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Capítulo 1

1. Introducción

Antes de entrar en materia

La gran mayoría de los usuarios, en la actualidad, acceden a Internet por medio de un navegador gráfico, y este suele ser Microsoft Internet Explorer en sus versiones más recientes. Esto no es verdad para todos los casos. Aún siendo una minoría, son muchas las personas que acceden utilizando otro navegador, otro sistema operativo, e incluso, navegadores no gráficos tales como un lector de pantalla o un dispositivo braille. Nuestro visitante ni siquiera tiene que ser una persona, podría ser el robot de algún buscador.

A pesar de esto, la gran mayoría de los 'diseñadores' de páginas web se concentran en que sus sitios se vean bien en la versión más reciente del navegador más popular. Dejando a un lado a los demás visitantes que han tenido la suerte o el interés en visitarlos.

Existen páginas realmente muy atractivas y sofisticadas desde un punto de vista estético. Pero la medida en que esa 'sofisticación' nos impide acceder a su información por medios diferentes a los tradicionales es la medida de su inaccesibilidad.

Cuando creamos un documento en una antigua máquina de escribir, ese pequeño renglón en la parte superior de nuestra página separado de todos los demás, sabemos que es un título. Es una cualidad de nuestro cerebro, capaz de identificar los patrones a su alrededor. Pero en el papel solo hay símbolos, que son difíciles de distinguir unos de otros. Cuando comenzamos a crear nuestros documentos digitales arrastramos esa tradición de dejarle sólo a nuestro cerebro el discernir qué es un título y qué no lo es. Pero en los medios informáticos tenemos un gran poder que la hoja de papel no tiene: la información puede hablar de la información. La información puede decir algo de sí misma. Un título no tiene porque ser solo una línea separada de todas las demás. Puede decirle al mundo (literalmente) que ella es un título, una lista, un párrafo, una cita, etc.

Un buen documento no solo contiene información, también incluye una estructura que dice algo sobre ella misma. Si esa estructura existe, su contenido se vuelve accesible y comprensible más allá del aprendizaje visual que nuestro cerebro tiene de las líneas en la parte superior de la página o las letras en cursivas. Se puede organizar y manipular en base a esa estructura de maneras imposibles de conseguir sin ella o en documentos en papel.

En la realidad muchos sitios web dejan de lado un orden lógico de la información anteponiendolo a una simple apariencia. Pero esto no tiene porqué ser así. Utilizando las herramientas adecuadas podemos satisfacer ambas necesidades. El no hacerlo es más una cuestión de voluntad que de dificultad.

Si no otorgamos a nuestros documentos de dichas estructuras, y le dejamos solo a nuestro cerebro el discernir qué es cada cosa por medio de la visión (un don que no todos tienen), estamos perdiendo un enorme potencial que la tecnología de la información nos ofrece y estaremos infrautilizándola. Solo estaremos haciendo lo mismo que se hacía antes de la aparición de los ordenadores personales, amontonando páginas y páginas de letras y símbolos extraños en grandes archivos digitales.

La Web, siendo un recurso de escala planetaria, debería ser accesible para todos. O al menos, para todos los que puedan estar interesados en la información que se ofrece. El HTML es el lenguaje que nos facilitará otorgar la estructura que permite dicha accesibilidad con ayuda de los programas y dispositivos adecuados. Por supuesto que la apariencia es importante. Para influir sobre ella utilizaremos las hojas de estilo CSS.

Esperamos que este Curso pueda reflejar la filosofía del HTML.