 24. Se gastó mucha película para tratar de filmar una caída "accidental", pero la cabra resistía las provocaciones del equipo, hasta que el mismo Buñuel decidió disparar con su pistola, siendo visible en un lateral de la imagen la humareda del disparo. 26. Lino Micciché, op. cit.: 234 y nota 60. 27. Respecto al mulo, me declaró Katia Acín en la entrevista del año 2001, que "mi padre contaba que le habían echado las abejas". 28. Ésta es
la
324, con unas rayitas a lápiz, y la otra es la 223, con un punto
a tinta, señalando aquí: "Cuando se pasa de la Alberca,
tan
rica de sabrosa historia, a las Batuecas y a las Mestas, verdaderamente
se tiene la impresión de pasar de un mundo a otro", y este
sería
el itinerario elegido por Buñuel. |
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