El detective privado Marcial Rosas ha hecho buenas migas con Clarisa Terrón, una joven auxiliar de clínica a la que conoció en el casting para un programa televisivo de talentos musicales. Cuando pocos meses más tarde la chica se esfuma sin dejar rastro, Rosas decide invertir todas sus energías en dar con su paradero, aunque para ello tenga que confabularse con rateros de poca monta, orquestar ridículas pantomimas, hacerse a la mar y hasta relegar a un segundo plano a sus socios Hipólito Bueno y Miguel Santos, que por entonces andaban investigando la muerte en extrañas circunstancias de un magnate de la fruta tropical. Lo que parecía no más que otro caso rutinario de desaparición acabará revelándose como la aventura más escalofriante que los detectives hayan vivido hasta la fecha
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