Miguel Crusafont Pairó
(1910-1983)
Miguel Crusafont Pairó

por Jaime Truyols
Universidad de Oviedo


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Miguel Crusafont Pairó

(1910-1983)

Miguel Crusafont debe ser considerado como una de las figuras más importantes de la Paleontalogía española del siglo XX, tanto por sus numerosas contribuciones paleomastológicas como por el carácter innegablemente renovador de las mismas.

Desde su adolescencia había iniciado sus primeras exploraciones paleontológicas en los alrededores de su ciudad natal, Sabadell (Barcelona), donde los depósitos continentales del Mioceno contienen abundantes restos de mamíferos fósiles, la existencia de los cuales era ya conocida desde principios de siglo. En las sesiones científicas que celebraba la Institució Catalana d'Historia Natural estableció relación asidua con José Fernández de Villalta, naturalista de su misma edad. A partir de 1933, Crusafont y Villalta empezaron una estrecha colaboración científica en este campo. Esta labor se vio interrumpida a causa de la guerra civil pero la reanudaron con ímpetu a partir de 1940, a medida que se multiplicaban sus hallazgos en diversos ámbitos geográficos del Terciario español. Porque si bien es cierto que inicialmente las exploraciones y excavaciones se limitaban tan solo a las capas del Mioceno de la cuenca del Vallés-Penedés, inmediata a Barcelona, pronto las prospecciones se extendieron a áreas más alejadas. En 1942 iniciaron unas primeras visitas a la cuenca ibérica de Calatayud-Teruel, que se ampliarían más tarde. En 1944 las hicieron también a varios puntos de la cuenca del Duero, el año siguiente exploraron en la cuenca pirenaica de La Cerdaña, en 1946 la parte occidental de la cuenca del Ebro y en 1947 diversas zonas de la del Tajo. Fueron muchas las localidades nuevas que fueron descubiertas durante la década de los años 40, y varias de ellas, objeto de campañas de excavación años después.

Su estudio obligó a reconsiderar la vigencia de la escala estratigráfica empleada tradicionalmente para las series continentales del Mioceno y a plantear la necesidad de introducir modificaciones en la misma. En 1960 se definió una nueva división para el Mioceno superior continental, a la que se dio la consideración de piso, el Vallesiense, y en 1965 se adaptó un nuevo término, el Turolense, que sustituía, para evitar equívocos, el nombre anteriormente utilizado, el Pontiense.

Las campañas de exploración y excavación no se redujeron, sin embargo, a las series del Mioceno, cuyos afloramientos ocupan tanta extensión.superficial en la Península Ibérica. Objeto de su reconocimiento fueron asimismo los materiales del Paleógeno: el Eoceno pirenaico que nunca antes había librado restos de mamíferos fósiles fue objeto de numerosas exploraciones desde 1954, así como también el de la cuenca del Ebro desde el mismo año, el de la cuenca del Duero desde 1957 y el de la del Tajo desde 1960. Aun deben señalarse exploraciones puntuales en series del Plioceno y en localidades del Cuaternario antiguo.

Con un número tan elevado de taxones de Mamíferos fósiles descritos del Terciario continental español, éste acabó convirtiéndose en pocos años en uno de los más ricos de Europa. Pero todas estas novedades taxonómicas, establecidas en España durante aquellos años, eran escasamente conocidas fuera de nuestras fronteras, por lo que entre 1946 y 1948 se publicaron hasta ocho pequeños trabajos en los Comptes rendus de la Société Géologique de France. Estas comunicaciones permitieron que la comunidad paleomastológica de Europa y América pudiera valorar debidamente la magnitud de las contribuciones efectuadas. Particularmente, el prestigio internacional adquirido por Crusafont se hizo más aparente cuando en 1952 publicó su tesis doctoral "Los Jiráfidos fósiles de España", obra que generó una justificada expectación Por tratarse su tema de una curiosa novedad para la Paleontología del Mioceno europeo.

Hasta 1961 había desarrollado toda su intensa labor Crusafont en el Museo de Sabadell, un pequeño centro que él logró que adquiriese gran renombre por las notables colecciones depositadas en él a consecuencia de sus exploraciones. El hecho de más relieve que tuvo lugar a mediados de los años 50 en ese pequeño Museo, fue la organización de los llamados Cursillos Internacionales de Paleontología de Sabadell, dirigidos por Crusafont. La idea de reunir a diversos especialistas en Paleomastalogía, invitados como profesores ante un público interesado en la materia, fue un éxito personal suyo, que permitió que este centro se convirtiese asimismo en foro de discusión de temas controvertidos, en particular sobre la evolución orgánica vista desde la óptica del paleontólogo. El primero de estos cursillos se celebró en 1952, y visto el éxito logrado se celebraron otros tres más, en 1954, 1956 y 1958. En aquellos años todavía eran bastantes escasas las oportunidades internacionales de poder reunir un grupo homogéneo y relativamente numeroso de especialistas en una misma materia, y ello constituyó una feliz iniciativa que fue altamente apreciada por todos los participantes.

Si la aportación fundamental en la obra de Crusafont fue la de haber podido incrementar de manera extraordinaria el registro paleontológico de los mamíferos y a desarrollar a partir de ellos un conocimiento más preciso de la estratigrafía del Terciario español, no debe ser olvidado un aspecto importante de su obra, consagrado al tema de la evolución orgánica. A lo largo de su vida (por lo menos desde 1948) no ahorro esfuerzos para llevar a cabo una intensa labor de divulgación de esta cuestión, dando a conocer la contribución de los paleontólogos en el proceso evolutivo, la interpretación finalista del fenómeno de la Vida y los sucesivos pasos por los que ha transcurrido el camino de la hominización, esfuerzos que se materializaron en forma de conferencias, cursillos y publicación de libros y ensayos sobre el tema. Si inicialmente partió de una base neolamarckista, como tantos paleontólogos de la época, poco a poco su pensamiento fue enriqueciéndose con la integración de nuevos conceptos. En la concreción de sus ideas fue fundamental para él su encuentro con el pensamiento de Teilhard de Chardin, que dejó profunda huella en sus concepciones. En relación con su interés por el tema de la evolución están sus intentos de valoración cuantitativa del cambio evolutivo. Atraído por los métodos biométricos, y en especial por la morfometría, se interesó por la posibilidad de expresar cuantitativamente los cambios morfológicos interespecíficos observables en piezas esqueléticas de mamíferos.

En 1961, Crusafont obtuvo por oposición la cátedra de Paleontología de la Universidad de Oviedo, y dos años más tarde, por traslado, la de Barcelona, tras el fallecimiento de Bataller. Su entrada en la Universidad suponía para él asumir un compromiso docente que debía compaginar con la actividad investigadora que seguía manteniendo en el Museo de Sabadell. Fue entonces cuando la Diputación Provincial de Barcelona decidió, persuadida de la trascendencia de su obra científica, el establecimiento en Sabadell de un centro de investigación subvencionada enteramente por ella, con el nombre de Instituto Provincial de Paleontología (hoy día, Instituto de Paleontología "Miguel Crusafont"). El edificio de nueva planta se inauguró en 1969. Sin embargo, su trayectoria quedó imprevisiblemente truncada poco después. En 1972 contrajo una seria dolencia que le impedía la comunicación verbal, por lo que solicitó la jubilación anticipada en la Universidad. Recluído a partir de entonces en su Instituto, intentaba proseguir, aunque a ritmo lento, sus trabajos habituales, sumido en una invencible melancolía al contemplar el proceso de degradación física. En estas condiciones transcurrieron sus últimos años, hasta el verano de 1983 en que falleció.

Por su extensa obra paleontológica Crusafont se hizo acreedor de una alta consideración por parte de sus colegas. Dos pequeños capítulos del famoso "Traité de Paléontologie" de J. Piveteau son obra suya (1961), así como uno de los volúmenes del "Fossilium Catalogus" (1973) de F. Westphal. G.G. Simpson en su libro de memorias (1978) y R.C. Moore en una publicación en que hacía un ponderado balance sobre los progresos de la Paleontología en el siglo XX (1968) hablaban de él en términos altamente elogiosos. Fue nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Basilea, Caballero de la Orden de las Palmas Académicas de Francia, poseía la Encomienda de la Orden de Oranje-Nassau de Holanda y la de la Orden de Alfonso X el Sabio de España.

Crusafont ha sido una figura excepcional como hombre de ciencia, doblado de humanista. Aparecido en la palestra científica en un momento crucial, prácticamente al terminar la guerra civil, cuando los cuadros de investigadores españoles estaban en gran parte desarticulados, su trayectoria cobra un relieve extraordinario. Con él la paleontología española dio un salto cualitativo importante al abrirse a nuevos horizontes y a perspectivas inéditas.


Referencias

Villalta, J.F. de y Crusafont, M. 1946-48. Les gisements de Mammifères du Néogène espagnol. Comptes rendus sommaires de la Societé Géologique de France.

Crusafont, M. 1952. Los Jiráfidos fósiles de España. Tesis doctoral. Memorias y Comunicaciones del Instituto Geológico de la Diputación Provincial de Barcelona, 8, 15-239.

Crusafont, M. 1961. Super-famille: Jiraffoidea Simpson, 1931. In: Traité de Paléontologie VI(1) (J. Piveteau, ed.), 1022-1037. Masson et Cie. Paris.

Crusafont, M. et Truyols, J. 1961. Principaux gisements de Mammifères en Espagne. In Traité de Paléontologie VI(1) (J. Piveteau, ed.) 477-480. Masson et Cie. Paris.

Crusafont, M. y Casanovas, Mª.L. 1973. 1973. Mammalia Tertiaria Hispaniae. Fossili Catalogus, I: Animalia, 121, 1-198. Ed. Westphal, Junk. s'Gravenhage.



Jaime Truyols

Dr. Jaime Truyols

Catedrático de Paleontología
Depto. de Geología
Universidad de Oviedo
c/ Arias de Velasco s/n
Oviedo 33005


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    Editor: Marcos A. Lamolda

Las fotografías donde aparece el Prof. Crusafont fueron suministradas por la Dra. Lourdes Casanovas y el Dr. José, V. Santafé, del Instituto de Paleontología Miguel Crusafont.


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