Por su gran interés, hacemos un resumen del artículo de Ingo Potrykus titulado "Golden Rice and beyond", aparecido en Plant Physiology, vol. 125, pp. 1157-1161 (marzo 2001).
Como veremos, el llamado "arroz dorado", logrado por ingeniería genética, ha alcanzado celebridad, ya que se trata de un ejemplo de planta transgénica obtenida en un programa con fondos públicos, cuyo objetivo es contribuir a mejorar las condiciones de nutrición de poblaciones del tercer mundo (principalmente en Asia), para reducir la incidencia de enfermedades ligadas al déficit de vitamina A.
Aunque Ingo Potrykus (el "padre científico" de este avance) cree en el poder de la educación y del discurso racional, su larga experiencia en el centro del debate sobre las transgénicas le ha enseñado que los argumentos racionales usados en medios de comunicación solo logran convencer a una minoría, ya que "son una pobre munición contra las apelaciones emocionales de los opositores". Como sabemos, la oposición frente a los organismos genéticamente modificados (OGMs), especialmente en Europa, ha tenido un gran éxito, al canalizar todas las emociones negativas asociadas con supuestos peligros de todas las nuevas tecnologías, así como los de la "globalización", hacia los riesgos alegados supuestamente presentes en los OGMs en la cadena alimenticia.
Por esto es tan importante el caso del arroz dorado, ya que en la breve historia de los OGMs se trata de un caso único al ser aceptado por el público. Y ello se debe de nuevo a un causa emocional: la gente está realmente preocupada por el destino de los niños ciegos debidos a carencias nutritivas en su alimentación, y está deseando apoyar una técnica que ofrece la ocasión de evitar nuevos casos de este tipo de ceguera.
Los científicos tienen una gran responsabilidad, como ciudadanos privilegiados, en hacer que la ciencia se ponga al servicio de la humanidad más necesitada. A pesar de que los científicos aprecian avances básicos tan importantes como la secuenciación del genoma de la hierba Arabidopsis thaliana (que son la base de nuevas mejoras genéticas agronómicas), el público se siente más tocado por casos de ayuda más inmediata, como es el del arroz dorado. Necesitamos lograr más plantas transgénicas que sigan este ejemplo, es decir, dirigidas a paliar (junto con medidas sociales, políticas y económicas) necesidades básicas y problemas humanos. Las características valiosas del desarrollo del arroz dorado, y ejemplo de lo que se puede y debe hacer son:
desarrollo en instituciones públicas, con fondos públicos nacionales e internacionales | |
objetivos de paliar o resolver una necesidad o problema urgente | |
que no se pueden resolver mediante técnicas tradicionales | |
que el producto se distribuya gratis y libre de limitaciones para los pobres | |
que no tenga efectos adversos para el medio ambiente o la salud humana |
A comienzos de los años 90, el grupo de Potrykus propuso al Progama de Biotecnología de la Fundación Rockefeller emprender un proyecto para modificar genéticamente la ruta de la provitamina A en el endospermo del arroz. Aunque en principio se pensó que el proyecto tenía pocas probabilidades de éxito, se aprobó, de modo que Potrykus (Universidad ETH de Zúrich) y Peter Beyer (Universidad de Friburgo) comenzaron a trabajar juntos. El primero aportó sus métodos de manipulación genética, mientras que el segundo su experiencia con la ruta de los terpenoides. Tras ocho años de trabajo, se logró aislar arroz normal con la activida fitoeno-sintasa, que producían buenas cantidades de fitoeno en su endospermo. Finalmente, en un experimento de cotransformación con dos cepas vectoras de Agrobacterium se logró colocar todos los genes necesarios (más un gen marcador), lo que rindió una variedad de arroz cuyo endospermo, de color amarillo, contenía provitamina A y otros terpenoides de importancia nutritiva. Para sorpresa de muchos, se había logrado manipular toda una ruta compleja de biosíntesis terpénica, canalizando recursos de la planta hacia la valiosa provitamina A. La mejor línea de arroz dorado producía suficiente provitamina A (1,6 microgramos por gramo de endospermo) como para esperar un efecto positivo en el alivio de la deficiencia de vitamina A en la dieta habitual de muchas personas.
Irónicamente, para probar la bondad nutricional del arroz dorado, no se podían hacer ensayos en Europa, debido a la triste moratoria impuesta sobre los transgénicos. Es todo un sarcasmo que la regulación política de nuestro continente haya impedido realizar estas pruebas aquí. Un ejemplo a no seguir de cómo se pueden poner trabas a desarrollos positivos para la parte más necesitada de la humanidad (al fin y al cabo, los europeos no tenemos problemas de vitamina A, pero ¿y nuestros problemas de solidaridad?).
Para que el arroz dorado logre sus objetivos humanitarios en el tercer mundo, debe llegar a los agricultores de subsistencia libre de cargas y gratuito. La intención de Potrykus y sus colegas era precisamente hacer la tecnología disponible libremente. Pero había terceras personas e instituciones que tenían derechos sobre parte de la tecnología usada, empezando por disposiciones de la propia Comisión Europea.
El programa marco IV y V de la Unión Europea tuvo dos consecuencias indeseables:
la investigación pública se orientó hacia problemas industriales | |
la investigación pública está perdiendo su independencia, al estar ligada ahora a intereses industriales privados |
El problema de la Unión Europea no era, en cambio, el mayor, ya que luego estaban los derechos de propiedad intelectual (DPI), incluyendo patentes de empresas. En conversaciones con los detentatarios de estos DPI hubo que definir conceptos como "agricultores de subsistencia" y "uso humanitario, para avanzar hacia una licencia especial. Potrykus y sus colegas pretendían no solo una definición amplia y generosa de estos conceptos, sino contribuir al desarrollo de los mercados locales de los países pobres. Afortunadamente, la empresa Zeneca, por medio de una compañía licenciataria, accedió a conceder estos derechos de uso especial. La línea divisoria entre uso humanitario y comercial se estableció en 10.000 dólares de ingresos para el arroz dorado. Este acuerdo se extiende igualmente a ulteriores aplicaciones de esta tecnología a otras plantas de cultivo. Actualmente se puede decir que las instituciones públicas de los países en desarrollo tienen vía libre para introducir el rasgo del arroz dorado en sus cosechas locales, cada una adaptada a sus condiciones particulares. Por "mimetismo" publicitario, la Monsanto ofreció poco después licencias gratuitas para sus propios derechos intelectuales.
Una auditoría estableció que la tecnología usada por Potrykus estaba cubierta por nada menos que 70 DPI y derechos de propiedad técnica (DPT) pertenecientes a 32 empresas. A Potrykus le parecía inmoral que un logro realizado con fondos públicos para un objetivo humanitario estuviera en manos de los que habían patentado tecnologías previas. Potrykus, indignado, llegó a pensar en unirse a movimientos anti-patentes. Pero tras ulterior reflexión, se dio cuenta de que el desarrollo del arroz dorado había sido posible gracias a las patentes.
sin patentes, mucha de la tecnología no se hubiera desarrollado, ya que las empresas no hubieran invertido de no contar con este tipo de protección para recuperar sus enormes inversiones | |
Los derechos de patentes se conceden a cambio de hacer pública la base del invento. La alternativa a las patentes sería volver al secreto industrial. |
Potrykus llegó a la conclusión de que para aprovechar el conocimiento al servicio de los pobres la respuesta no era oponerse sistemáticamente a las patentes, sino hacer un uso sensato y humanitario de ellas. Gracias a la presión pública, ahora las emrpresas tienen mejor voluntad para lograr acuerdos y licencias ventajosas para el tercer mundo (Algo parecido está ocurriendo con el caso reciente sobre las patentes sobre fármacos para el sida). La clave estriba en que esos acuerdos permitan los usos humanitarios al tiempo que no interfieran con los intereses comerciales de las empresas, centrados en el opulento mundo rico.
El siguiente reto es lograr que la nueva tecnología (en este caso el rasgo útil logrado en el arroz dorado) pueda llegar y ser aplicada por los paises pobres para adecuarse a sus propias necesidades. El rasgo genético del arroz dorado debería transferirse lo antes posible a las variedades locales de arroz que ya utilizan los agricultores, y esto debería hacerse respetando las regulaciones internacionales y nacionales sobre el manejo de plantas transgénicas.
Para colaborar a este fin, Potrykus y sus amigos han creado el "Golden Rice Humanitarian Board", para asesorar y suministrara apoyo allá donde se requiera. La colaboración entre el proyecto público, algunas empresas y organismos oficiales de países ricos (como Suiza) y países receptores interesados (como la India) debería permitir que este fin se logre pronto. Se pretende que se evalúen cuidadosamente las necesidades y peculiaridades del sistema del país receptor, y se van a examinar todos los detalles sobre seguridad alimentaria, valor nutricional, seguiridad ecológica, etc.
En todo este proceso se empleará la genética clásica, ya que una vez que se dispone de arroz modificado, el rasgo se puede transferir a las variedes locales mediante hibridaciones de tipo mendeliano, en insititutos de investigación de los países interesados, y todo ello con ayuda financiera internacional.
A pesar de todo lo que llevamos dicho, a pesar del gran interés mostrado por los países pobres que más se pueden beneficiar, es triste constatar que algunos de los opositores a la biotecnología, principalmente Greenpeace, siguen empeñados en dificultar este desarrollo plenamente humanitario. Aducen estos ambientalistas fanáticos que se trata de un "caballo de Troya" que puede abrir otros usos de las transgénicas. Con este pobre argumento (que la bioética tradicional hace tiempo que desechó como "la falacia de la pendiente resbaladiza"), nuestros aguerridos guerreros de arcoiris están dispuestos, a pesar de todo, a impedir un avance loable hacia la resolución de un grave problema que afecta a millones de personas, erigiéndose en "salvadores" a pesar de los deseos de las personas que se prentende "salvar" del "diablo biotecnológico".
Sin embargo, a no ser por medio del fanatismos más destructivo, es muy difícil oponerse a un avance que cumple los siguientes requisitos:
el arroz dorado no ha sido desarrollado por ni para la industria privada | |
viene a resolver o paliar una necesidad urgente | |
presenta una solución sostenible y gratuita, sin necesidad de recurrir a otros recursos | |
evita los efectos negativos asociados a la Revolución Verde | |
la industria no se beneficia de esto | |
los que se benefician son los pobres | |
se suministra gratuitamente y sin restricciones a los agricultores pobres | |
no crea nuevas dependencias | |
se va a cultivar sin inputs adicionales | |
no crea ventajas para los terratenientes | |
se puede resembrar de una estación de cosecha a la siguiente | |
no reduce la biodiversidad agrícola | |
hasta ahora no se ha detectado efecto negativo sobre el medio ambiente | |
no hay riesgos para la salud de los consumidores | |
no es posible (no ha sido posible) lograr este avance mediante métodos de genética tradicional |
Ante todo esto, cabe concluir que quien esté en contra de lo anterior, sin dar razones claras o alternativas viables, esconde una agenda política oculta, que en este caso bajo pretexto de oponerse a una tecnología, condena a millones de personas. Esto no se puede tolerar de ninguna de las maneras. En los países ricos nos podemos permitir el lujo de prescindir de este logro, pero es inmoral pretender que los pobres y necesitados queden apartados de él. Las consecuencias serían claras: seguirá habiendo millones de niños que enfermarán de una ceguera evitable o incluso morirán. El caso del arroz dorado puede ayudar a desenmascarar la naturaleza verdadera y vergonzosa de Greenpeace en todo este debate sobre la biotecnología.
Actualizado el martes, 15 de febrero de 2005