El iodo tiende a acumularse en la glándula del tiroides.
Si la actividad de esta glándula es demasiado grande, puede
reducirse y mantenerla controlada mediante la administración oral
de I. La superproducción de los glóbulos rojos de la
sangre se puede corregir igualmente suministrando al paciente
pequeñas dosis de
P, que se acumula en la médula del
hueso, donde se forman los glóbulos rojos, y reduce su actividad.