EL CASTILLO DE ZAGRA. ANÁLISIS DE LAS
ESTRUCTURAS EN SUPERFICIE
THE CASTLE OF ZAGRA. ANALISYS OF THE RAISING STRUCTURES
Juan Alonso CAÑADAS SUÁREZ
Resumen
Se presenta el análisis
estratigráfico de las estructuras emergentes de la villa de frontera
nazarí de Zagra (Granada). El estudio de las técnicas
constructivas empleadas nos permite establecer una evolución
cronológica del conjunto fortificado.
Constituye el primer estudio arqueológico
llevado a cabo en la fortaleza de Zagra.
Palabras clave
Tapial, mampostería, estratigrafía
muraria, villa fortificada, época nazarí
Abstract
This is a stratigraphic analisys of the raising
structures in the nasrid border village of Zagra (Granada). The study of
the building techniques that were used allows us to set the chronological
development of the fortress from its foundation to the time it was left.
This is the first archaeological survey about the
fortress of Zagra.
Key words
Tapial, mampostería, wall stratigraphy,
fortified village, nasrid times
INTRODUCCIÓN
A finales de los años setenta, distintos
grupos de investigadores italianos utilizaron algunos instrumentos
conceptuales para observar los efectos que el paso del tiempo ocasiona
sobre los muros de los edificios. Lo que en principio se llamó
lectura estratigráfica de lo conservado, de los alzados o de los
edificios, y que más tarde se definió como arqueología
de la arquitectura se ha desarrollado en los años posteriores.
Se parte del hecho de que, en el edificio, desde el
mismo momento de su concepción, tienen lugar una serie de acciones
constructivas, ya sean de adicción o de sustracción, que se
rigen por los mismos principios de la estratificación
arqueológica.
Por ello se aplican los instrumentos propios de la
excavación al análisis de los edificios todavía en
pie, considerados como “depósitos verticales” de
información histórica estratificada, la cual debe
individualizarse, registrarse e interpretarse en estrechísima
relación con todo lo que se estudia en el “depósito
horizontal”, adoptándose criterios de registro tomados
directamente de los trabajos de excavación. (FRANCOVICH y MANACORDA
2001: 41).
El estudio de la fortaleza de Zagra surge de la
necesidad de analizar el castillo en toda su amplitud. La
metodología de la estratigrafía muraria nos permite llevar a
cabo un estudio que atiende, no solamente a la morfología original
del edificio, ni únicamente a la morfología actual, sino que
nos posibilita trazar una evolución diacrónica del mismo,
registrando y ordenando cada uno de de los momentos por los que ha pasado.
Por otro lado, el estudio de los materiales y las
técnicas constructivas nos acerca a los códigos de su uso,
atendiendo tanto a cuestiones puramente arquitectónicas que
están en el origen como a su valor cultural, por último, y en
la medida de lo posible, a su datación histórica.
Señalar que este artículo es resultado
del trabajo de investigación tutelada que se llevado a cabo dentro
del programa de doctorado “Arqueología y Territorio” de
los departamentos de Prehistoria y Arqueología, e Historia Medieval
y CC., y TT. Historiográficas de la Universidad de Granada.
EL MEDIO FÍSICO
Zagra, municipio de reciente creación, en
términos históricos ha pertenecido a la “Tierra de
Loja”. En la actualidad cuenta con un término municipal de
14,83 km2.
El territorio en el que se inserta, está
situado en el sector más occidental de la provincia de Granada.
Desde el punto de vista geológico y geomorfológico el
territorio histórico de Loja (que a fines de la Edad Media lo
componían los actuales términos de Loja, Algarinejo,
Huétor Tajar, Salar y Zagra) participa de dos grandes conjuntos: Los
Sistemas Subbéticos y la Depresión de Granada.
El territorio que a nosotros nos ocupa forma parte de
los Sistemas Subbéticos, concretamente de un área de relieve
alomado suave común en los términos de Zagra y Algarinejo. Es
un territorio situado al noroeste de la tierra de Loja. El paisaje se
caracteriza por la alternancia de sinclinales y anticlinales, con unos
suelos más profundos en el fondo de los valles y más
descarnados en las zonas elevadas, existiendo algunas depresiones
más amplias (Gallumbares), así como en algún momento
usadas como dehesas y afloramientos de pequeñas sierras calizas
(Martilla, Ojete).
En ocasiones, junto a los cauces de los principales
ríos encontramos terrazas aluviales que han sido tradicionalmente
(también en la actualidad) aprovechadas para el regadío, como
en el caso de Pesquera.
En el momento actual, la vegetación del monte
mediterráneo, tanto arbórea como arbustiva, se encuentra en
la zona más pedregosa y de mayor pendiente habiéndose
producido un desarrollo espectacular del cultivo del olivar, presente en
muchas ocasiones en régimen de monocultivo. Sin embargo, a fines de
la Edad Media, era una zona ocupada en gran parte por el bosque
mediterráneo con excepción de las tierras de cereal y olivar
existentes en las proximidades de los núcleos de población
asociados a fortalezas (TRILLO SAN JOSÉ 1999: 41).
No obstante, se documenta en esta zona una serie de
pagos, de topografía más llana (Gallumbares, Membrillar),
donde se repartieron a raíz de la conquista castellana gran cantidad
de tierras calmas de secano carentes de vegetación arbustiva o
arbórea, con excepción de algunos elementos aislados testigos
de la antigua cubierta vegetal (encinas, robles, etc.). (JIMÉNEZ
PUERTAS 2002: 59)
CARACTERIZACIÓN HISTÓRICA
Zagra, es un topónimo de origen árabe
que ha sido traducido como “peña o roca” (BARRIOS
AGUILERA Y MARTÍNEZ RUIZ 1984: 45).
La fortaleza de Zagra se encuentra en una
elevación rocosa (805 metros) sobre la actual población de
Zagra. Integrada en el llamado conjunto de las Subbéticas, dominando
el curso del río Pesquera al Genil, una vía natural de
importancia a lo largo de la historia, razón por la cual, esta zona
estuvo poblada desde muy antiguo (MALPICA CUELLO 1987: 969). Encontramos
una primera ocupación perteneciente al período de
transición del Neolítico a la Edad del Cobre, en el
yacimiento de Cerro Martilla, ubicado a unos kilómetros de la
localidad de Zagra. Allí, además de una alataya nazarí
y restos íbero-romanos, hallamos dólmenes
megalíticos (JIMÉNEZ PUERTAS 2002: 85). Ya en época
musulmana, durante el emirato, el territorio de Loja quedará
adscrito a la Cora de Elvira, con capitalidad en madinat Ilbira,
única ciudad de la cora.
A inicios del siglo X tendrá lugar una
importante transformación en el poblamiento, con la
generalización de los asentamientos en llano, fruto de la
actuación enérgica de ´Abd al- Rahman III en la
conducción del estado. A partir de este momento, el territorio se
articula en torno a la ciudad de Loja, momento en el que toma entidad de
tal.
Es probable que existieran, dentro del territorio que
domina la ciudad, distritos más pequeños. Se han identificado
los “partidos” de Cesna, Loja y Torrox, entre otros. Cada
partido se compondría de un grupo de alquerías que ocupan una
zona geográfica homogénea, con una economía basada en
la agricultura de regadío, en cada uno, un castillo, que
representaría el poder central del emir o califa,
constituyéndose como elemento central, que sería utilizado
como refugio para los habitantes de las alquerías del distrito
(CRESSIER 1984: 143).
No hay referencias a un asentamiento en Zagra en este
momento, al contrario de lo que sucede con la cercana población de
Cesna (Sayna) que constituía una cabeza de partido.
La historia del reino
nazarí de Granada, último estado
islámico de la Península Ibérica, tendrá dos
siglos y medio de duración. Muhammad I estableció la capital
en Granada y su residencia en la antigua fortaleza zirí de la
Alhambra. El sultán nazarí llevó a los musulmanes a un
espacio accidentado y difícil, aproximadamente el territorio que
actualmente ocupan las provincias de Granada, Almería y
Málaga.
El territorio de Loja en este momento constituye una
división político-administrativa del reino nazarí y
englobaba los actuales términos de Zagra, Algarinejo, Loja,
Huétor Tajar, y Salar, con una extensión total de 675 km2.
En la ciudad de Loja se centralizan las funciones
militares, fiscales y judiciales. Un arraez o cabecera es el
representante del poder del sultán. Este poder político local
nombraría a los alcaides de las fortalezas del distrito
(JIMÉNEZ PUERTAS 2002: 136).
En el extremo NO de este amplio conjunto territorial,
(Fig.1) se inserta la fortaleza de Zagra: “un castillo y villa de moros, que está a poco más
de una legua de Loja” (LAFUENTE
ALCÁNTARA 1868: 57). En la documentación castellana aparece
denominada como villa en algunas ocasiones, en otras como pequeña
población (FERNÁNDEZ DE CORDOBA 1961: 324).
Esta población está adscrita a la
ciudad de Loja, en tiempos de paz los diezmos que genera se entregan a
Loja, donde se encuentra el representante estatal. El castillo
únicamente recauda el tributo en los momentos de conflicto, para su
sostenimiento, siendo el soberano nazarí el que se encarga de
abastecerlo en caso de guerra y quien lo controla, el alcaide es un enviado
del sultán (MALPICA CUELLO 1987: 969).
La extensa frontera que el reino nazarí tiene
con Castilla evolucionará en el constante pulso que mantienen
cristianos y musulmanes. Los territorios próximos a ésta se
verán muy afectados en su poblamiento. El territorio de Loja en
general, y Zagra en particular, por su posición de avanzadilla,
sufrirán cambios significativos.
La frontera se forma entre 1240 y 1246, tras las
conquistas castellanas en tierras cordobesas. Desde la segunda mitad del
siglo XIII y durante todo el siglo XIV, se producen avances alternos en la
línea fronteriza, pasando con facilidad plazas de frontera de manos
musulmanas a cristianas y viceversa.
A lo largo del siglo XV los avances cristianos
se convierten en definitivos. Se ganan una serie de plazas
importantes (Antequera, Archidona) y el territorio que nos ocupa se
sitúa en una posición cada vez más vanguardista. La
defensa de este territorio frontero se organizará en torno a los
castillos de Cesna y Zagra, numerosas atalayas y con probabilidad, algunas
rábitas (JIMÉNEZ PUERTAS 2002: 237). En este sentido se ha de
señalar que, una de las vías de penetración de los
castellanos en tierras granadinas, es el camino de Priego, que se fue
reforzando con la instalación de morabitos. En el trayecto de Zagra
a Priego hay evidencias que pueden hacer pensar en la existencia de
rábitas habitadas por “monjes guerreros”. En el
término municipal de Zagra encontramos un asentamiento en el Cerro
del Almendral, de pequeñas dimensiones que pudiera corresponder con
uno de este tipo. Entre este cerro y el castillo de Zagra se localiza la
Torre del Cortijo Viejo. Una atalaya que forma parte del mismo sistema
defensivo. El castillo se integra, pues, dentro de un sistema defensivo
más complejo. En las cercanías encontramos dos atalayas
más: una en el Pesquera y otra en Cerro Martilla (Torre del
Molejón o Martilla).
Desde mediados del siglo XIV será una zona en
permanente disputa, a partir de la conquista definitiva de la ciudad de
Priego por parte de los castellanos (1341). Así, en 1362, el
castillo de Zagra es tomado por las tropas castellanas de Pedro I: “E el rey don Pedro, dende a pocos días
después que esta pelea fue, al comienzo de la cuaresma entró
en el Regno de Granada con todo su poder, e ganó de ese camino estos
logares: Iznaxar, e Cesna e Sagra e Benamexir, e dexó en ellos
recabdo de gentes e de viandas e dende tornose el Rey para Sevilla” (ROSSEL 1953: 516)
El mismo rey castellano envía una carta al rey
de Aragón en la que relata la entrada en el reino nazarí y
como se ganó el castillo: “…e
fuimos a otro logar muy fuerte que decían Sagra e ficimoslo
combatir, e los nuestros entraron el logar todo por fuerza e quemaron la
puerta del castillo, e los moros con el afincamiento en que se vieron,
entregaronnoslo…” (ROSSEL
1953: 517).
Conquista que no pudo ser consolidada, pues a los
pocos días la fortaleza zagreña cambia de nuevo de manos:
“…Otrosi en el lugar de Sagra que
el Rey entonces ganara dexó un escudero que decían Ferrand
Delgadillo, e desó con él omes de pie, e Ballesteros de
concejos: e los moros dende a pocos días llegaron e combatieron el
logar de Sagra e hicieron portillos, en guisa que Ferrand Delgadillo,
Alcayde, ovo de facer sus pleitesías desque vió que el logar
se entraba, e pusironle en salvo en Priego, que era de Cristianos, e
él vino para el Rey a Alcabdete, que aún esta ay, e el Rey
luego le mandó matar…”
(ROSSEL 1953: 517).
No tenemos más noticias hasta la guerra final
emprendida por los Reyes Católicos. En la campaña de 1486
caerá la ciudad de Loja (29-V-1486) y tras ella un importante
número de villas y aldeas del extremo oeste y noroeste de la Vega de
Granada y montes occidentales, destacados bastiones nazaries
(Montefrío, Moclín, Íllora, Colomera), entre las que
se encuentra la fortaleza de Zagra. (PALENCIA 1909: 166).
Tras la conquista, en el repartimiento se establece
que la fortaleza recayera en régimen de tenencia alcaide
Fernández Maldonado, disfrutaba de un sueldo y de la tierra que
circunda el castillo (LIBRO REPARTIMIENTO DE LOJA: 121r).
DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO DE ZAGRA
El castillo se emplaza sobre una elevación
rocosa. Una formación caliza situada al E de la población
actual, que alcanza una altitud de 805 metros sobre el nivel del mar. La
peña proporciona una defensa natural, además de una amplia
visibilidad, motivo este por el que fue elegido para erigir sobre ella el
castillo (Fig.2).
Los flancos S y E están definidos por sendos
tajos, que imposibilitan el acceso por esas zonas, por lo que las defensas
ahí son mínimas; en las caras O y N existe una pronunciada
pendiente, encontrándose éstas fuertemente fortificadas. La
fortaleza de Zagra, se encuentra estructurada en dos espacios bien
diferenciados (Fig.3).
Los restos que se conservan en la actualidad permiten
reconocer dos recintos: uno exterior, que denominaremos villa; y un recinto superior e
interno, la alcazaba. Dentro de la alcazaba podemos distinguir otros dos espacios:
El primero, situado en la parte más
elevada de la fortaleza, que llamaremos recinto
superior de la alcazaba. Se trata de una torre
(torre 1) a la que hay adosado un recinto de pequeñas
dimensiones.
El segundo recinto de la alcazaba, separado del
anterior por un foso excavado en la roca, ocupa una meseta que corona la
peña, al S del promontorio donde se encuentra el recinto descrito.
Tiene una superficie aproximada de 600 m2.
Al E no se encuentran estructuras defensivas ya que
lo escarpado de la roca hace imposible el acceso. Al O, nos encontramos
varios lienzos de muralla y dos torres: una más al N (torre 2)
hueca, que probablemente fuera una torre-puerta de acceso a la alcazaba, y
otra, de mayores dimensiones, también hueca, que cierra el flanco SO
de la alcazaba (torre 3). Entre ellas hay un lienzo (lienzo 2) de muralla.
Entre la identificada como torre-puerta y el
recinto superior de la alcazaba encontramos un lienzo (lienzo 1) que parece
cerrar este espacio por el N.
El flanco S se encuentra reforzado por un muro
(lienzo 3) de escasa potencia conservada. Es posible que se trate de un
simple parapeto, pues el acceso por este lugar parece imposible.
El espacio identificado como villa, abarca
una extensión considerable, cercana a los 4000 m2. En este recinto
encontramos cuatro torres fabricadas con la misma técnica
constructiva, mampostería enripiada, con sillares en las esquinas, y
cinco lienzos de muralla. El espacio interior se encuentra muy alterado por
el abancalamiento del mismo para el cultivo.
La fachada N, la mejor conservada presenta dos
torres y sendos lienzos de muralla. Un lienzo de tapial calicastrado sobre
base de mampostería (lienzo 4) desciende hacia el O desde la primera
torre descrita (torre 1), hasta otra torre (torre 4), que presenta varios
edificios adosados. De esta torre parte otro lienzo (lienzo 5) de la misma
factura que el anterior. Tras recorrer una veintena de metros hace un
quiebro y se interrumpe. A unos 20 m encontramos una torre maciza (torre 5)
que cierra el ángulo SO de la villa. De ésta, en
dirección SO parte otro lienzo de muralla (lienzo 6), interrumpido,
y tras escasos metros vuelve a aparecer (lienzo 7) un lienzo, que con la
misma dirección va a dar a una torre (torre 6) hueca, con numerosas
edificaciones actuales adosadas. Parece una torre puerta, es posible que
sea el acceso a la villa. Entre esta torre y la última del recinto
(torre 7) hay un lienzo de muralla, con viviendas adosadas en la cara
externa. Ésta última torre cierra el ángulo SO de la
alcazaba, se trata de la más pequeña del conjunto y es
maciza.
Al S, las estructuras defensivas son inexistentes.
Al exterior de la fortaleza, frente a la torre 1,
encontramos un foso excavado en la roca, en la actualidad relleno
parcialmente para la construcción de bancales destinados al cultivo.
Se aprecian las huellas de los instrumentos de trabajo utilizados para su
construcción.
El castillo se encuentra en mal estado de
conservación, no hallándose restos de la coronación de
torres ni lienzos. En algunas zonas éstos han desaparecido por
completo. Las torres se encuentran derruidas y los tapiales al perder la
costra corren riesgo de un rápido deterioro. Numerosos edificios, la
mayoría abandonados y en ruina, se adosan a los muros de lienzos y
torres.
Tras el exhaustivo examen de las estructuras
conservadas, utilizando la metodología apuntada en la
introducción, se han documentado varios momentos constructivos,
representados en 5 grandes fases, y una serie de actuaciones concretas. Las
primeras tres fases se circunscriben al recinto superior de la alcazaba. La
cuarta fase se desarrolla en el recinto inferior de la alcazaba. La
quinta fase se corresponde con la fortificación de la villa.
Además de estas fases mencionadas, que
podríamos considerar generales, pues afectan, o bien, a la totalidad
de lo construido en un momento concreto, o a una gran porción del
conjunto, se han identificado tres actuaciones puntuales. La primera
tiene lugar en la torre 1, la segunda en el lienzo 1 y la tercera en la
torre 3.
Primera fase. Tapial 1
El primer momento edilicio identificado en el
castillo de Zagra se corresponde con una torre de tapial situada en el
ángulo NE de la fortaleza (Fig.4). Se trata de una torre hueca de
planta rectangular de 6,55 m por 4,20 m, con una estancia en su interior de
dimensiones 4,75 m por 2,70 m. Está construida con un tapial de
tierra, de tonalidad marrón clara, muy deteriorado, con escasas
intrusiones cerámicas. La presencia de mechinales hace posible
conocer la medida de los cajones: la altura de los mismos es de 0,80 m, al
igual que la anchura, siendo la longitud de 0,60 m. No se aprecian tongadas
de vertido de los materiales.
Se conservan tres de los muros de ésta primera
torre, con una potencia máxima visible, en el muro occidental de
2,70 m. El acceso a esta estructura tendría lugar por una puerta,
actualmente cegada: exteriormente por la segunda fase constructiva, e
interiormente por un muro de mampostería unida a piedra seca. Ante
la puerta hay varios escalones trabajados en la roca. La puerta tiene unas
dimensiones de 2,20 m de altura, 1,6 0m de anchura y un grosor de 0,70 m.
Las jambas de la puerta, ligeramente avanzadas hacia el exterior en el
tercio inferior, están realizadas con sillarejo.
Es posible que la torre contara con varias plantas,
aspecto éste que no se puede confirmar por el momento, aunque el
nivel del suelo actual parece estar muy por encima de la cota original.
El alto grado de colmatación y la abundante
presencia de vegetación en este lugar hacen necesaria una
intervención arqueológica que ayude a la
interpretación de las estructuras.
Esta torre parece ser la primera construcción
realizada, la base sobre la que se fue edificando posteriormente el resto
de la fortaleza.
Segunda fase. Mampostería 1
El segundo momento constructivo, identificable, como
el anterior en la torre 1, se trata de una torre de mampostería que
forra a la primera de tapial (Fig.4), suponiendo un recrecimiento de
dimensiones considerables, hasta 3 m en el flanco N. Se corresponde con una
mampostería concertada en hiladas, los mampuestos son de
tamaño irregular, oscilando entre los 0,20 m por 0,37 m los
más grandes; los 0,17 m por 0,20 m los de tamaño más
intermedio, habiéndolos también más pequeños.
Están unidos por un mortero cal, lo que le confiere una gran
consistencia. La proporción de árido, fino, también es
alta. La presencia de ripios que ayudan al calzo de los mampuestos es
abundante. Las esquinas están realizadas con sillarejo de arenisca.
Tiene una orientación ligeramente distinta a la de la torre que
embute y una planta con forma de paralelogramo, es decir sus lados opuestos
son paralelos pero no forman ángulo recto con los contiguos.
El lado oriental mide 10,30 m, el occidental 10,50 m,
el septentrional 9,20 m y el meridional 7,80 m. El grosor de los muros
también es muy variable, oscilando entre los 3 m del muro N y los
0,85 m del S.
La conservación es irregular, mientras los
muros E y O tienen una potencia considerable, superior a los 10 m, el N y S
se encuentran prácticamente derruidos. El acceso a esta torre, que
parece mantener la estructura de habitación que poseía en su
primera fase, no se aprecia. Es posible que se encontrara en un nivel
superior al conservado, probablemente en el muro S.
Sobre esta fase encontramos una de las anteriormente
mencionadas actuaciones puntuales. Se trata de una reparación o
refuerzo en el muro oriental, ligeramente avanzada hacia el exterior. Es
fácilmente perceptible. Está realizada con una
mampostería (mampostería 3) concertada en hiladas con
verdugadas de ripio. La argamasa que las une tiene una proporción
más alta de cal que la que posee la mampostería 1, un
contenido abundante de arena, de color pardo claro. Las dimensiones de esta
reparación son: 5,10 m de altura, 8,44 m de ancho y de 0,20 a 0,30 m
de profundidad.
Tercera Fase. Mampostería 2
El tercer momento constructivo identificado se
corresponde con un recinto rectangular adosado al sur de la torre 1.
Está compuesto por tres muros perimetrales que configuran un espacio
interior de 11,20 m por 5,80 m.
Se encuentra muy alterado, numerosos muros adosados
recientemente dificultan en gran medida la lectura de los paramentos.
Así mismo hay abundante tierra vegetal y restos de vegetación
arbustiva y arbórea, pues se ha utilizado para cultivo hasta fechas
recientes.
La técnica constructiva empleada es la
mampostería, siendo ésta concertada en hiladas. La
característica definitoria sería la disposición de
algunas hiladas en espiga y otras dispuestas a soga. Los mampuestos, de
grandes dimensiones y escasamente trabajados están unidos por un
mortero de cal de aspecto blanquecino, con una gran proporción de
arena. La grava, escasa y de pequeño tamaño. Esta
mampostería es apreciable en los muros oriental y occidental, donde
da cara, no así en el meridional, mal conservado.
El muro oriental es apreciable tan solo desde el
exterior del castillo, donde se construye adosado a la pared de la roca,
encontrándose prácticamente arrasado hasta el nivel del
suelo actual al interior. El muro occidental, que da a la alcazaba y se
encuentra cimentado directamente sobre la roca, a la que se adapta,
conserva una potencia considerable.
Además de en estos muros descritos, esta fase
se encuentra también, a modo de reparación o refuerzo del
muro oriental de la torre 1 en su segunda fase. Este muro de refuerzo se
comienza a construir en una cota inferior a la del muro que refuerza,
adosándose a la cara externa de la roca. La razón de su
construcción sería la de aumentar la dificultad del escalo
por la pared rocosa.
Apenas se conserva revestimiento, únicamente
visible en el muro occidental. Con total seguridad debió poseerlo en
el oriental, dificultando o impidiendo el escalo desde la base de la
peña.
Se encuentran varios vanos en los muros de este
recinto. En el muro meridional hay restos de lo que podría ser una
entrada. Al S del muro occidental los mampuestos dan cara hacia el muro
meridional, a continuación, hacia el E hay un vano (relleno en la
actualidad por un bancal), tras él continúa el muro
meridional. Para poder acceder a esta posible entrada habría que
salvar previamente el foso.
En el muro occidental hay otro vano, que plantea
numerosos problemas de interpretación. Situado a una altura
considerable desde el suelo, con un arco de medio punto como
coronación y revestido de un enfoscado blanco. Parece una ventana.
Sin embargo, en la roca que hay bajo él se encuentran excavados
varios escalones que permiten el acceso al mismo. Podría tratarse de
una poterna o puerta secundaria. Ésta daría a la villa y no a
la alcazaba o al exterior como sería lo lógico en el caso de
tratarse de una poterna. En el caso de ser un acceso no es lógico
que comparta función con la puerta anteriormente descrita, pues las
dimensiones del recinto no hacen necesaria una segunda puerta. Si se
tratara de una entrada es muy posible que no sean contemporáneas.
Cuarta Fase. Mampostería 4
El cuarto momento constructivo identificado supone la
fortificación de un espacio de unos 500 m2, que hemos denominado recinto inferior de la alcazaba. Encontramos en el mismo dos torres (torres 2 y 3) que comparten
una misma técnica constructiva (mampostería 4). Son torres
huecas, realizadas en mampostería concertada en hiladas, que cuentan
con sillarejos en las esquinas que se conservan. Los mampuestos son de gran
tamaño.
El lienzo (Lienzo 2) que se encuentra entre las
torres, también de mampostería, no tiene relación
física visible con ambas, y el acabado exterior hace pensar que la
mampostería empleada en su construcción es algo distinta a la
que hemos descrito en las torres. Es posible que haya sido reparado
posteriormente o que, sencillamente, la técnica empleada sea
diferente, algo no infrecuente.
La torre situada más al norte (torre 2) parece
constituir la entrada a la alcazaba, una torre puerta. Un sistema defensivo
propio de la época a la que pensamos pertenece.
La torre que se encuentra cerrando el ángulo
SO (torre 3), es una torre de grandes dimensiones, hueca, que probablemente
contara con varias plantas. En ella encontramos una de las actuaciones
puntuales identificadas, concretamente la que hemos llamado
mampostería 5, se trata de un recrecimiento externo del muro O de
características únicamente presentes aquí.
El flanco S de este recinto está constituido
por un muro (Lienzo 3), de escasa potencia, que podría ser un simple
parapeto, pues el acceso por ese lugar parece imposible, no necesitando de
gran aparato defensivo.
Al E hay ausencia de defensas, el barranco existente
por este flanco hace que no sean precisas.
Quinta fase. Mampostería 6. Tapial 3
El último gran momento constructivo que hemos
registrado en la fortaleza se corresponde con una gran obra de
fortificación, la mayor de las emprendidas en el conjunto defensivo.
Supone el amurallamiento de un recinto de unos 4000m2 de superficie. El
espacio denominado villa.
En este momento se habrían construido 4 torres
de tamaños muy distintos, pero todas de sección rectangular,
macizas (salvo la torre 6, que podría ser una torre-puerta), y
varios lienzos de muralla entre las mismas. La técnica empleada en
la edificación de unas y otros es diferente. Las torres están
realizadas en mampostería (mampostería 6) y los lienzos en
tapial (tapial 3).
La mampostería que encontramos en las cuatro
torres de la villa es concertada en hiladas con verdugadas de ripio. Las
esquinas están conformadas a base de sillares de arenisca. Un
enlucido reviste los muros dejando los mampuestos a la vista y realizando
sobre ellos un llagueado en forma de vitola. En el enlucido hay incrustadas
pequeñas piedras a modo de adorno. Este acabado de los muros
además de aislar y proteger la piedra evita en gran medida el
escalo. La pérdida del mismo en algunas zonas nos permite hacer una
lectura más fiable de los paramentos.
Este tipo constructivo, representado ampliamente en
numerosas edificaciones, especialmente en aquellas con fines militares, ha
sido interpretado como fruto de un programa constructivo impulsado por el
estado nazarí (ACIÉN ALMANSA 1999: 427).
Los lienzos están construidos en tapial sobre
base de mampostería.
Los lienzos 4 y 5 bien conservados, son de tapial
calicastrado, realizado mediante la aplicación, en cada una de las
tongadas, de una masa con mayor abundancia de cal en la parte exterior del
cajón, junto al encofrado. El interior se rellena con un mortero con
menor proporción de cal y mucha arena. De esta manera se forma
una especie de costra o corteza que se va adelgazando al interior del muro
debido al proceso de apisonado, dando lugar a una serie de cuñas,
características de este tipo de tapial.
El grosor medio de la costra y en el caso que nos
ocupa es de 0,06 m, aunque en algunas zonas llega a los 0,10 m. Allí
donde ésta se ha perdido se aprecian las tongadas de vertido de los
materiales, siendo de 0,10 m las de arena y de 0,04 m las de cal.
Las dimensiones de los cajones se han tomado gracias
a la presencia de los mechinales, de forma circular y tamaños muy
variables. Los cajones miden 0,80 m de altura, 1,40 m de longitud, siendo
su profundidad de 1, 20 m.
El tratamiento que se le da al acabado exterior es
muy cuidado. Un revestimiento cubre la costra, probablemente realizado
mediante el alisamiento de la superficie con una llana, aprovechando las
lechadas de cal que afluyen a la superficie como consecuencia del proceso
de apisonado. Sobre el mismo se habría aplicado un enlucido
posterior a modo de encalado.
Se levanta sobre una base escalonada de
mampostería, que además de nivelar el terreno para la
colocación del encofrado que permita la factura del tapial, lo aisla
de las inclemencias de agua, la humedad y otros factores por los que
pudiera verse afectado. Esta mampostería se compone de piedras
concertadas en hiladas, presentando tanto al interior como al exterior un
enlucido envitolado (el mismo que describíamos en las torres), que
deja visibles partes de cada uno de los mampuestos, lo que da una
apariencia bastante regular al paramento. Igualmente hay incrustaciones de
pequeñas piedras.
No se conserva la coronación de estos lienzos,
es muy posible que contasen con un almenado, e incluso un adarve, pero de
éstos no hay resto alguno.
Los otros lienzos que hemos identificado como
pertenecientes a ésta fase, (6, 7 y 8) se conservan peor que los
descritos. En el lienzo 8 se aprecia una base de mampostería
equivalente a la de los lienzos 4 y 5, aunque peor conservada. Sin embargo,
el tapial que sobre ella se encuentra está muy degradado, de escasa
potencia, no apreciándose más que el núcleo del mismo.
El estado de conservación de los lienzos 6 y 7 es aún peor,
aunque se puede afirmar que están realizados en tapial sobre base de
mampostería.
Pese a la imposibilidad de afirmar rotundamente que
se trata de un tapial calicastrado de las mismas características que
el ya descrito en los lienzos 4 y 5, se han adscrito a la misma fase
constructiva, pues lo lógico es que se construyera toda la cerca de
la villa en un mismo momento y con una misma técnica constructiva, y
que ha sido el paso del tiempo el que ha tratado de diferente manera a unos
y otros muros.
CONCLUSIONES
Este trabajo de investigación supone el primer
estudio arqueológico que se lleva a cabo sobre la fortaleza de
Zagra. El estudio de las estructuras conservadas en superficie del castillo
de Zagra nos ha permitido trazar una evolución diacrónica,
documentando primero y ordenando después los distintos momentos
constructivos por los que ha pasado.
Las estructuras castrales tienen una pervivencia en
el tiempo importante, a lo largo del cual se producen distintas
transformaciones, que van desde una simple reparación o
revestimiento, hasta cambios en la propia funcionalidad. Esto es algo que
se conocía antes de iniciar la investigación, y ésta
no ha hecho más que corroborarlo.
Sin embargo, hay que hablar de las limitaciones,
también conocidas desde un principio, que tienen la mayoría
de los estudios de estratigrafía muraria. Éstas son
importantes a la hora de establecer cronologías absolutas. Hay que
ser prudente a la hora de establecer correlaciones cronológicas
entre las distintas técnicas constructivas y las fechas de su
realización.
Tras estas consideraciones, pasemos a hablar de los
distintos momentos constructivos identificados en el castillo de Zagra.
Como ya hemos indicado en páginas previas, se han registrado cinco
grandes fases, además de una serie de actuaciones concretas.
La primera de las fases se corresponde con una torre
hueca de tapial de tierra, de planta cuadrangular. No se han encontrado
más estructuras que compartan esta técnica constructiva. Se
localiza en la parte más elevada de la peña. A la hora de
establecer una atribución cronológica tenemos bastantes
problemas. En primer lugar, las fuentes escritas no hablan del lugar hasta
bien entrada la época nazarí. En segundo lugar, el tipo de
tapial no es exclusivo de ninguna época concreta.
Una solución podría venir del
análisis de la cerámica que se encuentra, a modo de
intrusión en el mortero del tapial, y con la que se ha podido
establecer, al menos una datación, post quem. Es muy probable que se
trate de piezas almohades o de primera época nazarí.
Nuestra conclusión es que estamos ante una
torre de alquería de la época mencionada. Una estructura
defensiva para refugio de los habitantes de la zona, un medio de protegerse
de las incursiones que realizaba el enemigo. Es lógico, pues, que se
trate de una estructura de época nazarí, momento
histórico en el que esta zona se constituye como fronteriza. Su
forma, dimensiones y técnica constructiva tienen paralelos en torres
de alquería del reino nazarí (MALPICA CUELLO 1996: 317).
La cronología que podemos dar a la segunda
fase constructiva (torre de mampostería que forra a la fase 1)
identificada dista mucho de ser absoluta, situándose en un momento
dado entre el comienzo del reino nazarí y el reinado de
Muhammad V.
La tercera fase (recinto adosado a la torre 1) es
fácilmente identificable, pues la mampostería ha perdido el
revestimiento que con total seguridad, tenía y se muestra el
aparejo. Los mampuestos se disponen en hiladas, formando espiga algunas de
ellas. Se configura, al construir esta fase, un espacio superior
fortificado una especie de torreón rectangular. En este mismo
momento se llevarían a cabo los trabajos de construcción del
foso que separa este recinto del
inferior de la alcazaba.
Su atribución cronológica está
sin precisar. Igual que la fase anterior su cronología relativa
puede ser establecida entre el inicio del reino nazarí o
últimos momentos de la etapa almohade y el reinado de Muhammad V.
El cuarto momento constructivo general se corresponde
con la fortificación de un espacio que hemos venido denominando
recinto inferior de la alcazaba. Esta fase podría haber sido
construida en un momento previo a la fortificación de la villa, pero
no hay que descartar que su obra hubiera tenido lugar en un momento
posterior. Es decir, que este espacio amurallado superior se hubiera
edificado una vez ya construida la villa, para habilitar un lugar donde se
alojaría una guarnición armada para la que el recinto
superior de la alcazaba quedaba pequeño. Al no existir
relación física entre ambos espacios no podemos establecer
relaciones cronológicas basándonos en este hecho. La
técnica constructiva empleada en esta cuarta fase tampoco nos ayuda
a establecer una cronología.
Una última fase general, la quinta, se
correspondería con un programa edilicio específico, impulsado
desde el estado nazarí en la segunda mitad del siglo XIV. Se
manifiesta en un aparejo concreto de mampostería enripiada en la que
las torres de planta rectangular tienen sillares en las esquinas. El
enfoscado deja la piedra vista, realizando un llagueado a modo de vitola
entorno a ella. Éstas características son comunes a las
cuatro torres que encontramos jalonando la muralla de la villa.
La existencia de unas constantes claras, reconocidas
en otros castillos fronteros, y la identificación con el programa
constructivo llevado a cabo por Muhammad V, del que tenemos constancia en
las fuentes, nos permiten contar con una cronología absoluta.
Sin embargo, en Zagra encontramos algunas
particularidades, como es el hecho de que no haya ninguna torre circular,
características del proceso refortificador emprendido por este
sultán nazarí, en el que se alternarían con las torres
rectangulares.
Así mismo, los lienzos no son de
mampostería como ocurre en otras fortalezas, sino que están
realizados con tapial calicastrado. Se han atribuido a un mismo momento
constructivo por la relación física existente entre lienzos y
torres.
Las obras de tapial calicastrado y de
mampostería enripiada son muy próximas en el tiempo. La
muralla exterior del Albayzin se construyó en tiempos de
Yusùf I (1333-1354) (DE LUQUE MARTÍNEZ 2003:162), mientras
que fue su hijo Muhammad V (1354-1359/1362/1391) quien desarrolla el
programa edilicio que hemos mencionado.
Un hecho curioso, es la coincidencia de fechas. Uno
de los escasos documentos de época nazarí que hace referencia
a Zagra nos cuenta la toma del lugar de Sagra, por el rey Pedro I de Castilla, en 1362 (ROSSEL 1953:
516). La plaza volvería a manos musulmanas poco después. En
este documento se habla de Zagra como un lugar muy fuerte, pero no aporta
más elementos descriptivos. Ese año es el inicio de la
segunda etapa de gobierno de Muhammad V. Es posible que la fortaleza tomada
por los cristianos no fuera más que la plaza fuerte que
representaría el recinto situado en la zona más elevada y
que, posteriormente, en su segundo mandato, de mayor duración, el
sultán edificara la villa conocedor de su importancia
estratégica y de la necesidad de su conservación.
Un problema que se nos plantea es el del acceso a
este recinto externo. Es muy posible que se realizara a través de la
torre 6, la única torre hueca de las cuatros. En este caso se
trataría de una torre-puerta, algo característico de la
época a la que adscribimos esta fase.
En el lienzo que desde esta torre parte hacia el N
encontramos una atarjea para la salida de aguas al exterior, al otro lado
habría un canal o algo similar, que podría articular parte
del espacio interior.
Al interior queda un espacio (villa) de dimensiones
considerables, unos 4000 m2, que cuenta con una fuerte pendiente. En
la actualidad todo el terreno se encuentra abancalado para el cultivo. La
piedra con la que se han construido los bancales debe proceder, con casi
total seguridad, del propio castillo.
Es muy posible que no todo el espacio se encontrara
ocupado por viviendas, y que gran parte fuera simplemente un albacar, para
la protección temporal de personas y ganado, sin embargo, la
abundancia de tejas, así como de estructuras que parecen de
habitación en este lugar hace pensar que alojaba a una
población significativa de modo permanente.
Las fuentes escritas nos hablan de la presencia de
una cierta población en la zona, dedicada a la actividad
agrícola. En el libro del repartimiento de Loja se hace
mención a tierras puestas en cultivo en esta zona, aunque la
ganadería constituía, a buen seguro, una actividad
económica fundamental en un lugar montañoso como éste.
Es bastante probable que los bancales construidos en época actual,
se hayan realizado sobre un aterrazamiento previo, por qué no, del
momento de ocupación del castillo, destinado a salvar la pendiente.
La existencia de una población de cierta
entidad en una zona tan próxima a la frontera es algo a destacar. La
frontera no estaría únicamente ocupada por un contingente
militar, sino en explotación directa hasta el momento de su
conquista definitiva.
Existen en la fortaleza, tanto en la alcazaba como en
la villa, numerosas estructuras excavadas en la roca. Destaca entre ellas
lo que parece un aljibe, de pequeñas dimensiones, localizado en la
alcazaba. No se conservan restos de la bóveda, salvo su posible
arranque. Su interior, relleno en la actualidad, no conserva restos de
enfoscado.
Este tipo de estructuras hidráulicas son muy
comunes en los recintos defensivos. Muy útiles en el día a
día, se hacen imprescindibles en caso de asedio. Seguramente la
fortaleza contara con algún sistema de almacenamiento de aguas,
además del descrito, muy probablemente situado en la villa, no
siendo visible en la actualidad.
El sistema defensivo se completaba con la
construcción de un foso externo. Se hace visible en el cuadrante NE
de la fortaleza, al exterior. Se realizó rebajando la roca.
Es evidente que un dispositivo militar de cierta
relevancia se ocupaba de la defensa del territorio fronterizo desde esta
fortaleza.
Zagra va ganando entidad conforme se desarrolla el
período nazarí: su configuración cambia, y de una
primitiva torre de alquería, se convierte en una villa de
frontera.
Algo que demuestra que el poblamiento, aunque con
evidentes cambios, al menos, se mantiene. La población que antes
utilizaba una torre para defenderse de las incursiones enemigas, ahora
tiene un recinto mucho más grande y fuerte para su
protección. Esto también nos lleva a concluir que los
ataques o el riesgo de sufrirlos es mayor conforme pasa el tiempo.
Para finalizar decir que Zagra era una de las
denominadas villas de frontera un tipo de poblamiento característico de la
frontera nazarí. Guarda similitudes (recinto múltiple,
técnicas constructivas, situación…) con algunas de sus
homónimas, pero también diferencias importantes (referentes
sobre todo a las técnicas constructivas). No llega a tener la
entidad de otras villas como Montefrío, Íllora y sobre todo
Moclín, pero debió jugar un papel importante en su momento,
mayor del que las fuentes y la investigación le han dado.
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