INTRODUCCIÓN:
Los tóxicos orgánicos son el grupo de tóxicos más numeroso y el que con mayor frecuencia está implicado en las intoxicaciones. Ello supone una dificultad añadida desde el punto de vista analítico, ya que se necesita cubrir un amplio grupo de sustancias, a veces, con importantes diferencias en sus propiedades físico-químicas.
Para el screening inicial, tras la extracción con disolvente, se pueden utilizar técnicas como la cromatografía en capa fina (CCF), clásicamente la técnica de elección en razón a reunir características de sencillez, rapidez, bajo coste, capacidad de detección simultánea de sustancias presentes en una muestra y requerimientos mínimos en cuanto a instrumental.
Los valores de relación frontal (Rf) en combinación con un revelado secuencial, permiten detectar e identificar por medio de patrones los componentes de los principales grupos terapéuticos de interés (barbitúricos, antidepresivos, benzodiacepinas, etc.).
Los inconvenientes que clásicamente se han atribuido a esta técnica (múltiples extracciones, interpretación subjetiva de los resultados, falta de sensibilidad, etc.), están actualmente superados, existiendo en el mercado kits que facilitan la manipulación de las muestras, reduciendo así el volumen de muestra y el tiempo de análisis y aumentando la sensibilidad del mismo (1 mg/I).
El screening se puede complementar con técnicas inmunoquímicas (EMIT) para aquellos grupos de tóxicos orgánicos que requieran una especial sensibilidad o presenten características particulares.
Aunque el screening de tóxicos orgánicos puede abordarse también por técnicas instrumentales (cromatografía de gases –CG-, cromatografía líquida de alta resolución –CLAR-), la cromatografía en capa fina (CCF) representa una alternativa válida y asequible a cualquier laboratorio.
|